Kolya (Jan Svêrák, 1996)

Kolya es, seguramente, una de las películas más interesantes que produjo el cine europeo en la década de los 90, no ya sólo por lo que respecta a su dirección y perfecta construcción, sino por el retrato de una época representado mediante la historia de unas pocas personas y las situaciones que les rodean, narrado todo a través de un relato encantador, lleno de metáforas a la sociedad, a su tiempo y a las relaciones humanas, pero sin perder el tono realista, sencillo y sobrio que evitan que la película caiga en el sentimentalismo facilón. El resultado es un film conmovedor, dulcemente amargo, como lo son los mejores cuentos, esos que casi nunca se olvidan.

 

Esta pequeña historia transcurre en Praga, en 1990, poco antes de la Revolución de Terciopelo contra la ocupación rusa. Frabtisek Louka es un afamado violoncelista, soltero, ya maduro, mujeriego… un hombre que vive el momento, despreocupado de lo afectivo, que ha construido su propio mundo al margen de la sociedad, que no mira demasiado gastar más dinero del que tiene. Relegado por su desafección al régimen, malvive de lo que gana tocando en los funerales del crematorio de la ciudad. Su difícil situación económica le lleva a aceptar, a cambio de dinero, un matrimonio de conveniencia con una mujer rusa a fin de que ésta pueda conseguir la nacionalidad checa. La joven tiene un hijo de cinco años, Kolya, que no entiende una palabra de checo, con el que, debido a circunstancias imprevistas, se habrá de quedar el violoncelista. La narración despliega, con ternura pero también con la suficiente contención sentimental, la capacidad generosa del solterón y el acercamiento cándido y espontáneo a él del niño Kolya. A la vez, el retrato de la época (ostentosa presencia militar rusa en las calles de Praga, manifestaciones que se suceden exigiendo la caída del régimen, la plasmación de la revulsión popular hacia los soviéticos…) es el marco para desarrollar una historia tan sobria como enérgica en los trazos psicológicos y afectivos de sus personajes. La escena en la que Kolya se pierde en el entramado del Metro mientras Frabtisek lo busca, desesperado, resulta una de las más emotivas de la película.

Zdenek Svêrák, que es el padre real del director, Jan Svêrák, es el guionista y protagonista principal del film junto al niño, ambos con una interpretación acertada y convincente de sus respectivos papeles, que se completa con un generoso número de personajes secundarios, todos muy bien dibujados e interpretados. Como telón de fondo, maravillosas secuencias rodadas en la ciudad de Praga, espléndida y monumental, con sus jardines y paisajes idílicos. Por si todo esto fuese poco, la guinda la pone la banda sonora con numerosas piezas de Dvorak, alguna de Mendelssohn, y el fragmento final de Bedrich Smetana que cierra un trabajo sencillo y sin artificios en la realización, pero que rebosa calidad y, sobre todo, da la oportunidad de pensar más allá de la historia que a simple vista está contando. En resumen, una más que interesante película de un director que, con no demasiados trabajos, se ha convertido ya en un maestro del cine europeo actual.

5 comentarios en “Kolya (Jan Svêrák, 1996)

  1. Creo que la he visto, pero no podría asegurarlo con certeza: menos mal que de un tiempo a esta parte, tengo un blog para apuntar lo que voy viendo. De todos modos, tu excelente artículo es una invitación rotunda a que la vea todo aquel que no la haya visto. O a los que se le ha olvidado.
    Saludos.

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  2. esta pelicula es un ejemplo para la sociedad en general, ya que muestra como la diferencia de culturas no es ningun impedimento en la union de las personas.

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