La rabia, tercera película de la directora argentina Albertina Carri, es un trabajo extraordinario y brutal sobre la vida rural y las gentes que forman parte de ella. Contada desde la perspectiva de una niña muda y de un adolescente obligado a ser adulto a edad muy temprana, arrasa con cualquier visión romántica o idílica que los urbanitas podamos albergar sobre la vida en el campo. Casi sin diálogos, porque la niña no habla, intercalando animaciones que salpican tinta negra y sangre sobre el fondo marrón y verde de la Pampa, muestra la violencia con que la pequeña percibe las relaciones entre adultos, obligados a entenderse y compartir para su supervivencia. Las escenas más violentas están rodadas con animales que recrean el sacrificio, a modo de metáfora, de manera tan grosera como despiadada (la película advierte, sin embargo, que ninguno estos animales sufrió daños). Carri habla de la imposibilidad, en un mundo de adultos, de ser y actuar como un niño. De cómo las personas, aisladas y forzadas a convivir solas con la naturaleza adoptan comportamientos muchas veces tan irracionales y crueles como cualquier otro animal. El tema: la rabia, la crueldad que parece alberga el fondo de todo individuo, a la espera de romper las frágiles rendijas de la vida para desatarse camino de la oscura fatalidad.
La película se toma su tiempo para mostrarnos las relaciones entre cinco personajes. El pulso es lento, aparentemente nada sucede, pero desde los primeros minutos el genio de Carri crea una atmósfera de miedo y brutalidad tan densa que se palpa hasta en el recreo de las imágenes de la naturaleza (oscuras, bellísimas) o la simple realización de las tareas cotidianas. Insistente, tranquila, plano a plano (nada es baldío), deslocalizada (no hay referencia alguna al lugar donde estamos), atemporánea, casi se podría decir que instintiva, nos hace adivinar que se desatará, tarde o temprano, lo inevitable. El chico golpea contra un árbol el saco que después vemos contiene un comadreja, su mascota. La niña muda juega en el campo: le gusta quitarse la ropa y expresa mediante el dibujo su miedo y aquello que no puede hacer con palabras. Asistimos a escenas de sexo explícito en una granja; sexo ajeno a cualquier tipo de romanticismo, a pelo, aderezado de correas o collares de los que se utilizan con los animales, sexo de violencia medida, pero suficiente. No se trata de una familia común, aunque es la primera impresión que se obtiene. A partir del sacrificio animal, la matanza del cerdo, una de las más agrias de la película, la venganza, la crueldad, el arrebato implacable encuentran el camino por donde colarse.
La niña y sus dibujos marcan el ritmo y la temperatura de la película. Se desnuda como si quisiese con ello deshacerse de todo cuanto detesta a su alrededor. A veces grita, grita tan fuerte como el animal al que degüellan ante la realidad que inevitablemente se le presenta. Y dibuja rayas y manchas con su lapicero que expresan todo cuanto no puede hacer con su voz. Los inquietantes dibujos de Nati hacen de detonador de las escenas más dramáticas y trágicas, de la fatalidad venidera. Violentas animaciones, de las que se encargó la misma Albertina Carri, añaden comprensión al espectador y señalan el tono en cada momento, actuando de catalizador para el acto final, único momento donde la música hard-rock sustituye los sonidos ambientales en la banda sonora.
En mi opinión, una de las películas más logradas de entre las que he tenido oportunidad de ver de lo que se ha dado a llamar nuevo cine argentino. Tiene algo, en el tratamiento del tema que me recordó «Los santos inocentes»; el tempo y cómo están resueltos algunos planos (la comida campestre) traen a la memoria quizás «El Sur», de Érice. Cine de arte y ensayo, pero volcado en su fin argumentativo, sin perder el norte del espectador: Las dilatadas imágenes del entorno natural, el recreo de la cotidianidad, de la soledad o de los deseos se hacen como un todo integrador de la narración, sin fisura alguna. No existe el suspense como elemento narrativo. La rabia encuentra en la exploración de la naturaleza y de la vida en el campo su modo de expresión. Cinco personajes y cuanto les rodea en estado puro, casi primitivo. Sus relaciones de camaradería son sólo el telón que oculta la presión, tremenda y evidente. Es aquí donde el paisaje juega su papel protagonista. Sabemos que la crueldad se va a desatar, lo intuimos desde el primer plano de la película. Y esperamos inmóviles, mientras contemplamos secuencias brutales y a la vez maravillosas, que se desencadene la tragedia.
Que buena reseña, me diste ganas de verla, aunque reconozco que la violencia que nombras ya me asustó leerla. Buen punto para analizar, que la vida puede ser díficil hasta en aquellos lugares que los que vivimos en la ciudad podriamos considerar paradisiacos. La voy a tener más que en cuenta!!!
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Creo que en España no se ha estrenado, verdad? Me llama mucho la atención. Gracias por hablarnos de ella. Un abrazo.
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Gracias, Dialoguista. Tenemos más de uno una visión demasiado bucólica de la vida en el campo..
Jordi, donde vivo no la han estrenado, en Barna puede.. La verdad es que no lo sé, porque aquí de vez en cuando pasan y se comen algún estreno. Esta semana, por ejemplo, de «Los Condenados» de Isaki Lacuesta que me apetecía mucho verla, pues ni rastro de ella por ningún cine de Valencia.. Así están las cosas, un saludo!
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Excelente crítica querida Babel! Y qué bueno, no sabía que las animaciones de esta peli eran también de Carri.
Yo había visto de la misma directora Los rubios, una muy original y notable aproximación al vacío vital que significa ser hijo de desaparecidos.
La verdad me sorprendió mucho La rabia. Y ya que estoy, agrego que Argentina debe ser el país que mejores directoras (mujeres) tiene en el mundo. Carri, Martel, Murga y Katz son todas grandísimas promesas y han demostrado que tienen mucha madera de cineastas. Ahora mismo no sabría con cual quedarme.
Un gran abrazo!!!
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Faraway, gracias!. Ya leí en tu blog el comentario que hacías sobre esta película. De las cineastas argentinas que mencionas, pues no he visto aún nada de Murga, le pondré remedio cuanto antes. En mi opinión, de lo que conozco de esta nueva hornada, que no es mucho, tengo claro que me quedo, con diferencia, con Albertina Carri.
Un saludo 😉
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[…] ausencias del cine latinoamericano reciente, como “la teta asustada” de Claudia Llosa, o “La rabia” de Albertina Carri, o el “Baño del Papa” de Enrique Fernández y César Charlones, la […]
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[…] con independencia de que unas me parezcan sensiblemente mejores que otras. Y solo un par de Albertina Carri se me han antojado con la suficiente distancia de lo contado mil veces, lugar al que cabría añadir […]
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Quiero aclarar que si bien Albertina jugo claramente el rol de directora en las animaciones de la pelicula, no fueron realizadas por ella, sino por un grupo de -en aquel entonces- jovenes estudiantes: Nelson Carlo de los Santos, Maria Zancolli, Manuel Barenboim, Daniel Llaurado, y su mentor, Damian Gonzales Flores.
Gracias!
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Tú comentario me despertó el interés por ver esta película. ¿Donde la encuentro? Gracias.
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