«La mente es un siervo maravilloso, pero un amo terrible» (Robin S. Sharma)
Estreno en nuestras salas del debut en el largometraje de Sean Durkin, quien con su primera película, al igual que lo hiciera el año anterior la también ópera prima de Debra Granik, Winter´s Bone, ha cosechado varios éxitos internacionales y ha sido reconocida con el premio a la mejor dirección en el Festival de Sundance en su última edición. Buena película, que explora la cara B del sueño americano, abordado desde la perspectiva de la fragilidad y la inseguridad de toda una sociedad, tomando como escenario el universo de las sectas, fenómeno tan extendido en la norteamericana como el Mc Donald´s.
Desde una perspectiva filosófica puramente materialista -que puede o no compartirse-, el cerebro humano no es sino un ultra complicado hardware en el que nuestros rasgos, emociones, inseguridades y obsesiones son manifestaciones de procesos fisiológicos dentro de este asombroso órgano. Un pequeño fallo de programación física y todo se puede ir al traste, bien de manera genial y fascinante, bien de manera terrible. El fenómeno de las sectas tiene su campo abierto a la reprogramación de determinados individuos cuando la fragilidad, el miedo y la inseguridad encuentran su refugio en ellas como elemento de cohesión, de garantía en cuanto a pertenencia al grupo y de identidad entre individuos que por determinadas razones o situaciones de la vida son más vulnerables que otros.
De identidades habla la película, y el título representa las diversas de una mujer joven (magníficamente interpretada por la también debutante Elizabeth Orsen) que trata de huir de la secta en la que ha vivido durante dos años. La película está narrada en dos planos de tiempo, en un ida y vuelta constante entre su reciente pasado como integrante de la secta destructiva (cuyos miembros viven un eventual sueño de autosuficiencia en una granja en ruinas) y sus posteriores intentos de readaptarse a la normalidad con su hermana (Sarah Paulson) y su cuñado (Hugh Dancy), quienes tras su fachada de seguridad y ambiciosos proyectos, esconden también múltiples inseguridades, miedos y culpas. El paso entre las secuencias que pertenecen al presente y al pasado de Martha en la secta se realizan sin ninguna transición, no hay flashbacks anunciados, todas las vemos de acuerdo con las obsesiones y tal como surgen de la mente de la protagonista. Se tarda unos minutos en acostumbrarse a discernir las dos realidades, pero el resultado es alcanzar a conocer el proceso de integración en el grupo y cómo se las maneja el líder para someter a sus pupilos, y poder observarlo del mismo modo que se dan en la confusa mente de Martha, que ha quedado en un estado tan lamentable que casi no puede discernir entre el presente y el pasado.
Tanto las relaciones dentro la secta autodestructiva como la búsqueda de un nuevo lugar junto a su hermana están narradas con rigurosidad desnuda, precisa, sin concesiones, pero con la carga dramática justa. Lo mejor de la película es cómo el guión va capturando la dinámica del culto dentro de la secta, ofreciéndolo con cuentagotas, siempre sutil y nunca más escabroso de lo necesario, atento al tono de voz, al lenguaje corporal, creando a partir de estos elementos y poco a poco un atmósfera tan inquietante que situa al film en el límite del cine de terror, pero de terror completamente real acerca de la vulnerabilidad humana. El lavado de cerebro al que ha sido sometida Martha es mucho más insidioso que el mero objetivo de convencer a alguien de la necesidad de seguir al gurú. Aquí el líder (John Hawkes) no somete a sus seguidores con presumibles amenazas apocalípticas o promesas pseudo-hippies de vulgar comuna, más bien se trata de sutiles y constantes ataques a la autoestima. Lo más llamativo es que quien maneja los hilos es en realidad un personaje soso e insignificante, que no dice nada cuando habla, que escribe y toca con su guitarra canciones absolutamente idiotas, pero que sabe ejercer un encanto demoníaco en Martha y en las otras mujeres de la granja con frases como El miedo es el nirvana. Es tremendo ver cómo este risible personaje crea un poderoso cortocircuito en ellas, y nos hace reflexionar sobre cómo logra la posesión de sus mentes hasta convertirlas finalmente en sus esclavas. Su exagerada hipocresía y extrema (pero muy sibilina) violencia, logra el control con un discurso en realidad intrascendente, pero el resultado es que la mujer retrocede décadas para retomar el papel de sirvienta y esclava sexual, y son las mismas chicas las introductoras de otras y quienes tienen la tarea de educar a sus compañeras: que te elijan para follar es en realidad un regalo, formar una comuna de niños todos varones e hijos del líder. Trabajos forzosos, sexo en grupo y violación constante: Sé que te sientes mal por lo que acaba de suceder, le dice Martha a otra, pero todas estamos juntas en esto, tienes que confiar en nosotras.
Durkin deja que las imágenes vayan tejiendo la trama por sí solas y no ofrece respuestas ni un final cerrado. Cada cual sacará sus propias conclusiones, pero a mi me sugiere que el límite entre una comunidad libre con sus propias reglas y una secta destructiva de la personalidad puede ser a veces muy vago. En este caso no hay siquiera una organización jerárquica, ni un gran negocio mundial tras sus fines, o un dios que adorar. Solo un grupo de hombres y mujeres que aceptan un conjunto muy concreto de convenios, del mismo modo que lo hace en realidad cualquier sociedad, en este caso a escala más pequeña. Martha lucha por salir de su locura e integrarse en el mundo real, un mundo de pretendida seguridad, bienestar económico, consumismo y relaciones que se nos muestran ciertamente superficiales; mundo en el que su hermana se mueve entre el deseo de ser madre y las buenas perspectivas laborales del marido. No es difícil deducir que si un día todas estas expectativas se perdieran, su estructura moral podría irse también al traste y, si todo ello sucediera, pasarían también a engrosar la granja de carne para sectas. El caldo de cultivo no es otro que una sociedad muy insegura y permanentemente atemorizada que encuentra su tabla de salvación en una jaula aparentemente al margen de esa sociedad que deja de ofrecer las respuestas esperadas. No puede ser tan fácil apropiarse de la personalidad ajena, pero corren malos tiempos y pueden aumentar los vulnerables. Una película realmente inquietante.
Amiga Babel,
¿Cómo va todo?
Hace tiempo que no sé de tí. Te he mandado algún mail para ver cómo iba todo. Espero ponerme al día en cine, que este último mes ha sido para maquetar la revista (ya ha salido el nuevo número). Y me apunto esta película, que me ha despertado la curiosidad.
Un saludo (y espero poder tener tu presencia en el próximo número)
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Hey! Crowley!
Esta misma noche me pongo con la revista, que ya le he echado el ojo en el blog y te vas superando cada en cada número. Por cierto, felicidades por ese año, ya me pasaré y lo haré extensivo a todos. Y claro, cuenta conmigo para el próximo, para mi un placer colaborar. Y está el verano de por medio, que hay algo más de tiempo…
Gracias por tu visita y voy también a echarle un vistazo a eso que enlazas en este mensaje.
Ya te cuento, en breve, más por mail…
Saludos 😉
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Este estreno que nos avanzas tiene muy buena pinta. El caldo de cultivo es la sociedad del miedo en que vivimos: todo el puto día con el lobo de los cuentos en los oídos. Estupenda crítica.
Y como dice Crowley (¿the shadow of solaris?!! Uff, je, je) estamos esperando.
Saludos.
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Babel,
muy buena entrada.Me ha gustado el argumento,y por momentos me ha recordado salvando las distancias,a «Los sin nombre» de Jaume Balaguero.Este tipo de cine,el que nos traes hoy,es sin embargo,el que me produce más escalofríos,pues su pretensión no es el terror,y moviéndose en ese fino hilo que separa el drama del thriller nos conduce por la faceta más vulnerable y frágil de la condición humana,susceptible de caer en cualquier red de abuso,explotación,sectarismo….etc…
saludos!
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… la tengo en lista de espera y seguro que cae esta semana, me apetece mucho y después de leerte mucho más.
Beso
Hildy
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Sí, Martha Marcy May Marlene es una película más que notable, perturbadora, hipnotizante, un crudo retrato de la vulnerabilidad humana. Parece que nos pusimos de acuerdo para escribir la crítica! jaja! Habrá que seguir a Durkin.
Saludos!
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Licantropunk, ya está en cartelera, recién salida del horno. Pero en pocos cines. Imagino que a algunas ciudades ni ha llegado…
Troyana, está en otra línea a la que comentas. No sé si su pretensión será el terror o no, pero acojna. Cuanto tiempo, ¿no?. Nos leemos, pronto.
Hildy, harás bien, es buen cine.
Sí, Yorgos, vimos la misma película, je! Además, parece que estamos de acuerdo…
Gracias a todos 🙂
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La vi en cine el otro día y la interpretación de la Olsen me encantó. Eso sí, aun con sus virtudes, que tiene muchas, la peli para mí falla por un lamentable y penoso final cortado de repente. Decepcionante fin para una historia que prometía…
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Alberto, yo tuve esa misma sensación. Más que un final abierto es un «sin final». Supongo que es lo que pretende. De todas formas me parece que merece la pena…
Saludos
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Me gustó mucho, ya lo sabes. Es una película diferente y, muchas veces, con esto ya vale. Otro título sobre la perversidad de la mente humana, como ‘Take shelter’. Muy bien interpretada, ambigua y, como dices, con un final ‘libre’. Tan libre que cuando acabas de verla, piensas ¿Ya está? Me recordó el cine de Haneke. Un beso, Babel.
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Babel,vuelvo a tu reseña para decirte que vi la película este fin de semana y aunque no fue exactamente como yo esperaba,lo cierto es que me gustó y hoy le he dedicado una entrada en la que te menciono a ti y a jordicine ya que ambos despertasteis mi curiosidad.
saludos!
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