Dans ma peau (En mi piel) Marina de Van – 2002

Película de arte y ensayo, opera prima de Marina de Van, se presentó en  Francia en 2002, aunque nunca fue estrenada en España. Película de terror, escrita, dirigida e interpretada por la propia directora,  que también es bailarina y actriz, introducida en la vida cultural parisina de la mano de François Ozon, con quien ha trabajado en varias ocasiones como  en Sitcom (interpretando a la criada sadomasoquista) o Bajo la arena.

Dans ma peau explora la obsesión de una mujer por su cuerpo, malherido accidentalmente durante el transcurso de una fiesta. A partir de ese momento, Esther descubre el placer de experimentar con el dolor hasta la obsesión que la empuja a auto-mutilarse y practicar el canibalismo consigo misma. Película de discurso muy radical, no apta para estómagos sensibles, aunque hay que decir en su favor que resultan mucho más pavorosos los momentos en los que se intuye la crueldad de la escena que aquellos puramente explícitos, que por contra no son excesivos dentro lo que hubiese sido habitual en un film de estas características. Más allá de la conducta  enfermiza de una mujer, puede leerse como una metáfora sobre la imposibilidad de hacer frente a las exigencias de la sociedad moderna, al vacío interior de una protagonista que parece vivir con el piloto automático puesto, cuya existencia está delimitada por la falsedad y la competitividad, los celos y las traiciones, mientras su perspectiva personal se reduce a una cara hipoteca compartida con su pareja en un barrio de lujo parisino.

No es una película fácil, no solo por el macabro discurso sino por la asombrosa complejidad de su personaje principal, inquietante e intrigante. La película explora las profundidades de la mente humana a través de los ojos y las acciones de la protagonista. No hay asesinos, psicópatas ni elementos típicos del cine de terror. Hay una mujer normal y corriente que en un momento determinado se fascina con su propia carne, con su sangre, con su piel. Consciente del problema no puede sin embargo evitar masacrarse con ansia, casi con pasión, en una especie de anti-terror, donde la violencia y el daño es auto-infringido y se limita exclusivamente a una sola persona.

Película de factura técnica más que interesante en la que el sentido de la estética juega el rol principal, pero también muy violenta, con la inclusión de alguna performance  en los momentos más bizarros que puede resultar para muchos desagradable. Se explora la insatisfacción con la imagen personal hasta el hallazgo de una decadente delicia con su destrucción, a través de ataques (inexplicables) al bajel humano, a su propio cuerpo. Esther es el elemento y tema principal, todo cuanto hay alrededor queda soslayado por su insana obsesión. Este centrismo obliga al espectador a vivir durante 90 minutos en ella y a observar su progresivo delirio desde esta egocéntrica perspectiva, utilizando cámara subjetiva en numerosos momentos y recreando la evolución de la locura con el claro objetivo de que el espectador se vea abocado a experimentar sus actos en primera persona.

Un concurso de resistencia impactante,  aunque hay que agradecer la falta se sensacionalismo en los momentos más espeluznantes, donde la directora abandona el espectáculo directo y se centra en la cara de la protagonista para transmitir todo el horror de los momentos mórbidos, que repercute en que la sensación de claustrofobia aumente considerablemente. Esther utiliza la mutilación para escapar o trascender de la banalidad y la presión cada vez mayor de su mundo real, se arrastra dentro de sí misma y progresivamente se separa de cuanto tiene a su alrededor. Sus estigmas, físicos pero también emocionales, se exteriorizan de manera brutal hasta que encuentra el verdadero placer en no sentir nada destruyéndose a sí misma. No hay conclusión real, cada cual interpretará la escena final, inquietante y elegíaca, a su manera.

Una película difícil, para la que hay que prepararse antes de verla, en la que la sangre y lo desagradable no restan créditos a lo emocional ni impiden que funcione como trabajo artístico,  dentro de la nueva ola de cine de terror francés que viene ofreciendo en lo que va de década trabajos realmente interesantes.

Sweet Movie (Dusan Makavejev, 1974)

SweetMovieDesde que en 1974 se presentara en Cannes, una tormenta de controversias concluyeron con la prohibición de este largometraje en numerosos países, mientras que en otros  continúan a día de hoy severamente censuradas  muchas de sus escenas. Como consecuencia, un sector importante del público desconoce su existencia; otro no ha podido acceder a ella, al menos en su versión íntegra, hasta el lanzamiento del DVD por Criterion en verano de 2007.

Desde mi punto de vista, los numerosos improperios que durante años se lanzaron sobre el film, tildándolo de grosero, incivilizado y ofensivo como mejores lindezas, si bien no faltan a la verdad resultan bastante superficiales y no atienden a la sustancia de la película, obviando lo más importante: se trata de la comedia política más audaz, gamberra y escandalosa que probablemente exista en el cine moderno. Contiene también algunos elementos que han servido de referente a cineastas posteriores, como Kusturika o György, y lejos de tener como único objetivo la exhibición gratuita de escenas para muchos ofensivas o difíciles de digerir (para la que suscribe también), constituye una caricatura enérgica del capitalismo con el telón de fondo de la Guerra Fría, y su consecuente reflejo social en la vieja Europa. Sobre todo deja patente de modo fehaciente que, de manera independiente a la ideología con la que se presentara disfrazado (véase sociedad democrática occidental, véase degeneración del proyecto de dictadura del proletariado), ambos modelos atendían a un tipo de sociedad no tan distinta en su fondo, a pesar de las formas (y los años le van dando la razón), donde la libertad, la creatividad y el placer son tergiversados en nombre del individualismo, el consumismo o la idealización de la eterna juventud -si miramos hacia al oeste-, o el miedo, la sumisión y el desprecio absoluto de las libertades más básicas si miramos a la entonces Europa del este.

img_current_693Este retrato, lejos de escandalizar a los académicos setenteros, más bien sería lógico pensar que se hubiese prestado a reconocimientos y elogios de diversa índole. Entonces, ¿porque Sweet Movie sigue causando tanto revuelo? Probablemente la razón haya que buscarla en la intencionalidad formal del director (también guionista), pionero a la hora de elaborar un crudo retrato social  que borra cualquier regla cinematográfica precedente y transgrede las fronteras artísticas habidas hasta la fecha. Viéndola con la perspectiva del tiempo y como lo que es, una negrísima, provocadora y extravagante ficción caricaturesca, nos encontramos ante una película divertida, inteligente y compleja que exige del espectador algo más que ver y escuchar lo que se sucede en la pantalla, tanto por su estructura como por su compromiso estético, ambos radicalmente poco convencionales. Hay que advertir que el contenido de muchas escenas es realmente zafio, abyecto, por lo que cabe recomendar su visionado sólo para aquellos con una mentalidad muy abierta a la vez que un estómago suficientemente cerrado.

a sweet movie PDVD_014Pero antes de abordar el argumento y sus influencias artísticas y filosóficas, conviene esbozar brevemente quién fue Dusan Makavejev. Psicólogo antes que cineasta y uno de los máximos exponentes del Novi Film yugoslavo, Makanejef pertenece a la corriente del modernismo cinematográfico , donde se incluirían cineastas como Alain Resnais, Miklos Jancso, Jean Luc Godard, Pier Paolo Pasolini, Jean M. Straub, Vera Chitylova o Alexander Kluge. No es objeto de esta entrada extenderme en las características concretas de esta corriente; cabe apuntar, sin embargo que todos ellos parten de cierta elusión narrativa, la experimentación en los métodos de producción y el compromiso crítico sobre las condiciones sociales de la época. El cine, como cualquier arte, nunca es ajeno a los mecanismos sociales, políticos e incluso económicos, y Makavejev, en su Yugoslavia, entenderá estos principios de modo especialmente crítico con la realidad de su país y siempre en contraposición a la figura de la autoridad y la represión. Tras algunos cortometrajes y documentales, y un polémico estreno del film «Inocencia sin defesa», en 1971 trata de llevar a las pantallas la controvertida «Misterios del organismo», una película montada a modo de collage que entremezcla noticieros y fragmentos de otras cintas con una historia central sobre las teorías del inconformista psicólogo Wilhelm Reich, introduciendo asuntos eróticos de modo explícito y sugiriendo con ello que la libertad sexual podría ser motor importante de la revitalización del marxismo. La película fue prohibida y Makavejev se vio obligado a huir de Yugoslavia, para no regresar hasta 1988. Sweet Movie tuvo que rodarse en Canadá, Francia y Holanda, con financiación de Alemania Occidental.

vlcsnap-663529Sweet Movie carece de narración lineal en el sentido formal del término y está construida, como la anterior, a modo de piezas de puzle que se suceden, intercalando sucesivamente dos historias paralelas que solo se encuentran al final de la película. Se inicia con un concurso de belleza para elegir la Miss Mundo «más virgen» de 1984. La ganadora es Miss Canadá y su premio el matrimonio con Mr. Dólares, un magnate de la industria de la leche que presume de ser el hombre más rico del mundo, dotado de un enorme pene de oro macizo. Su nuevo marido resulta sin embargo un personaje extremadamente hortera, maniático de la asepsia sexual e hipocondríaco, con un particular y mórbido temor a las enfermedades relacionadas con el sexo. Rechazado por ella en la noche de bodas, y tras una discusión sobre el reparto de los bienes matrimoniales que no tiene desperdicio, es finalmente secuestrada, introducida en una maleta y facturada como equipaje a París. Allí entabla relación con un espécimen dedicado a la canción melódica, español para más señas, con el que se une a una comuna dedicada a las extravagantes travesuras de sus miembros, seres más que desinhibidos que no son sino un cómico retrato del movimiento hippie que aparentemente profesa la libertad absoluta, aunque en el fondo no haya demasiada diferencia en sus relaciones ni reacciones con mundo del rico marido que la despachó. Aquí también el tiempo le ha dado toda la razón.

2768391866_fd4235c172_oParalelamente a este hilo narrativo, vemos un vapor navegando por un canal de Ámsterdam. Su nombre es Supervivencia y tiene como rasgo distintivo una gran talla con el rostro de Karl Marx en la proa. Los pasajeros son en su mayoría muy jóvenes (hay incluso niños, en clara referencia a la presentación que se hacía en la Europa del Este del nuevo régimen frente al caduco occidente), y la carga consiste en toneladas de azúcar y golosinas. Su capitana, Anna o Capitán Planeta, se enamora perdidamente de un marinero al que recoge mientras hace auto-stop en el rio, y que lleva la palabra «Potemkim» grabada en la gorra, que pasará a convertirse en su alocado amante. Tras algunas orgías (hay escenas explícitas) trata de deshacerse de él a golpe de puñaladas, pero solo obtiene burlas y risas. Pocas dudas caben acerca de que la muerte no es lo más temible en el barco de la supervivencia.

a sweet movie PDVD_017Hacia el final de la película, el sexo, la subversión, lo absurdo, convergen en dos escenas: por una parte vemos a Miss Mundo sumergida desnuda en un baño de chocolate para un anuncio publicitario, a modo de sensual abandono, donde encuentra la muerte tras un espectacular orgasmo ahogada bajo toneladas de chocolate; por otra, asistimos a una auténtica masacre en el barco, que concluye en carga policial y la detención de los supervivientes. Makavejev satiriza las frivolidades del capitalismo con tanto ímpetu como ataca la represión del falso comunismo soviético, aunque trata de imprimir una visión positiva dando un giro final en la última escena, cuando los cadáveres que yacen a lo largo del canal comiencen a revivir al tiempo que aparecen los créditos finales, sugiriendo que la vida y la libertad son, a pesar de todo, inextinguibles.

vlcsnap-666556Una de las fuentes, al menos de las secuencias más escabrosas y degradadas, son (como en su anterior film) las teorías de Wilhelm Reich, sobre todo las que se refieren a la comuna donde convive la protagonista en París y las que corresponden al anárquico (y azucarado) despliegue sexual en el interior del barco. Cabe recordar que cuando se realizó la película, los acontecimientos de Mayo del 68 estaban relativamente frescos; también el caso de la comuna Friedrichshof (1972), que pretendía reemplazar instituciones burguesas como la propiedad privada y la monogamia por la emancipación sexual ilimitada, y que fue disuelta y sus miembros acusados, entre otros cargos, de pedofilia. El recreo que hace Makavejev contiene grandes dosis de realismo además de claras referencias a los precedentes artísticos de la época, el Movimiento Pánico, el mundo del Body Art y la Performance. O, de forma aquí más precisa, el Accionismo Vienés, con la presencia en pantalla del mismo Otto Mühl, por lo que conviene poner sobre aviso al espectador, que se enfrenta a todo tipo de escenas de excreción explícita por diversos orificios corporales, incluida la escatología más soez, que sin duda expanden hasta el límite las posibilidades transgresoras de una práctica artística radical, llevada aquí hasta sus (casi) últimas consecuencias. También se deducen algunas de las teorías del pensador ruso Mikhail Bakhtin, quien con su teoría del Gran Carnaval revolucionó el pensamiento de la época mediante la idea del arte salvaje y caótico como necesidad desesperada de la sociedad para la liberación del sometimiento a los códigos de decoro y decencia impuestos por el poder dominante.

vlcsnap-662686Con todo, mucho más inquietantes que toda esta sucesión de (quizás) despropósitos, resultan las imágenes de archivo que documentan la masacre del Bosque de Katyn, intercaladas hábilmente entre las escenas más románticas, que son las que tienen lugar entre la Capitán Planeta y el marinero Potemkim (que no es sino la URSS). En Katyn, el ejército soviético asesinó y enterró en fosas comunes (muchos de ellos vivos según las autopsias) a más de catorce mil prisioneros polacos. La masacre se atribuyó a la Alemania nazi, pero en 1992, tras la caída del Muro, Rusia reconocerá que fue Stalin quien autorizó los asesinatos. Makavejev entiende el régimen imperante en los países del este como una forma de fascismo, que utiliza el marxismo para en realidad tergiversarlo en beneficio del poder de una minoría. Cuando sucede la masacre ficticia en el buque Supervivencia, vemos como a la figura de Marx de la proa le cuelga de un ojo una enorme bolsa de agua a modo de gran lágrima, mientras intercala imágenes de archivo de los asesinados reales en 1943, lo que sugiere claramente que los ideales y filosofía de Marx sobre un futuro esperanzador y libre fueron también enterrados en el Bosque de Katyn.

vlcsnap-667023El montaje, de Yan Dedet, cuyo puzle no parece tener una conexión lógica ni en la narración ni en el tiempo, aunque en conjunto se perciben los vínculos y su significado, se debe, con bastante probabilidad, a la influencia del cine abstracto surrealista de la década de los cincuenta, entre los que se encontrarían algún film de Chris Marker (Carta a Siberia, 1957) o los cortometrajes de Bruce Conner, y a la influencia de la vanguardia soviética de los años 20, entre ellos, Einsestein.

La banda sonora merece mención aparte. Ideada por el compositor griego Manos Hadjidakis, incluye algunos conocidos temas setenteros intercalados entre canciones como Bandiera Rossa, canción popular utilizada como himno de los comunistas y socialistas italianos, mientras contemplamos frívolos devaneos sexuales, el Himno de la Alegria o fragmentos de La Internacional al tiempo que se producen algunas de las secuencias más grotescas.

vlcsnap-662140Añadir por último que, según se explica en el libreto que acompaña la reciente edición en DVD, Coppola propuso a Makavejev colaborar con él en lo que por entonces era sólo un esbozo de su obra «Apocalypse Now», tras quedar impresionado con las nuevas tendencias cinematográficas de los Balcanes y, en particular, con «Misterios del Organismo», pero el yugoslavo se desvinculó del proyecto y se decantó por el rodaje de Sweet Movie en lugar de hacerlo con Coppola. No podemos saber si le hubiese ido mejor en su carrera de haber aceptado la oferta, o quizás mejor preguntarse qué destino habría tomado la de de Coppola… En cualquier caso, Sweet Movie va más allá de una película de bajo presupuesto gamberra y subversiva, para la que se prodigaron en improperios los intelectuales de por aquel entonces, de uno y otro signo (incluido el PC francés, que acusó a Makavejev de traidor), pues se trata de un film sumamente interesante tanto por sus influencias como por su contenido implícito, al margen de las lógicas reservas sobre los límites morales que cada cual juzgue conveniente imponerle.

Dedicado a Lapor

Jack be nimble (Garth Maxwell, 1993)

jackbenimblecartelPocas noticias llegan por estos pagos sobre el cine que se hace en nuestras antípodas, aunque a poco que uno se informe, casi siempre que se habla de cine neozelandés encontraremos referencias a su diversidad, independencia y originalidad. En pocas películas son tan evidentes estas tres características como en «Jack be nimble», un extraño thriller psicológico realizado con escasísimo presupuesto en 1993, escrito y dirigido por Garth Maxwell (autor de series como Xena o Hércules), convertido por aquellas tierras en una película de culto y que viene a demostrar que el género de terror más bizarro puede albergar tanto un buen guión como una implícita crítica social. El título hace referencia a una famosa canción de cuna en inglés, porque nuestro protagonista, Jack (Alexis Arquette) es una especie de Hansel o Tom Thumb (Pulgarcito) que, antes de poder regresar con su hermana Dora (Sarah Smuts-Kennedy), de la que fue separado siendo muy pequeño en el orfanato, se ve obligado a vivir con una familia adoptiva que son algo así como la élite extrema de la casa de los horrores, donde crecerá a base de inimaginables abusos y humillaciones (la típica biografía de un asesino en serie) hasta que logra escapar y poder decidir sobre su vida. El tema que subyace es la denuncia del abuso infantil y el vínculo entre hermanos, incombustible a pesar de los años: él nunca la olvidará y ella, poseedora de poderes extrasensoriales y marginada por sus compañeras de escuela, allanará el camino para que el hermano se acerque a pesar de la distancia kilométrica que les separa; relación fraternal que acaba convirtiéndose en una delirante (aunque oculta) historia de amor incestuoso. Terrorífica, explícita y bastante gótica, se presenta a modo de cuento de hadas inspirado en el mundo de los hermanos Grimm, pero a medida que se desarrolla la trama se vislumbra el homenaje indirecto a alguna de las mejores películas de De Palma o Peter Jackson. La película entreteje la denuncia del maltrato infantil (en la familia, abuso o indiferencia; en la calle, la alineación con lo que es popular o el bullying escolar), aunque lo hace en un ambiente de terror psíquico cargado de simbolismos y con un estilo visual que recuerda en numerosas ocasiones el mundo onírico de Lynch o la brutalidad extravagante de Cronenberg.
nibleIncatalogable, rarísima, brutal e inolvidable, es una de esas curiosidades cinematográficas, muy bizarra, en la que se aúnan situaciones que pocas veces se ven juntas en un film, y sin duda una de las películas más extrañas que he visto en mucho tiempo. Ganadora en Fantasporto’94 de los premios Mejor Actriz (Sarah S. Kennedy) y Mejor Guión (Garth Maxwell), así como candidata a Mejor Film, la cinta es recomendable para aquellos que busquen curiosidades dentro del género fantástico de terror, porque además de divertida y siniestra, es el antídoto perfecto para los desencantados que crean que ya está todo visto en este género.

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Una noche en una ciudad, de Jan Balej (2007)

«Jedné noci v jednom městě«, título original de este largo de animación dirigido a adultos, fue el resultado de seis años de dedicación casi exclusiva del checo Jan Balej a su proyecto. Praga es algo así como la Alejandría de la animación Stop Motion, última depositaria de una técnica heredera de grandes artistas como Jiri Trnka o Jan Svankmajer, que vive en la actualidad su declive. Porque en la era de la digitalización y el 3D, no son demasiados los animadores que invierten su tiempo en algo que requiera tanta paciencia como este tipo de trabajos. Para la elaboración es preciso construir una a una todas las marionetas, crear los fondos manualmente y hacer las miles de tomas que unidas darán lugar a los movimientos de los personajes. Seis años para unos 70 minutos reales filmados: se puede decir que la determinación de Jan Balej es poco menos que infinita. En Praga, sólo queda un taller que se dedica a fabricar muñecos manipulables para este tipo de películas; ahora, el propietario está a punto de jubilarse y su trabajo tiene tan poca solicitud que está condenado irremediablemente a desaparecer. La película parece recoger a través de sus historias el tono melancólico que invade hoy a los amantes de esta técnica artesanal. Y como si el sentimiento quisiese ser transmitido al margen del idioma del posible espectador, carece de diálogo y los personajes se comunican mediante gestos, miradas u onomatopeyas. Su atmósfera se construye lentamente, entretejiendo diferentes historias cuyo nexo común es la omnipresencia de la noche. Historias que no llegan a conectarse unas con otras, cuyos personajes entran y salen del escenario del film sin el convencionalismo estricto de un guión que los una.

Todo comienza una noche con una invasión de hormigas en un edificio de viviendas, a las que acompañamos para asistir como espectadores de la extraña vida de sus habitantes. La suerte de fenómenos que se oculta detrás de las puertas es impredecible; historias plagadas de horror y humor negro que son un prodigio de la insana imaginación del autor. Todas tienen como lugar común la noche de Praga y el barrio de Zizkov, que Jaleb plaga de personajes y situaciones a cual más surrealista y extraño: hombres con cabezas deformes, uno complace su tiempo construyendo un circo de insectos muertos, otro tiene en la cocina su propio crematorio para perros, hay un cazador de osos urbanos, un ama de casa dedica su amor a un burro culto en detrimento de su familia o un pez y un árbol comparten las vacaciones navideñas… Acompañan este desconcertante festín otras historias en una ciudad, en el escenario de la calle, cuyo hilo argumentativo resulta menos agrio que las que tienen el edificio como telón de fondo, pero sin alejarse demasiado de su tono decrépito. Historias aparentemente inconexas que en conjunto ofrecen un trabajo originalísimo, cargadas de referentes literarios y plásticos (en el cine y en la pintura), que tienen como denominador común alejarse de toda amabilidad hacia el espectador, quien puede llegar a sentirse por igual fascinado e incómodo ante lo que va pasando por su retina. La historia de amor a la sombra de un café, en el que las pinturas de la pared adquieren vida en la imaginación de un hombre solitario y el modo en que mezcla deseos, recuerdos y pesadillas, evocan la angustia de los relatos de Poe, al tiempo que los escenarios rozan la decadencia de Wilde. En otro, una oreja lynchiana es hallada por un frustrado acordeonista envuelta en una hoja de periódico; oreja que, una vez pegada a su propia cabeza (automutilación incluida a lo «Lust for life» de Minnelli), le hace capaz de pintar como Van Gogh. Y alguna posee cierto aire moralizante, como la de los dos borrachos y la misteriosa botella, que no es sino una transposición del cuento de la lámpara de Aladino, cuyo genio tendrá como misión cumplir los deseos de ambos beodos. Todo conducirá a una feliniana propulsión de alimentos, alcohol, cigarrillos y fotos sexuales cuyo exceso viene a decirnos produce la disminución del apetito y de la libido, materializado como un carnaval de grandes pechos en un prostíbulo que, a modo de «tren de la bruja» se transforma en laberinto del que sólo cabe escapar por una extraña puerta…

Navegando entre el surrealismo, el absurdo, lo onírico, la acidez y lo bizarro, la película intenta hablar sobre la soledad y los sueños escondidos, sobre la amistad y sobre encontrar un lugar en el mundo y, en su combinación de poética, fantasía, humor y nostalgia, nos ofrece historias diferentes sin una trama aparente y sin que nunca lleguen a resolverse, dejando entreabierto cierto espacio para la fantasía individual de cada espectador. Personalmente, mientras unas partes de la película me parecen realmente fascinantes, otras en cambio se me antojaron poco acertadas en su contenido e incluso algunas rozan, a mi modo de ver, el límite de lo agradable. Algunas de las historias que se desarrollan dentro del edificio, que en total ocupan casi la primera media parte del film, están entre lo menos acertado, como la del exhibicionista o la amante del burro. Sin embargo, el hombre-árbol que convive con la carpa, relato que se presenta como alucinación fruto de esa dosis que ilustra el cartel, me resultó grato por lo inusual y bien llevado, a pesar del su tono surrealista, extraño y alejado de cualquier similitud al comportamiento natural en una fábula al uso. Pero son los tres últimos, que bien podrían funcionar como cortometrajes independientes del resto (estoy casi convencida de que con bastante probabilidad esa fuese la intención primera, y que después acabó sumando todos los trabajos) los que poseen una calidad técnica y narrativa incuestionable, con una ambientación entre suaves azules, tenues grises y negros muy acordes al tono del relato, a los que se añaden estudiados guiños al cine, la pintura y la literatura que solo por su disfrute merece la pena visionar la película.