Martin McDonagh, director y guionista de esta película, cuyo estreno es inminente en España, es un hombre del teatro, como escritor y como director. En el terreno cinematográfico sólo ha trabajado en dos ocasiones: un cortometraje, Six Shoter, por el que se llevó un Oscar en 2005 y ésta, su primera incursión en el mundo del largometraje. Quizá por ello su film, aunque está lejos de ser una obra teatral llevada a la pantalla, tiende más a ganar la atención del espectador mostrando los sentimientos más primarios de los protagonistas que a dibujar un relato a base de sumar información para llevar al público a sus conclusiones. In Bruges (título original) es un film de violento, crudo y trágico en el que, desde las primeras escenas, en las que la cámara retrata muy de cerca las expresiones de los protagonistas con maravillosas tomas de la ciudad de Brujas como telón de fondo, se nota que no es una película más de las que engordan las listas de la cartelera. Colin Farrell y Brendan Gleeson interpretan a dos sicarios irlandeses, afincados en Londres, que acaban de aterrizar en Brujas. Su jefe (Ralph Fiennes) les ha ordenado esconderse en la ciudad y esperar órdenes tras un «trabajito» que ha salido mal. Ambos poseen caracteres muy opuestos, por lo que no afrontarán del mismo modo la espera, conduciendo a la pareja de delincuentes a vivir una extraña y surrealista aventura en la que el director introduce tanto elementos de thriller como de comedia negrísima, otras veces de drama con algún toque romántico, para concluir con un final al más puro estilo del género negro, código de honor incluido.
Podría decir que los actores (todos) están impecables en sus papeles, que la dirección es brillante, que la trama se funde en perfecta simbiosis con el paisaje de Brujas, que el dibujo de los personajes es minucioso y no deja nada al azar, logrando que las situaciones más absurdas resulten enteramente verosímiles, que la fotografía es majestuosa, que la narración está fantásticamente llevada para ir descubriendo poco a poco cuál es la verdad de cada personaje y que logra entretener e interesar al espectador (a pesar de su pulso relativamente lento) sin necesidad de recurrir a elementos superfluos ajenos a lo que está contando… Todas estas afirmaciones serían ciertas porque , sin duda, Martin McDonagh se revela en este film como un cineasta muy a tener en cuenta, y su película, seguramente como una de las mejores del cine europeo reciente y del género; una película que puede hablarle de tú a tú a las mejores de Tarantino de quien, por otra parte, deja entrever su influencia.
Pero si hay algún elemento que creo que destaca por encima de todos los mencionados (y no quiero con esto menospreciar ninguno de ellos) es la calidad en la construcción del guión. Y, por supuesto, los diálogos. La trama entera, hasta casi el final, en el que aparece el personaje de Harry (el jefe, excelente actuación a pesar de su brevedad de Farrell) se sustenta en los diálogos entre los dos asesinos. Dentro de ellos se desarrolla toda la narrativa del film, cada una de las escenas y su desenlace. Unos, deliberadamente planeados para provocar los momentos de tensión o los giros narrativos. Otros, preparan el terreno para el conflicto, a pesar de que en un principio puedan parecer divertidos o triviales. Pero aquí ninguna palabra es banal, todas resultan necesarias y son utilizadas con la suficiente maestría para que tengan, además, una buena dosis de humor sin ni siquiera pretender la risa. Solos, los actores y sus conversaciones, sustentan casi todo el film.
En una película corriente, la mayoría hubiesen sido sustituidos por la acción y los efectos especiales. Porque lo cierto es que, en la mayoría de películas, los diálogos están dedicados casi por entero a enfatizar el argumento. Aquí, sin embargo, las palabras aparentemente irrelevantes establecen la personalidad del personaje, son en sí mismas suficientes, van desenvolviendo como un regalo poco a poco la película sin resultar evidentes, están siempre interrelacionados con el lugar donde pretende llegar el director y logran combinar con eficacia la belleza de su prosa con momentos de malintencionada imaginación. La mayoría de directores, sin este talento narrativo, necesitaría recurrir a planos violentos, a la sangre y a efectos añadidos para construir un film de estas características, porque sus conversaciones son pobres y son aburridas. En In Bruges los personajes casi siempre están hablando y casi siempre dicen cosas interesantes, ingeniosas, temibles o divertidas. Casi se podría decir que la película funcionaría del mismo modo tan sólo escuchándola. Id a verla y, después, imaginad tener que escuchar «El incidente», «El increíble Hulk» o a Stallone en «John Rambo»…
Comedia
Prométeme (Emir Kusturika, 2007)
Cada vez que veo una película de Emir Kusturica me llevo la misma impresión: por un lado, refuerza mi imagen de este director como un personaje muy positivo, capaz de reírse de sí mismo y de su Yugoslavia, a pesar de la situación en la que se encuentra; por otro, un empacho tremendo de folclorismo que no me desagrada, pero que me provoca la misma sensación que cuando, de pequeña, una se atiborraba de pastel de merengue hasta la saciedad (y me encantaba!), llegando a ese punto en que la ingesta es tan grande que quedas extasiada, desbordada por lo grato, y prefieres no oír hablar del susodicho merengue en una larga temporada.
Sus excéntricos relatos sobre las tribulaciones de la vida en los Balcanes, a pesar de haber recogido críticas muy opuestas, han cosechado premios en casi todos los festivales de renombre, habiendo logrado ser de los pocos cineastas que ya poseen dos Palmas de Oro en el Festival de Cannes.
Fay Grim (Hal Hartley, 2006)
Pero, pero… Si bien Fay Grim nos deja entrever algunos lugares habituales de su anterior filmografía, se echan de menos demasiadas cosas en esta nueva andadura: los diálogos sencillos (a la par sugestivos) y tan geniales que componen el estudio humano de los personajes (muy logrados en «Henry Fool»), las texturas emocionales seductoras y absorbentes… Sobre todo, el retrato concienzudo de la complejidad de unos personajes con la piel pegada a la trama; trama que, por más que en «Fay Grim» trate de ponerle el turbo, desemboca en muchas ocasiones en lo ininteligible y otras en la verborrea fútil; un intento arduo para sorprender al espectador, pero sin lograrlo. La película no está exenta de momentos divertidos (como cuando la protagonista esconde en sus bragas el móvil en modo vibración… aunque a mí me recordó alguna peli de Lina Morgan!), originales (el múltiple uso de la cajita contenedora de la orgía), ingeniosos (la multiplicación de los cuadernos falsos, llegándose a dudar, incluso, de que existan los verdaderos) o magistrales (la actuación estupenda de Saffron Burrows como agente del Mossad). Pero, amén de estos momentos, la acción se pierde entre lo embrollado y lo desmedido, quedando el conjunto en un buen ejercicio de estilo, que adolece del magnetismo al que acostumbra Hartley y, lamentablemente, vacio.
Una chica cortada en dos
Confieso que esta película no me atraía en absoluto: la historia de una chica (monísima presentadora del tiempo en la TV) entre dos amores, el de un escritor entrado en los 50 y un joven rico, millonario y caprichoso, no está entre los argumentos que potencialmente me interesen demasiado. Si la he visto, ha sido tan sólo porque a veces, cuando vas al cine con más gente, se impone el criterio de la mayoría y frente a la opción de regresar a casa prefieres pasar el rato en la sala bien acompañada aventurándote a lo que venga después. Bendita mayoría pues, porque la película me ha sorprendido muy gratamente ya que, lejos de ser una comedia ligera y mojigata sobre amoríos entre ricachones y chicas a la caza de Visa, me encuentro con una historia retorcida, maliciosa y encantadoramente perversa, plagada de obsesiones y sutilezas; una mirada corrosiva e inteligente a la sociedad actual, a sus juegos de poder y al egoísmo e interés que mueven sus apuestas emocionales.
Claude Chabrol recrea, retrata cínicamente y a la vez con elegancia, la burguesía adinerada a través del microcosmos de los tres personajes, dibujando desde una perspectiva ciertamente mordaz y grosera su universo interior, su pesada moral, su sexualidad (distinguiendo la externa y la interna), su laberíntica interioridad sentimental de atracciones y odios, fiel reflejo de cierta esquizofrenia individual y colectiva de una sector social movido por la apariencia y el acecho de la libertad, el placer y, como no, el dinero. Y lo hace con un pulso lento al comienzo, pero que va in crescendo en su desarrollo, haciendo paladear al espectador la negrura de cada una de las situaciones, sin implicarse, a modo de espejo que refleja irónicamente esa realidad de tramas sociales y mentiras que lejos de ser una moralina es el retrato audaz de un sector social que, desde mi punto de vista, logra sobradamente. La película tiene, además, algunas escenas encomiables: la entrevista al escritor por el crítico de televisión, el encuentro entre la madre del millonario y la protagonista, y la escena final del espectáculo circense, auténtica recreación de cómo esa realidad anda dominada por la teatralidad y la farsa. Recomendable.
Allanamiento de morada
Mateo Gil dirige en esta pieza a un jovencísimo Eduardo Noriega y al actor de comedia Pepón Nieto, en la que narra cómo dos vendedores de enciclopedias a domicilio con pocos escrúpulos engatusan a su víctima, Rosa (Petra Martínez), con la excusa de ofrecer maravillosos regalos a fin de concluir su venta. Quizá hoy en día la gente está ya más alerta frente a este tipo de timos, pero hace pocos años no era inusual ver estos personajes puerta a puerta a la caza de amas de casa intentando colar la liebre. Divertido y bien interpretado, obtuvo varios premios en 1998. Está basado (según dice al comienzo del corto) en 1.749.358 casos reales (sólo en nuestro país) y en la propia experiencia del director, cuando trabajaba como vendedor de libros al tiempo que estudiaba.
Mateo Gil fue compañero de estudios de Alejandro Amenábar, al que conoce en la Universidad de Madrid, y cuya amistad le lleva a colaborar en sus tres primeros cortometrajes: «La Cabeza» (1991), «Himenóptero» (1992) y «Luna» (1995). Esta colaboración continuará con el paso de los años, ejerciendo de guionista para Amenábar en los largometrajes «Tesis«, «Abre los ojos» y ya en 2004 «Mar Adentro«, con la que obtiene el Goya al Mejor Guión Original. Como director, Mateo Gil tiene en su haber dos largometrajes: «Nadie conoce a Nadie» (1999), rodado y ambientado en la semana santa sevillana y «El Método«, adaptación cinematográfica de la obra de teatro «El Método Grönholm», por la que obtiene en 2005 el Goya al mejor Guión Adaptado. Recientemente ha colaborado en la adaptación televisiva de la serie «Películas para no dormir«, y en la actualidad se encuentra trabajando en una nueva película, «Pedro Páramo«, que espera estrenar hacia final de este año o principios de 2009.
El baño del Papa
Viaje a Darjeeling
La pelicula me parece muy acertada, personalmente he disfrutado bastante con el humor excéntrico que destila, que le aporta frescura y una fuerte personalidad. El color y la estética son otro de los puntos fuertes, tratados con máximo cuidado en el metraje, plagado de planos ocurrentes y extraños que dan esa original comicidad a situaciones que en realidad son profundamente dramáticas. Colorido, humor absurdo, diálogos aparentemente desquiciados, protagonistas con registros muy diferenciados y buenas interpretaciones de Owen Wilson, Adrien Brody, Jason Schwartzman, que me han recordado en muchos momentos situaciones parecidas al camarote de los hermanos Marx. Pues eso, Wes Anderson regalándonos otro film único con su inconfundible sello; una película agridulce, cien por cien cine, sin pretensiones comerciales y eso se nota.
A quienes no hayan visto nada de este director, es posible que al principio les cueste apreciar la gracia y el sentido a estas comedias que en realidad no son comedias, con personajes muy simples pero a la vez muy complejos por la riqueza de emociones implícitas que aportan, muchas veces perdidas en situaciones poco convencionales o ilógicas. No hay grandes presupuestos, ni efectos especiales, ni acción desmedida.. Un tren, el desierto, tres actores bajo su genial batuta, un relato atípico (muchas veces hilarante), y un guión que dice más de lo que parece. Dentro de algún tiempo, creo que lo que más recordaré es la escena primera y última a cámara lenta corriendo para subir a ese bellísimo tren. También el tema final «Les Champs-Élysées».. y que a pesar de que la historia en sí misma es un drama de órdago, te hace pasar la mayor parte del film con una sonrisa.
Karaula
Food
Sus películas animadas le sirven como un terreno no explorado, que le invita a descubrir algo nuevo y a realizar lo no realizado. El material fílmico le posibilita experimentar a numerosos niveles, basándose en la combinación de la animación, de los trucos y de los artistas. Mezcla el humor y la sátira con el misterio y el espanto.
Dos días en París
de Julie Delpy (2007)
El resultado es una cinta fresca, original, inteligente, una interpretación más que buena y unos estupendos diálogos. Hacía tiempo que no me divertía tanto viendo una película. Y parece que no se va a quedar ahí, porque se dice que tiene ya en mente un nuevo proyecto, un drama inspirado en la vida de Erzebet Bathory, una sanguinaria condesa húngara del siglo XVI. Seguro que no me la pierdo.
Babi Léto
Babi Léto, que significa en checo algo así como «por siempre joven», es una divertida comedia negra de sabor agridulce capaz de hacerte pasar de las risas a las lágrimas casi en la misma escena, y eso tiene su mérito. Lo mejor de la cinta es la excelente actuación de Vlastimil Brodsky, actor de teatro que murío al poco tiempo de finalizar el rodaje. Una comedia sobre la ancianidad cuyo mensaje va más allá de la demostración de cómo ésta es una época para la diversión y no para la triteza. Ganadora de cuatro Leones checos (Mejor Actor, Actriz, Guión, Actor de Reparto) y nominada por su país a los premios Oscar (no obtuvo ninguno, faltaría más!!), supone la consolidación como director de Michálek, después de dirigir Angel Exit, un exitoso retrato de la joven generación checa. Un film con una estupenda actuación, que propone disfrutar cada momento de la vida como si fuese el último, y que te deja unos cuantos días con la sonrisa puesta. Para no perdérselo.