A estas alturas, ya nadie pone en duda el hecho de que Chaplin es para el cine el icono por excelencia del siglo XX. Director, actor, escritor, productor y compositor, su personaje es universal, porque independientemente del país o del idioma, Charlot (todavía hoy), despierta el entusiasmo del público sin precisar de más lenguaje que el corporal.
Sus movimientos desequilibrados, su mirada dulce, su inconfundible caminar oscilante y su cadencia casi musical no precisan del diálogo para comunicarse con el público, porque hablan por sí solos sin necesidad de discurso, construyendo ese lenguaje del Cine en sus orígenes, universal, que desconoce los límites nacionales que posteriormente vendría a incorporar, mediante la palabra, el cine sonoro.
Este mes de abril (el día 16 para ser exactos), Chaplin habría cumplido 120 años. La mejor manera de celebrarlo sería, que duda cabe, poder ver sus películas en la pantalla de un cine acompañadas de la banda sonora interpretada por una orquesta en directo. Sólo con imaginarlo, debe tratarse de una experiencia única. Desafortunadamente esto no es posible (al menos, que yo sepa), pero una alternativa mínima es visitar la exposición itinerante que sobre su figura organiza la Fundación «La Caixa», que durante este mes y hasta el 17 de mayo se puede visitar en Valencia, y que ha pasado ya por ciudades como Madrid, Barcelona u Oviedo.
La exposición incluye fotografías originales, carteles de cine, notas de producción, recortes de prensa, material documental y fragmentos de películas, algunos de ellos inéditos, así como diverso material de merchandising como cromos de época o tebeos sobre Charlot, que permiten ofrecer una visión global de su obra desde diferentes puntos de vista: Comienza con el nacimiento del personaje y termina con las últimas películas de su etapa muda, recorre también la trayectoria como cineasta de Chaplin, las coreografías de Charlot, el exilio y la etapa hablada, en la que desaparece el pequeño vagabundo tal como lo recordamos hoy día.
Un trabajo muy interesante, que pretende ir más allá de un retrato convencional de Chaplin, dando a conocer parte de los archivos de la familia y la riqueza de una documentación en gran medida desconocida. Charlot es, sin duda, un personaje único y uno de los más queridos que ha generado el cine del siglo XX. La exposición muestra la evolución desde su nacimiento y las distintas etapas hasta conformar el Charlot conocido por todos (que en su origen tenía poco que ver con el cómico romántico de bombín y bastón), la enorme cantidad de trabajo que hay detrás de una secuencia que dura sólo unos segundos, el carácter perfeccionista de Chaplin, que rodaba una y otra vez la misma escena hasta considerarla él perfecta, y la comparación del personaje con sus sucesores, como Monsieur Hulot de Jacques Tati, por ejemplo, ofreciendo una amplia visión del gran legado cómico y artístico de Chaplin.
La influencia en la vanguardia de la época y en otros artistas, su vida, su infancia y juventud, y su trayectoria, desde la conquista de Hollywood hasta que adquiere plena conciencia de su repercusión y crea una oficina que gestionará su imagen comercial, están bastante bien retratados y documentados en la exposición, que se cierra cuando Charlot comienza a hablar, muere el personaje que perteneció al cine mudo y Chaplin interpreta en 1940 el que sería su último papel. En el momento más álgido de su carrera, Chaplin opta por el compromiso social, y su posicionamiento político provoca que no se le renueve el visado para entrar en los Estados Unidos. A partir de entonces viviría en Suiza con Oona, su última mujer, y sus ocho hijos, hasta su muerte el 25 de diciembre de 1977.
Además de la calidad del material y la abundancia de fotografías e imágenes, uno de los aspectos más interesantes de la exposición son las proyecciones de partes de sus películas y de material no incluido, por distintas razones, en sus films. Como el de este vídeo, rodado para la película «City Lights», una escena en la que Charlot trata de sacar un palito de la alcantarilla durante siete minutos, tan perfecta que es imperdible, y es más que probable que no se incluyese para no distraer el resto de contenidos de esta obra maestra.
Lugar: L´Almodí (Sala de Exposiciones) Plaza de San Luís Beltrán s/n. Valencia. (De martes a sábado, de 10 a 14 horas y de 16,30 a 20,30 horas; domingos y festivos, de 10 a 15 horas). Hasta el 17 de mayo. Entrada gratuita.