Cine, Cine, Cine…

Asistimos en Valencia a toda clase de venta de humos sobre la reciente cancelación de la Mostra de Cinema Mediterrani, que nacía en los 80 como encuentro para la difusión cinematográfica pero sufría desde hace una década metamorfosis políticas varias, quedando en las últimas ediciones no solo muy distante del objetivo inicial sino también muy lejos del gran acontecimiento ciudadano que los actuales políticos municipales pretendían como rédito de un evento puramente cultural. A pesar de todo nunca dejó de acoger una parte de cine de calidad, aunque la lectura de nuestras rancias autoridades sea que no era gran cosa para la pasta larga que costaba, esas autoridades de cultura mascletera para las que lo verdaderamente importante de todo esto no era sino que diversos y acólitos agentes intermediarios se llevasen  buena parte del beneficio de la gestión mientras ellos lograban captar actrices y actores -en más o menos decadencia- que cual marionetas de feria lucían en la ciudad en un derroche de provincianismo que los valencianos sufrimos de manera casi constante a cargo de nuestros bolsillos y nuestra vergüenza. Porque en realidad a la Mostra le robaron el alma en Valencia hace ya muchos años, unos a golpe de taquillazo, otros a golpe de gore y aventuras, pero todos con el denominador común del talonario bajo el sobaco, la puta pela y la demagogia caciquil que transformó aquel festival punto de encuentro de la diversidad cultural mediterránea en un barco a la deriva que acabó por zozobrar.

A pesar de este panorama como agrio telón de fondo, se han conjugado esta semana diversos factores que dan  como resultado un conjunto de propuestas cinematográficas nada desdeñables, todas juntas y a la limón, una pequeña luz en el oscuro túnel del panorama cultural valenciano. Regateando a pensantes y pudientes, la semana ofrece a los cinéfilos un abanico de posibilidades más que interesantes para ver buen cine en pantalla grande.  Tomen nota y aprovechen mientras no se dan cuenta, porque pocas son las ocasiones que pintan tan bien para el disfrute cinematográfico.

Por un lado tenemos buenas perspectivas en cuanto a películas en estreno. Roman Polanski con Un dios salvaje, adaptación de la obra teatral de Yasmina Reza que podemos ver en multisalas o en versión original subtitulada. Un trabajo que seguro no me pierdo, a pesar de que en las últimas semanas no le encuentro las 25 horas que necesito al día, pero todo lo que salga de la cámara de Polanski merece, a mi juicio, ser visto, y Un dios salvaje no es una excepción.

Otra propuesta de cartelera más que interesante viene de la mano del argentino Gustavo Taretto y su Medianeras, con Pilar López de Ayala como protagonista, película presentada en la Sección Oficial de la Seminci de Valladolid y en el último Festival de Berlín con beneplácito de crítica y público. El también argentino Carlos Sorín nos sorprende esta vez con un thriller titulado El gato desaparece, que podremos ver a partir del viernes 25, y que narra los sentimientos contrapuestos de un hombre cuando regresa a su casa tras ser dado de alta  después de varios meses de internamiento en una clínica psiquiátrica como consecuencia de un violento e inesperado brote psicótico. Y también a partir del 25 podremos deleitarnos con la última propuesta de David Cronenberg, Un método peligroso, la turbulenta relación entre el joven psiquiatra Carl Jung (Vigo Mortensen), su mentor Sigmun Freud y Sabina Spielrein. Al trío se le une cual aliño un paciente libertino decidido a traspasar todos los límites, lo cual no es poco decir tratándose de Cronenberg.

Pero si el panorama de estrenos pinta realmente bien, no es para menos la actividad de la Filmoteca durante esta semana y la venidera. De momento por 1,5 euros, gratis con el carnet de estudiante, hoy sábado nos podemos permitir ver en pantalla grande y subtitulada El Decamerón, dirigida en 1971 por Pier Paolo Pasolini, aguda crítica al moralismo y al puritanismo, lúcida y bien realizada, al pelo para una jornada de reflexión.  Dentro del ciclo dedicado al director italiano, se proyecta el domingo 20 Los cuentos de Canerbury, buen responso después de cumplir nuestra misión democrática del voto, y también la provocativa Saló o los 120 días de Sodoma, el próximo martes 22 y el jueves 24 en distinto horario.

Sin abandonar la Filmoteca, durante la semana podremos elegir asistir al pase de El fotógrafo del Pánico, excelente reflexión sobre cine y vouyerismo de Michael Powell; Funny Games, de Michael Haneke; Million Dollar Baby, de Clint Eastwood; Las uvas de la ira, de John Ford o Vals con Bashir, de Ari Folman. Y dentro del ciclo de homenaje a Berlanga, la Filmoteca repone uno de sus mejores trabajos, El Verdugo, mientras repite pase Les quatre verités (Las cuatro verdades). Como broche cinematográfico semanal, el viernes recupera al Agustí Villaronga de 1986 con la proyección de la dura, asfixiante y sugestiva Tras el Cristal, la historia de un antiguo oficial médico nazi paralizado en un pulmón de acero tras un accidente que comienza a recordar sus prácticas sexuales perversas sobre personal muy joven durante la guerra: sin exposiciones explícitas ni demasiado gore, pero ríanse de A Serbian Film

Fuera de estos canales, en La Nau, Centre Cultural de la Universitat de València (C/ Universitat, 2), dentro de las Jornadas Polonia y Les Fronteres de Identitat Europea, proyecta en el campus dos películas de esta nacionalidad, imposibles de ver por otro medio: Jasminum, de Jan Jacub Kolski (2006), y Amor Reclutado, de Zwerbowana Misolic (2010), el 23 y el 30 de noviembre respectivamente. La entrada es libre y quienes estéis interesados podéis encontrar más información en este enlace.

Y para finalizar, cogiendo el coche y unos kilómetros al sur de la capital, el Club Cinema Alzira repone para quienes se la hayan perdido Inside Job, documental de Charles Ferguson, una importante crónica no solo sobre las causas, sino también sobre los responsables de la actual crisis económica que ha puesto en peligro la estabilidad económica  del planeta y significado la ruina de millones de personas que han perdido sus hogares y empleos, amén de lo que quede por llegar.

Merece la pena tomar buena nota, intentar planificar el tiempo para sentarse y disfrutar de una semana de buen cine para todos los gustos.

La Filmoteca de Valencia llena con un ciclo de clasicos

Cuando el mundo del audiovisual se rinde al lamento de que el cine no es un buen negocio, cuando un puñado de distribuidoras que se pueden contar con los dedos de una mano decide qué podemos ver en las salas comerciales de nuestro país, cuando películas interesantes (incluso multipremiadas) se editan más allá de los Pirineos en DVD, incluso se pasan por canales televisivos privados antes de que vean la luz en nuestros cines, abocando al espectador español a descargarla de internet con los subtítulos de algún cinéfilo altruista que ha decidido traducirlos del inglés para disfrute de todos, la mayor parte de las veces sin beneficio ninguno para él, pues en momentos así, de vez en cuando surge una estrela de luz entre tanta oscuridad mercantilista que ya obtiene más beneficios de la venta de refrescos de cola emplastada y palomitas que de la propia proyección de la película. Ir al cine te sale por un pico, porque al abusivo precio de la entrada tienes que sumarle el refresco y maíz de rigor, y se te planta la fiesta en 10 euracos del ala por cabeza, amén de la desilusión que la mayoría de veces causa la exhibición de lo contado mil veces a lo que solo se le añaden los efectos especiales de rigor, efectos que ya comienzan a formar parte de lo excesivamente manido, tal vez por el abuso, tal vez porque el público entiende (por fortuna) que el cine no es eso, que no, que no es eso.

Pues entre tanto nubarrón resulta que la Filmoteca de Valencia viene llenando la Sala Berlanga, en pleno centro de la ciudad y con una capacidad para 188 personas, con el ciclo de cine clásico Básicos Filmoteca que se proyecta desde el pasado octubre, que ya anda por su segunda fase y que, visto el éxito, hay rumores de repetir. Historias de Filadelfia, la deliciosa comedia de George Cukor, era el pase del miércoles pasado. Me hubiese gustado asistir el jueves a las 8 de la tarde, porque la película iba introducida y seguida de un coloquio a cargo de Áurea Ortiz, profesora de la Universidad de Valencia, pero esa hora de la tarde es especialmente difícil para mi, a riesgo de regresar a mi casa con la parentela en un estado similar a este. No es que en mi dulce hogar nadie arrime el hombro, pero el terreno cocina sigue siendo espacio vetado para el sexo masculino y es una batalla de la que he desistido hace unos cuantos años, sobre todo por las consecuencias posteriores: el coste es siempre mayor que el beneficio cuando se trata de fogones y grasilla. Pero volviendo a la filmoteca, es cierto que un cine lleno no sería noticia si se tratase del último estreno de Hollywood, pero la Berlanga ha rozado el lleno en jornadas como El acorazado Potemkin, Tiempos modernos, El maquinista de la general, La pasión de los fuertes, Ciudadano Kane, M el vampiro de Duselldorf, Deseando amar, El séptimo sello o Un perro andaluz. Los pases son un par de veces por semana a distintas horas, y los jueves van acompañados de una presentación y coloquio a cargo de especialistas en historia y teoría del cine, además de entregar a los asistentes un dosier con una pequeña introducción a la película que expone la importancia de cada film dentro del desarrollo del lenguaje cinematográfico. Las proyecciones son todas en soporte foto-químico y en versión original subtitulada, y las silentes se pasan sin sonido, acompañadas de una audición musical en directo lo más fiel posible a la manera como se proyectaron en su estreno. Se trata a todas luces de transmitir el valor de la experiencia colectiva que supone asistir a una sala cinematográfica para ver una película en su versión y formato originales. Cine imperdible e imprescindible en el centro de la ciudad, a un euro y medio la entrada y gratuita con el carnet de estudiante. El autobús de ida y vuelta sale bastante más caro.