Barry Lyndon, de Stanley Kubrick

No sé si será porque tenía ganas de verla en pantalla grande o porque es mi película favorita de Kubrick, pero ha merecido la pena el paseo hasta la filmoteca para volver sobre un film que ya he visto como tres o cuatro veces, a pesar de que dura algo más de 180 minutos. Kubrick rodó esta, su décima película, entre La naranja mecánica y El resplandor. El director tenía la intención de hacer un film sobre la vida de Napoleón, personaje al que admiraba, pero el proyecto fracasó al topar de lleno con la crisis de la Metro Goldwyng Mayer, productora hasta la fecha de casi todas las películas de Kubrick. Así que decide aprovechar el trabajo de ambientación que tenía avanzado para, una vez asociado a la Warner, buscar una novela que se adaptara al conjunto, y fue de este modo como dio con Memorias y aventuras de Barry Lyndon, publicada por William Makepeace Thackeray en 1844. El libro, que se podría encajar entre la novela picaresca y la histórica, narra la trayectoria de un personaje de ficción, un joven irlandés de origen humilde que durante la primera parte asciende rápidamente en la escala social con métodos no demasiado ortodoxos, del mismo modo que la vida de opulencia le devuelve tiempo después a sus  orígenes, acabando sus días en la miseria, tan arruinado como comenzaba su existencia.

Toda la ambientación, aspecto cuidado hasta el último detalle, está inspirada en obras pictóricas del siglo XVIII. Las tomas parecen calcadas de pinturas de Reynolds, Gainsborough, Hogarth, Stubbs, Watteau y Constable, entre otros, que el director reproduce casi exactamente en la composición de las escenas, a lo que añade el particular uso de la luz para lograr una copia casi exacta. Hay incluso un momento, en la escena de la ceremonia nupcial, en el que el fondo, incluidos algunos asistentes, son un lienzo. El detalle pasa bastante desapercibido por los efectos de cámara, y cabe suponer que la ultimaría de este modo debido a presiones presupuestarias. Para lograr un mayor realismo, Kubrick no se conforma con reproducir los lienzos, y toda la película está rodada con luz natural, utilizando velas para la iluminación nocturna y de interiores, lo que le confiere gran realismo. Barry Lyndon es la primera película de la historia rodada al completo sin luz artificial. Kubrick hizo construir una cámara especial que después sería utilizada por la NASA. La fotografía es de John Alcott, y el aspecto de lienzo que tienen las imágenes se logra a base de usar el zoom,  con el que consigue un resultado realmente espectacular.

Kubrick quería rodar la película en Irlanda,  ya que gran parte de la acción se desarrolla allí. El trabajo comenzó en septiembre de 1974, en los Estudios Ardmore, muy cerca de Dublin, pero aquellos eran años violentos en el Ulster -meses antes los británicos asesinaban a 13 supuestos terroristas en Londonderry, en solo tres años se había llagado a la cifra de 500 muertos de ambos lados-, y las amenazas del IRA, que no estaba por la labor de ver sus verdes praderas repletas de soldados ingleses con casacas rojas disparando contra sublevados irlandeses, hace desistir a Kubrick de continuar el rodaje, que decide regresar en Navidad con todo el equipo a Inglaterra para continuar la película en las cercanías del Castillo de Howard, donde están rodados muchos de los interiores, y en otras localizaciones como Hohenzollern o Ludwigsburg, Alemania. El vestuario del filme y los decorados fueron  creados y diseñados por Ulla-Britt Soderlund y Milena Canonero  –Carros de Fuego, María Antonieta– tomando como referencia los cuadros y lienzos, y recrean a la perfección la sociedad burguesa de la época napoleónica y del reinado del rey Jorge,  una exhaustiva labor de estudio histórico y de análisis de las pinturas del periodo hasta obtener una textura en el vestido lo más veraz posible.

El broche al trabajo de ambientación lo pone la banda sonora, a base de composiciones de autores clásicos como SchubertTrio para piano-, HaendelZarabanda-, BachConcierto para dos claveles y orquesta– o VivaldiConcierto para violonchelo-, adaptadas e interpretadas por el compositor Leonard RosenmanAl este del edén, Rebelde sin causa, Un hombre llamado Caballo– al frente de la National Philarmonic Orchesta. También hay piezas de música tradicional irlandesa, como el tema Women in Ireland, a cargo del conjunto irlandés The Chieftains, todas ellas seleccionadas por Sean O´Riada. Se pueden escuchar también algunas marchas militares, en la parte de la película que transcurre durante la Guerra de los Siete Años: Los granaderos británicos sigue a Barry durante sus borracheras y orgías en el ejército, la Marcha de Hohenfriedberger, o Idomeo, rey de Creta, esta última obra de Mozart.

A Barry Lyndon le da vida Ryan O´Neal, pero la elección del actor principal nunca contó con la aprobación de Kubrick, que quería a Malcom McDowell en el papel. O´Neal acababa de rodar Love Story y era el galán de moda de Hollywod, un verdadero imán para la taquilla, así que Kubrick no tuvo más remedio que aceptar, aunque a regañadientes, las imposiciones de la Warner. Años después, en alguna ocasión, el director había referido las limitaciones de O´Neal como actor, y como anécdota contaba que en ocasiones se puede apreciar en la película su dificultad para atinar a apoyar el pie derecho en el estribo cuando tenía que subir al caballo.

El resto del elenco está compuesto, en su mayoría, por actores con los que Kubrick trabajaba habitualmente. Muchos de ellos son los mismos que aparecen en La naranja mecánica, y a otros se les puede ver en películas posteriores de Kubrick, sin ir más lejos, en la siguiente, El Resplandor. Godfrey Quigley, que interpretaba al capellán de la prisión en La naranja mecánica es quien encarna al Capitán Grogan; Philipe Stone, padre de Alex DeLarge, es el criado Graham y en El Resplandor sería Delbert Grady, el vigilante anterior a Jack Nicholson del hotel Overlook. El jugador amanerado, Lord Ludd, a quien Barry vence en la escena del duelo, es Steven Berkoff, el mismo que interpretó al sargento de policía de la comisaría donde es detenido Alex, de La Naranja Mecánica, y Antony Sharp, aquel Ministro del Interior, ahora hace de Lord Harlan.

Kubrick era tremendamente minucioso, cada escena era rodada al menos 25 veces, según declaraba posteriormente O´Neal, y casi siempre trabajaba saltándose el guión pre-establecido, por lo que el rodaje avanzaba muy despacio y el presupuesto se disparaba con el paso de los meses. Su perfeccionismo era tal que incluso gustaba de encargarse personalmente de la supervisión del doblaje en otras lenguas. En España, sin ir más lejos, impuso los actores que prestaron su voz para la película, y no se conformó con los dobladores habituales: la voz del narrador es la de José Luís López Vázquez y la de Barry recayó en Juan Carlos Naya, actor bastante popular en la España de entonces. La película reventó todos los presupuestos previos, porque los algo menos de tres millones de dólares iniciales pasaron a convertirse en casi once una vez concluido el trabajo. Kubrick jamás consiguió recuperar la inversión, ya que el resultado fue un fracaso estrepitoso en taquilla, a pesar de estar nominada a siete Oscar, de los que logró ganar cuatro: dirección artística, fotografía, vestuario y banda sonora adaptada.

Inside Job (Charles Ferguson, 2010)

Estaba esperando que se estrenase este premiadísimo documental sobre el lado oscuro del capitalismo pero ninguna distribuidora ha tenido a bien dejar una copia en ningún cine de la Comunidad Valenciana, así que he tenido que invocar poderes de telekinesis y ayer me pude poner a ella cuando apareció en mi IBM. Película obligatoria aunque, la verdad, terminas de verla de muy mal humor, advierto. El mundo está sembrado de canallas, pero nunca se tiene la misma conciencia cuando se intuye que cuando te lo restriegan por delante de las narices con pelos y señales, sobre todo si tenemos en cuenta que el mayor de ellos se llama mercados financieros y que, como todo lo que no tiene nombre y apellido, casi nadie sabe exactamente a quien nos referimos con el palabro. También es cierto que a nadie que se mantenga mínimamente informado se le escapa que el causante de esta crisis económica global no ha sido la suma de actitudes del ciudadano que no ha sabido elegir bien sus inversiones y se ha dedicado al atraco de bancos y resto de entidades financieras para costearse 70, 80 o 90 metros cuadrados donde caerse muerto y, por si fuera poco, vota libremente a políticos mediocres que para resolver sus problemas emiten bonos de deuda que ellos mismos y sus hijos habrán de pagar.


La película destripa bastante bien los mecanismos de ingeniería financiera que han hecho posible llegar a esta situación centrándose en el año 2008, momento en que el Lehman Brothers se hunde arrastrando con él las bolsas de medio mundo. La radiografía de cómo se manejan esos mercados de las finanzas y el montaje especulativo que ha derivado en la crisis actual resulta creíble, y la tesis fundamental que argumenta que el capital financiero tiene cogidos por los huevos al poder político norteamericano y a las universidades más prestigiosas donde se forman los futuros cuadros del sistema, es del todo convincente.

Las prácticas criminales de bancos y grandes entidades de crédito, sostenidas por la desregulación de los mercados, la pasividad ofensiva de ciertos organismos internacionales y la capitulación de demasiados gobiernos durante décadas, son sin duda la madre del cordero. Hasta aquí lo soportable, digo, porque llevamos dos años transigiendo con cierta concupiscencia mediática y casi  nos hemos ya acostumbrado. El punto obsceno del metraje viene cuando muestra a los buitres de esos mercados financieros ocupando plazas directivas en las mejores universidades norteamericanas, o designados a dedo como altos cargos políticos de absoluta confianza por, por ejemplo, Obama, la esperanza de cambio para millones de estadounidenses, al tiempo que un  cabezapensante bancario chino se explaya cada quince minutos en alguna que otra lección de ética o la ministra de economía francesa, Christine Lagarde, entre otros prestigiosos políticos, dirime la coyuntura con una presunción que roza lo insultante.


Cinematográficamente, es un documental  al uso, bastante bien trabajado en cuanto a entrevistas y tempos, abundante en material de archivo y un discurso que discurre fluido, fruto de las bondades del guión, muy bien planificado, al que cabe añadir un cuidadoso montaje. Nada que ver, por tanto, con las gansadas más o menos simpáticas de Michael Moore, aunque bastante más cercano a cualquier producto televisivo bien realizado que a una película de Cine propiamente dicho, a pesar de incluir algún que otro plano aéreo general para conferir vuelo al relato.

Logra también el objetivo de dar pie al debate, tan de actualidad entre los dirigentes mundiales, sobre la necesidad urgente de cambiar el modelo económico. Papel mojado, si tenemos en cuenta que son esos mismos mercados financieros los que imponen las reglas para salir de una crisis que ellos mismos han provocado, a costa del sobreendeudamiento público y de gobiernos que, a merced de esas mismas entidades que les financian, se muestran incapaces de dar una respuesta sobre las medidas a tomar frente a esta crisis planetaria. Se continua en la línea de bendecir a los gigantes de las finanzas mundiales, esos entes macroeconómicos intangibles que se suponen necesarios para salir de esta, y que siempre llevan las de ganar a la hora de castigar a quienes, en un ejercicio de cinismo galopante, señalan como auténticos responsables de la situación, estos sí, materiales y tangibles, los ciudadanos de a pie que deben pagar sosteniendo la deuda generada. Esos somos ni más ni menos que todos y cada uno de nosotros y, lamentablemente, el futuro de nuestros descendientes.

Winter´s Bone (Debra Granik)


Entre tanto largometraje de magnánimo presupuesto se codea para los premios de la academia de Hollywood, tal como lo hiciera Slumdog Millionaire en su día con asombroso éxito, esta cinta independiente premiada en el último Festival de Sundance, de la casi desconocida pero interesante Debra Granik. Winter´s Bone cuenta la historia de Ree, una muchacha de 17 años, sorprendentemente interpretada por Jennifer Lawrence, que vive con sus dos hermanos pequeños y una madre en estado catatónico. A Ree le gustaría alistarse en el ejército, pero no puede abandonar a su familia. Una buena mañana aparece un oficial de policía comunicándole que su padre ha salido de la cárcel en libertad condicional, para lo que ha puesto como fianza la casa donde viven. Si no se presenta cuando le corresponde, el Estado ejecutará la fianza y se quedarán en la calle. Ree comienza la búsqueda de su padre, envuelto en turbios asuntos de drogas entre clanes de la región montañosa de Ozark, perdida en el Missouri, un recodo en la profundidad de los Estados Unidos que parece que el tiempo ha pasado por alto y la ley puede controlar a duras penas. El peso de un majestuoso paisaje natural choca de frente con los vestigios de una vida humana semi-apocalíptica, restos de basura apilados alrededor de maltrechas cabañas y coches quemados en signo de venganzas junto a  caminos asfaltados con prisa. La necesidad de encontrar a su padre sumerge a Ree en el negro corazón de los Orzak, una odisea inquietante y devastadora de proporciones casi bíblicas. Códigos tácitos de honor protegen a la vez que amenazan a Ree mientras persigue su forzoso objetivo a fin proteger lo único que posee y sacar adelante a su familia. Las gentes le advierten que debe dejar de hacer preguntas y dar marcha atrás mientras todavía esté a tiempo, pero Ree no tiene otro remedio que seguir adelante.

Adaptación de la novela homónima de Daniel Woodrell, la película se sostiene a base de ritmo pausado, injustificadamente pausado en algunos momentos, y tiene como centro el drama psicológico de sus personajes, plagado de primeros planos abrumadores que penetran en las oscuras almas de cada uno de ellos. Todos los actores están excelentes y logran interpretaciones creíbles, en especial la protagonista, que se mete en el bolsillo a la audiencia desde el primer momento con su cara angelical y su natural inocencia. El sonido de cuervos, búhos y perros que ladran encadenados, el viento agitando los árboles y la magnificencia del helado paisaje en general, que recuerdan bastante a Frozen River, constituyen uno de los pilares principales del film. Y como en Frozen River, familias rotas adaptadas al medio natural y sacadas adelante por mujeres que ejercen de auténticas heroínas ante la ausencia masculina para no perder sus hogares y sus familias, se baten en un duelo vital entre viejas y arraigadas deudas y disputas familiares que encaminan ambos films al thriller dramático con un ligero toque noir. El drama de la infancia, niños que tienen que sacarse adelante a sí mismos en un mundo absolutamente hostil, ante el que necesitan ocultar el abandono de los adultos para no ser víctimas de la amenazante separación, me trajo a la mente la impresionante película del japonés Hirokazu Koreeda, Nadie sabe: la escena donde Ree enseña a disparar a sus dos hermanos, a cazar ardillas, despellejarlas y sacarles las tripas para comérselas, es sencillamente sobrecogedora. Aprender a sobrevivir solos y contra todo, sin lágrimas, golpes bajos al espectador ni sentimentalismo barato, resulta terrorífico a la hora de mostrar las verdaderas emociones. Si hay un techo bajo el que cobijarse o un plato que llevarse a la boca se reduce exclusivamente a ella, emocionalmente sensible pero dura como una roca si se trata de aceptar un no como respuesta. No es la película del año, ni seguramente lo pretende, pero tardará en borrarse de mi retina.

French roast, de Fabrice O. Joubert

Hace tiempo que me apetecía comentar este corto, que seguramente muchos conoceréis, ya que fue uno de los candidatos finalista en la categoría de cortometraje de animación a los premios Oscar en la pasada edición. French Roast nos traslada a un típico café parisino en el que un estirado hombre de negocios descubre que ha perdido su cartera cuando se dirige a pagar la cuenta. Para ganar tiempo, mientras se le ocurre qué hacer, decide pedir otro café. A partir de aquí se suman a la acción diversos personajes y la situación comienza a parecerse a una comedia de enredos: un insistente y barbudo clochard entrando a pedir limosna, la encantadora monjita anciana aparentemente inocente, el inspecteur de la gendarmería o un garçon de siniestra estampa. El corto, de unos ocho minutos y sin diálogos, se desarrolla en un único escenario, en el que los personajes entran y salen a excepción del protagonista. Todas las situaciones están narradas de manera ocurrente, con una mezcla de hilaridad y simpatía a la que ayuda, sin duda, el acertado diseño de los personajes,  que añaden un plus de comicidad a una historia que en el fondo no es sino un drama reflexivo sobre la solidaridad y cómo las apariencias y don dinero mueven tantas veces la costumbre popular. Economía de medios, al tiempo de una cuidadísima y elegante animación, hacen de este cortometraje una delicia visual que conviene no perderse.

El título se refiere a una variedad de café tostado bastante habitual en esta zona de Francia. Dirigido por Fabrice O. Joubert,  supervisor de animación de «A monstre à Paris» y producido por Pumpkin Factory, los diseños son obra de Nicolas Marlet, uno de los diseñadores de personajes en «Kung Fu Panda«. French roast ya había acumulado una buena cantidad de premios por allá donde era presentado antes de ser finalista a los Oscar. A mí me cautivó desde que lo vi hace unos meses, tanto por la sencillez de contenido como por su esmerada presentación visual.  A ver qué os parece…

Plano secuencia (IV): Juan J. Campanella, El secreto de sus ojos (2009)

Imposible no comentar uno de los mejores planos secuencia que se han hecho recientemente, la escena del estadio Huracán durante el recreo del partido de futbol del Racing de Avellaneda, incluida en la película «El secreto de sus ojos«, con la que Campanella opta al Oscar en la categoría de mejor película en lengua no inglesa para la presente edición. La película, emotiva, apasionante; una historia de amor convertida en thriller, llena de intriga, ambientada en la Argentina de los 70 de la que destacaría, además de un sólido guión con vueltas muy bien trabajadas, una dirección ejemplar, una cuidada fotografía y un elenco de factura formidable, en el cabe resaltar a Ricardo Darín que se come la pantalla, y a la coprotagonista, Soledad Villamil. Y todo ello con un presupuesto que no llega a los 2 millones de euros. Merece pues la pena echar un vistazo a este plano secuencia, realizado mediante grúa para las tomas aéreas, con alguna transición en 3D, además de la ambientación del estadio lleno (parece más claro el uso de técnicas de animación en el minuto 0:48) y el resto todo cámara en mano. Hay un momento especialmente bueno, a partir del minuto 4:30, en el que la cámara sigue al protagonista cuando salta por la escalera y parece suspendida en el aire para caer con él y seguirle hasta que entra en el estadio. La música y la radiofonía acompañan esta excelente escena, que sin duda es uno de los momentos más fascinantes de la película. No es demasiado probable que salga premiada en Hollywood, pero desde aquí deseamos mucha suerte a Campanella y a todo su equipo.

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La dama y la muerte, de Javier Recio (2009)

Hace unos días publicaba aquí uno de los cortometrajes nominados a la presente edición de los Goya: Alma, de Rodrigo Blaas. No es que la que escribe confíe demasiado en que el estar nominado a algún premio importante sea sinónimo necesario de calidad, pero sin duda es una forma de reconocer el trabajo que, a veces durante años, realizan jóvenes artistas y que de otro modo pasaría para la mayor parte del público inadvertido, como es el caso de la animación fuera del ámbito estadounidense y mucho más si nos referimos a su formato en cortometraje.

Ayer conocíamos la noticia de la nominación de un trabajo español a los premios de la academia norteamericana, que también compite a los próximos Goya en su categoría. Se trata de «La dama y la muerte«, un trabajo de poco más de ocho minutos cuyo proyecto ha costado más de dos años  y que es el primer film de este tipo realizado con técnicas de 3D en España. Dirigido por el granadino Javier Recio Gracia y apadrinado por Antonio Banderas en la producción, nos ofrece una dinámica muy bien ambientada y realizada en clave humorística. Dejo una copia, pero podéis ver el corto si lo deseáis en su página con mayor calidad de resolución, así como el making of y abundante información gráfica en el enlace al blog oficial de la película. Desde aquí deseamos a todo el equipo mucha suerte en las próximas galas de los premios a los que opta.

This Way Up (Adam Foulkes y Alan Smith, 2008)

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This Way Up es un fantástico corto animado creado por los publicistas británicos Adam Foulkes y Alan Smith para el Sundance Film Festival. El corto gustó tanto que fue uno de los nominados a los Oscar del 2009, aunque finalmente no consiguió hacerse con la estatuilla.

Con un humor negrísimo y muy británico, narra las peripecias en las que se ven envueltos dos enterradores para dar digna sepultura a una clienta, 563723828_VS2w2-X3construido a modo de repertorio de gags, a cual más macabro, y extrañas cadenas de peligros, incluyendo un épico viaje de ida y vuelta al infierno. Su tono oscuro y surrealista quizá fuese una desventaja a la hora de optar al premio, pero después de haber visto los que fueron nominados, a mí es el que más gusta, con diferencia.

Adam Foulkes y Alan Smith no cuentan todavía con demasiado currículum a sus espaldas; pero seguro que, de seguir así, en adelante se oirá hablar de ellos. 563652393_wACii-X3Foulkes, guionista y codirector, sólo había trabajado hasta la fecha en el mundo de la publicidad. Smith, quien sólo dirige, sí cuenta con alguna experiencia, sobre todo en la televisión británica, pues participó en algunos capítulos de la serie de animación «Monkey Dust» en 2003 y ha hecho algunos pinitos en el cine, teniendo a su cargo secuencias animada de la película «Una serie de catastróficas desdichas» (suyo es el pequeño elfo) y algunos títulos de crédito para diversos films juveniles.

Network, un mundo implacable. Sidney Lumet

networkHace escasas semanas podíamos presenciar el apuñalamiento en directo de un muchacho por parte de un ultra mientras comíamos viendo el telediario. Lo había grabado una cámara de seguridad y se pasaba por La 1, televisión que pagamos con nuestro impuestos. Pero también se hacían eco otros canales privados, paradójicamente alguna cadena que presume de no ser sensacionalista como La 4, o algún periódico más o menos serio y con alardes progresistas como es El País en su edición digital.  De estas cosas ni nos asombramos, nos tienen tan habituados los telepredicadores a la barbarie informativa, que el público nos hemos vuelto casi inmunes. Pensándolo bien, no deja de ser triste, pero este es el mundo en el que vivimos, guste o no, quizás por ello tendemos cada vez más a encerrarnos en nuestra propia parcela existencial y ocuparnos en menor medida de los asuntos colectivos que en definitiva nos atañen a todos. Y lo peor, quizás ello haga que las generaciones futuras sean más impermeables a la manipulación informativa, pero al mismo tiempo mucho menos sensibles a lo cotidiano siempre que puedan cerrar la puerta de su parcela hipotecada a los sentimientos ajenos. Casualmente anduve revisando Network, una película que cada vez que veo descubro facetas nuevas, no sólo por lo que atañe a su contenido, también a sus formas y a su factura. Y cada vez se me antoja más perfecta. ¡Salid todos y gritad por las ventanas lo jodidos que estáis! bramaba aquel presentador de televisión que levantaba la audiencia hasta que se cansaron de él, bajaron los índices y le propusieron el despido. Claro que, un propagandista de tamaña envergadura no se iba a conformar con el finiquito y la jubilación anticipada. Así que nuestro profeta, loco de las ondas, Beal (Peter Finch), impermeable empapado y gomina hasta las cejas, se harta. Preso de una crisis nerviosa, mientras se emborracha con su jefe y bromea con suicidarse, pide se le de la oportunidad de despedirse en antena: «Me he quedado sin tonterías que decir» y anuncia su suicidio en directo.network

Pero en realidad nuestro teleapóstol no es sino un personaje secundario, porque el auténtico protagonismo se centra en Diana Christensen (Faye Dunaway), ejecutiva del canal de televisión, mujer voraz, hambrienta de índices de audiencia que hará lo que sea, lo que sea, para mejorarlos y trepar en la cadena. No duda, si es necesario, en convertirse en amante de Max Schumacher (sensacional William Holden) para lograr aquello en lo que se empeña. Increíbles escenas donde sus labios se humedecen cada vez que piensa en los índices mientras sus ojos brillan cuando intuye cómo aumentarlos. En la cama, discute sobre la audiencia mientras se acuesta con su jefe, y llega al orgasmo al tiempo que jadea algo sobre su programa «La hora de Mao Tse-tung»

“¡Y usted se ha entrometido con las fuerzas primitivas de la naturaleza! ¡Y usted debe repararlo! ¿Me entiende usted señor Beale? Usted aparece en su pequeña pantalla de 21 pulgadas y grita sobre América y la Democracia. No existe América, no existe la democracia, sólo existe la IBM, la ITT, la AT&T, y DuPont, Dow Unión Carbide y Exxon. Esas son las naciones del mundo de hoy día.”

Sátira extravagante, drama tenso y comedia visionaria convergen todos en uno en Network para mostrarnos el mundo real, la manipulación de las masas y también el desprecio con el que se llega a tratar a los profesionales de la comunicación cuando dejan de ser útiles o no están dispuestos a seguir la voz de su amo. A nadie le importa lo que se diga en televisión mientras no se amenacen los beneficios. La libertad de prensa y de información no es sino papel mojado frente a las inmorales maneras que existen para luchar por unos cuantos puntos de ratting.

Cualquiera que lea esto y no sepa nada de este film podría pensar que se trata de la última escapada del cine indi, pero no, la película se rodó en 1976, cuando el auge del medio televisivo se pensaba pondría en seria amenaza los intereses económicos del mundo del cine para el dorado Hollywood. Y ganó cuatro Oscars, aunque estaba nominada a 10, con bastante probabilidad gracias en parte al mensaje contra el medio que representaba, aunque a mí me parecen sobradamente merecidos, sobre todo el otorgado al mejor guión y a Peter Finch, quien no pudo disfrutarlo pues falleció poco antes del reconocimiento.

Una película que convendría que todo el mundo viese o revisase, caso de haberla visto, por su mensaje que hoy día resulta completamente vigente (aunque las situaciones y decorados obviamente nos remitan a los 70) y también porque pone de manifiesto la capacidad de Lumet para moverse en terrenos muy distintos dentro de una misma película. Asunto nada fácil este que, seguramente, en manos de cualquier director menos eficiente, hubiese hecho del film un amasijo insalvable, pero que bajo la dirección de Lumet se convierte en un todo perfectamente equilibrado a la altura de otras cuantas obras maestras con las que cuenta en su haber.

Departures (Okuribito), de Yôjirô Takita (2008)

departures-poster-01Habida cuenta de los últimos Premios de la Academia de Hollywood, en los que obtuvo el Oscar a la Mejor Película Extranjera, venciendo a las a priori favoritas Walz con Bashir y a la ganadora de la Palma de Oro, La Clase, en la actualidad casi todo el mundo ha oído hablar de esta película japonesa, Okuribito (título original), que no ha sido todavía estrenada en España aunque ya se puede conseguir en DVD con subtítulos en inglés. Después de haberla visto creo que, en conjunto, el premio es suficientemente merecido y, aunque he de confesar que no sabía demasiado bien de qué iba antes de sentarme a verla, me sentía muy atraída por la idea de una película asiática llena de muertos, cadáveres y ataúdes que no tuviese nada que ver con una cinta de terror.

Departures desmitifica la muerte y una de las profesiones relacionadas con ésta, que en occidente equivaldría a algo así como un embalsamador, y que en el contexto japonés es el «noukan» (el que envía), la persona que tiene la responsabilidad de ayudar a las familias de los fallecidos a aliviar el dolor de la pérdida preparando meticulosamente el cadáver (vestimenta, maquillaje, etc..) antes de iniciar el viaje al crematorio o cementerio. Sin duda una profesión rechazada y malinterpretada (aquí y allí también) por las connotaciones negativas estereotipadas culturalmente y también por nuestro innato miedo a la muerte, que hace que evitemos, siempre que sea posible, todo lo relacionado con ella. Ahora bien, la película es japonesa, y como todo lo japonés, el oficio de preparar cadáveres antes de encerrarlos en el ataúd, separado funcionalmente del negocio de las funerarias, viene mostrado con un elaborado ritual de preparación y limpieza en todas sus fases, todo hecho con gran precisión, habilidad y máximo respeto por los difuntos y los miembros de las familias.vlcsnap-2393124El protagonista absoluto es Diago Koayashi (Masahiro Motoki), presente en todas las escenas del film, un chelista que sueña con viajar por todo el mundo con su esposa Mika (muy bien interpretada por Ryoko Hirosue) en la maleta, como buena esposa japonesa. Por desgracia, su orquesta se disuelve viéndose obligado a vender el costoso chelo acuciado por las deudas contraídas en su pasión por hacer de la música su oficio. Desanimado, convence a su esposa para trasladarse a su pequeña ciudad de origen, a la casa en la que dejó a su madre, con el fin de comenzar una nueva vida. A través de los anuncios de la prensa va a parar a la Agencia NK, encargada en la preparación de los difuntos para su último viaje.okuribito-photo-11La primera media parte es simplemente fantástica, cuenta con interpretaciones excelentes y la historia, aunque se presta a ello, no sólo carece de tintes melodramáticos sino que muestra un tono permanentemente irónico sobre la muerte y la vida que dinamiza el relato, a pesar de su pulso lento, ganando efectividad tanto por lo curioso de las escenas mostradas como por el negro sentido del humor de la que está impregnada. Lo que sucede es que hacia el final el film da un giro argumental y adquiere un tono cada vez más dramático (las contradicciones con su esposa que rechaza su profesión y la búsqueda de su padre que les abandonó cuando era niño, reflejado en su jefe y mentor) y termina convirtiéndose en un film dramático cargado de poesía visual. El trabajo de dirección es efectivo y cuidado en todos los detalles, técnicamente bien planteada y con algunas escenas muy logradas, que rebosan una carga emotiva importante, a las que se añade la música del chelo, melancólica y envolvente, conjunto que a mi modo de ver quiebra con un final lento y demasiado abrupto que no hace justicia a la dinámica que tan meticulosamente había construido. Eso sí, solo por las escenas del nokanshi se hace merecedora de los elogios recibidos y a pesar de no cumplir con las expectativas por ser demasiado irregular y quizás excesivamente dilatada en su segunda parte, es una película sin duda hermosa y sensible que merece la pena recomendar.

Vals con Bashir, de Ari Folman (2008)

Resulta bastante complicado comentar esta película; un documental animado realizado por el director israelí Ari Folman basado en las masacres de Sabra y Shatila ocurridas en 1982, en las que murieron miles de civiles (todos libaneses) y cuyas responsabilidades a día de hoy todavía no han sido depuradas. La dificultad reside en que la cinta, como animación arriesgadísima en su apartado técnico, me ha parecido lo mejor que he visto en muchos años y, sin embargo, tras verla, queda un cierto sabor amargo sobre los posicionamientos y alguna que otra justificación repartida a lo largo del metraje. He leído más de una crítica que aclama el valor de la película centrándose en su contenido humano o testimonial. En mi opinión, es precisamente este contenido el que no se puede sino observar desde un punto de vista muy, pero que muy crítico, dados (además) los últimos acontecimientos y el cariz que están tomando los asuntos en la región.

Aún a riesgo de extenderme demasiado, conviene repasar un poco de historia previa para abordar los sucesos que trata la película. Al margen del conflicto general entre Líbano e Israel, cabe recordar que Bashir Gemayel era el líder de la fracción de los autodenominados falangistas cristianos libaneses (F.L.F., leales y dispuestos para con el gobierno de Israel) que disfrutaban del poder en el gobierno tripartito; gobierno que trataba de mantenerse, desde hacía muchos años, en el frágil equilibrio entre cristianos, la OLP y los radicales islámicos (actualmente en mayoría). El asesinato de Bashir en 1982 provocó la réplica de los falangistas quienes, tras acusar del atentado a la OLP (que siempre negó tales hechos), perpetraron su venganza en lo que fue una de las mayores masacres contra civiles de la conocida Guerra del Líbano. La carnicería comenzó la noche del 16 de septiembre del 82 con la suelta de una manada de perros salvajes en un campo de refugiados de Sabra, y se prolongó durante los dos días siguientes con el ataque constante por parte las fuerzas gubernamentales. Hoy se sabe que horas antes hubo una reunión en los cuarteles de las F.L.F. en Karantina y que, entre otros, participaron Ariel Sharon, Amir Druri y Eli Hubaiqa (jefe del aparato de seguridad de las F.L.F.) donde se acordó facilitar la entrada de grupos armados de la seguridad en el campamento de Shatila. Poco después, se vio como se agrupaban estas fuerzas en el aeropuerto de Beirut preparándose para la hora del ataque y, en cuanto la noche cubrió el campamento y sus alrededores, el ejercito sionista israelí comenzó a iluminar con bengalas el escenario de operaciones, donde los falangistas libaneses iban atacando a la población mientras dormía. Los carros de combate israelíes cerraron todas las salidas de socorro de los campamentos, impidiendo la huida  de sus habitantes y , bajo amenaza de abrir fuego, les obligaban a retroceder. Observadores y fotógrafos extranjeros, trabajadores de la Media Luna Roja e instituciones internacionales, coincidieron con el periodista sionista Amnon Kapilock en sus declaraciones: «La matanza comenzó rápidamente y continuó sin interrupción durante cuarenta horas. Miles de personas, inocentes y desarmadas, fueron asesinadas. Durante las primeras horas, las milicias falangistas masacraron a centenares de personas, disparaban contra todo lo que se movía en los callejones bajo la consigna de «eliminar terroristas», matando casa por casa a familias enteras mientras estaban simplemente cenando”.  Debido al eco internacional que tuvo la matanza, el estado hebreo, cuyo ejercito invasor ocupaba ya Beirut, tuvo que constituir una comisión para investigar los hechos, bajo la presidencia de Isaac Kahana, presidente del Tribunal Supremo. La investigación se limitó a culpar a las F.L.F. haciéndolas responsables de la masacre, eludiendo la participación sionista en los hechos, así como la de de las fuerzas armadas leales a Israel procedentes del sur del Libáno de Saád Haddad, limitando la responsabilidad de Israel tan solo a la negligencia y su mala estimación de la situación en aquellos momentos. Por supuesto, la supuesta responsabilidad de Ariel Sharon y Amir Druri (jefe del área norte de operaciones del ejército israelí), se acotó sólo a su participación en reuniones, donde se discutía la entrada de elementos de la falange a los dos campamentos, dentro del marco de una operación de participación falangista para dominar Beirut oeste.

Pues bien, el director Ari Folman realiza sobre estos acontecimientos un documental animado a partir de su experiencia personal como soldado israelí destinado en los alrededores de estos campamentos. 20 años después de los hechos, el soldado sufre una especie de amnesia provocada por el horror de lo vivido. Además, es preso de una pesadilla recurrente en la que una jauría de perros le persigue o corre amenazante al ataque de gentes que desconoce, en otras ocasiones aparecen soldados israelís tiroteados por francotiradores o se ve a sí mismo como un zombie vagando en el aeropuerto de Beirut ahora desierto de gente. Ya no puede más y decide buscar a antiguos compañeros que estuvieron con él en la batalla para que testimonien y den sentido a su pesadilla, pretendiendo con esto esclarecer cuáles fueron esas vivencias que no recuerda y arrancar de su mente la tormenta.
La animación es muy arriesgada, con figuras estilizadas a la vez que realistas, casi siempre monocromáticas rotas por tonos tenues, amarillos y rojizos, acordes a la noche iluminada por bengalas y a los sentimientos de horror e impotencia. A pesar de ser bastante explícita en los detalles de los episodios de violencia (mostrados siempre ajenos al ejército israelí, hay que decirlo), las escenas se centran principalmente en el recuerdo del trauma individual del soldado. Las entrevistas fueron grabadas en vídeo y los animadores se basaron en ellas para confeccionar los dibujos. Destilan cierta megalomanía en planos como la del tanque israelí aplastando vehículos en su avance, u otra en la que el soldado recuerda escapar de un ataque gracias a una mujer gigante que surge desnuda de la playa y le permite flotar postrado sobre su cuerpo. O cómo sobrevive a una emboscada acurrucado en cuclillas tras una roca durante horas, al amparo de la oscuridad y es felizmente encontrado por el regimiento que él mismo abandonó.
Es una película dirigida sin duda al público israelí, que no pretende justificar las masacres de Sabra y Shatila (es más, las denuncia claramente) aunque sí dejar constancia de la escasa o nula vinculación de Israel en ellas, a pesar de que tácitamente lo permitiera, del mismo modo que lo hace el sueño de Folman, que se presenta como una sucesión de realidades que él cree que ha reprimido concluyendo al final en que en verdad nunca las ha experimentado. Folman, en su recorrido en formato de entrevistas, fusiona convenientemente el Líbano de 1982 con la realidad actual, pero también con los recuerdos de la Segunda Guerra Mundial de su anterior generación, vinculando los sueños referidos a la masacre de los palestinos con la experiencia narrada por los padres del propio Folman en Auschwitz, cuando su amigo le dice aquello de «la masacre ha estado contigo desde que tenías seis años; en realidad tú no participaste en ella, pero te persigue y te hace sentir culpable». La frasecilla tiene su qué… Alguna explicación, auto-justificativa si cabe, habrían de darle, y la película, además de técnicamente buena, sí muestra el drama real de uno de los hechos más vergonzosos de la historia reciente, a pesar de situar a sus soldados como meros espectadores cuya responsabilidad fue únicamente «dejar que ocurriera» sin hacer absolutamente nada para impedirlo… Existiera alianza o fuera un sólo «dejar hacer», no viene mal recordar que sí ocurrió, por aquello de la memoria histórica; aunque la historia, como la memoria, sufran demasiadas veces del enroque al servicio de la interesada propaganda.

Algunos Números sobre Sabra y Shatila:

Fuerzas: Israel – Falange:  Falange Libanesa con apoyo logístico del Ejército Israelí /Refugiados Palestinos: Inexistentes

Muertos: Israel – Falange: 2/Refugiados Palestinos: Entre 700 (cifra israelí) y 6000 (incluyendo desaparecidos)

Combatientes: Israel – Falange: 150 dentro de los campos/Refugiados Palestinos: Población civil desarmada

Comandantes a cargo: Israel – Falange: Ariel Sharon y Elia Hobeika/Refugiados Palestinos: Sin dirección militar

Slumdog Millionaire, de Danny Boyle (2008)

posterSlumdog Millionaire es una adaptación guionizada por Simon Beautoy del libro del escritor y diplomático indio Vikas Swarup titulado «Q & A», que pasa por ser una lúcida y dramática visión de la vida y valores en la India, un recorrido por momentos realista, por otros romántico, de gentes que no disponen de casi nada para construir su vida pero que el autor, lejos de someterlo al drama lacrimógeno pesimista al uso, lo ofrece al espectador con extrema naturalidad y sin atisbo alguno de maniqueísmo.

Tomando como hilo conductor el desarrollo de un concurso televisivo, en el que el éxito del concursante excede mucho de las expectativas normales tanto de sus organizadores como del público hasta generar las sospechas de su presentador y de la policía, la película recorre la vida de un joven chico de las barriadas más pobres de Mumbai que irá justificando, mediante la presentación al espectador de los avatares de su existencia, el hecho de cómo es capaz de conocer todas las respuestas que se le proponen en el citado concurso. Danny Boyle, como ya lo hiciera en «Trainsporting» o «“28 days later”», vuelve a dejar constancia de su profesionalidad y elegancia en la puesta en escena a la hora de retratar la pobreza, la violencia, la explotación infantil o la arbitrariedad policial imperante en la India; pero también de su dependencia de algunas fórmulas prestadas que termina limando algo el fino cuchillo con el que disecciona la realidad  del país y de sus gentes.slumdogEn el recorrido por la vida del protagonista encontramos una primera parte brillante y espectacular, a la vez que trágicamente realista en la que describe con asombrosa naturalidad la India más brutal a través de los dos niños magníficamente interpretados en su lucha diaria por conseguir algo que comer o simplemente llegar con vida a la noche. Esta primera parte, que logra ser lo mejor de la película, con una narración muy dinámica y cargada de crítica alejada de cualquier sensiblería, se ve un tanto limitada cuando introduce a los personajes en la adolescencia, momento en el que la cinta adquiere unos tintes un tanto condescendientes con ese cine pseudo-documental ciertamente trágico que, si bien nos muestra la realidad del mundo más marginal y doloroso, carece de la frescura y dinamismo que nos mostró en un principio, desembocando en la edad adulta de esos protagonistas en un cambio de tornas casi radical, en el que la película gira hacia una narrativa que busca la complicidad con el cine de Bollywood en estado más puro, presentando una historia entre bandas mafiosas con buenos y malos, junto al actor principal concienzudamente enamorado y salvador de la chica que conoció en su miseria infantil, ahora en manos de los criminales, objetivo que naturalmente consigue con su extremada bondad, inocencia y valentía.slum_dance2Pequeñas sombras que no impiden que nos hallemos frente a una estimable película que cuenta con un guión, interpretaciones y puesta en escena muy bien atendidos, proporcionándonos una agridulce visión de otro formato de vida y valores que, visto el preámbulo, se cierra con un final más que previsible, típico de musical rosa, en un claro homenaje al cine de Bollywood donde la dura realidad queda enmascarada por el bonito espectáculo. Eso sí, lo hace con una factura técnica muy cuidada y con una sabia utilización de todos y cada uno de los recursos narrativos (fotografía, planificación, montaje o música) que ha conseguido el beneplácito del público más sensible, abducido por la dulce superación de la miseria y la colorida estética de Bollywood.

Harvie Krumpet, de Adam Elliot

“Algunas personas nacen grandes, otras consiguen la grandeza a empujones y… luego están todos los demás”. Así comienza este trabajo que le valió a su autor, el australiano Adam Elliot, el Oscar en el año 2004 al mejor corto animado junto a otros 17 premios, y que narra la simple pero a la vez extraña vida de Harvie Krumpet: la biografía de un hombre corriente al que parece perseguirle la mala suerte. Nacido con el síndrome de «Tourette» (impulso irrefrenable de tocar con su dedo índice la punta de la nariz a la gente) dentro de una precaria y marginal existencia como europeo medio, la única constante en toda su vida es un libro de «Hechos«, los cuales va sumando y conservando colgado al cuello. Tras una trágica infancia emigra a Australia, donde consigue trabajos de poca monta y finalmente se retira a la soledad de su hogar. Mientras tanto le suceden una cadena de calamidades, entre otras cosas, tener que llevar una chapa de acero en su cráneo que hace de imán.

Cuando se ven películas aclamadísimas, que a duras penas pueden contar la historia de un personaje en un par o tres de horas, no se puede sino alabar la capacidad de Adam Elliot para, en escasos 20 minutos, narrar la vida completa de Harvie junto a una sucesión significativa de hechos de modo que esos 20 minutos parezcan en realidad cinco. Y, además, hacerlo con un sentido del humor fino donde los haya («El problema de bailar desnudo es que no todo deja de moverse cuando la música termina«), al límite del absurdo («El alcohol puede causar borrachera y desnudez«), negro por momentos, y decididamente alejado de cualquier pretensión moralizante («La vida es como un cigarrillo, fúmalo hasta la colilla«). Eso sí, hay que verlo sin tomarlo demasiado en serio, porque es tragicómico en el sentido más estricto de la palabra, y hay que saber encajar algunas de las situaciones en las que se verá envuelto Harvie a lo largo de su vida, como ser llamado en los periódicos «inmigrante retrasado«, sobre todo si el autor sabe hacerlo de modo que, en vez de provocar lástima, nos riamos sanamente de ello. Algo tendrá que ver el hecho de que Adam Elliot sea de los pocos animadores que existen con temblor de manos congénito; todo un ejemplo de superación personal porque probablemente se las habrá visto de todos los colores para llegar donde está, quizá por ello Harvie tiene tan claro que la vida es ni más ni menos que lo que hacemos de ella. Otro tema distinto sería hacia dónde quiso Harvie dirigirla… A disfrutarlo!

Título original: Harvie Krumpet/ País: Australia/ Año: 2003/ Director: Adam Elliot/ Animación: Adam Elliot/ Guión: Adam Elliot/ Intérpretes: (Voces) Geoffrey Rush, Julie Forsyth, Kamahl, John Flaus/  Productor ejecutivo: Bill Murphy/ Duración: 20 minutos. Versión Original con subtítulos en castellano.

Tres Monos, de Nuri Bilge Ceylan (2008)

three-monkeys-cartelPocos son los cineastas capaces de expresar tantas cosas sólo con su cámara, con las mínimas palabras. En «Tres Monos» casi no hay diálogo, sólo un puñado de frases, sobrias, las necesarias para conformar el guión. Todo lo demás lo hace Nuri Bilge Ceylan con su objetivo y una dirección de actores excepcional, con sus largos y estudiados planos fijos,  asombrosos encuadres, expresivos silencios y esos gestos y miradas siempre sugerentes. Escenas en las que se dice lo justo y evitan lo superfluo pero que logran adentrarse poderosamente en la mente de cada uno de los personajes para explorar la complejidad del alma humana.

«Tres monos» es la historia de una familia turca de tres miembros, en la que el padre, chofer y hombre de confianza de un reconocido político, acepta una suma importante de dinero a cambio de declararse culpable por la muerte de un hombre atropellado por su jefe en un accidente automovilístico. 2519940462_f30c05d16eSu familia seguirá cobrando el salario mientras cumple su condena, pero la nueva situación sacará a la luz viejas contradicciones y mentiras que harán resquebrajar las relaciones entre ellos,  viendo como sus planes comienzan a derrumbarse. Pero ante la perspectiva del fracaso económico y personal, prefieren ignorar la verdad actuando como los conocidos tres simios que se cubren los oídos, los ojos y la boca: no ver, no oír y no decir nada para protegerse cada cual del propio sufrimiento.2519131797_b31b73edb2Una película dura, intensa y profundamente emotiva, en la que no hay cabida para episodios descriptivos y sólo se centra en los personajes, dibujando perfectamente la tormentosa relación y su evolución. Sus puntos fuertes son la buena interpretación de los actores, la profundidad y energía de la fotografía y, sobre todo, una dirección ejemplar.vlcsnap-13650194El director otomano se ocupa, además, del guión de la película, del montaje, la realización y la fotografía, esta última, profesión de la que procede. El tema de las relaciones familiares como espejo de la vida social ya había sido tratado con anterioridad por Ceylan en la película «Los climas»; película que fue presentada en el festival de Cannes en 2006, aunque en este caso se basaba en las relaciones entre una pareja.2519124793_3a0f581318Es autor, además, de «Kasaba» (1997) y «Nubes de mayo» (1999), ambas seleccionadas en el festival de Berlín, y de «Uzak», galardonada en Cannes en 2003 con el Gran Premio del Jurado y el premio a la mejor interpretación masculina. «Tres monos» obtuvo el premio al Mejor Director en el pasado Festival de Cannes y es la película seleccionada por Turquía como candidata al Oscar como mejor película extranjera, aunque no ha logrado colarse entre la lista de nominadas para este premio.2519948914_84d699c4a4Con Tres monos, Nuri Bilge Ceylan muestra una gran madurez como director y una armonía casi perfecta en la utilización de los medios técnicos, sobre todo en lo que a imágenes se refiere, y también en la realización, a pesar de que su equipo habitual es casi artesanal y se limita a un estudio creado en el ámbito familiar en el que su mujer, la escritora Ebru Ceylan, participa en la confección de los guiones (aunque, al igual que el propio director,  a veces ha participado en el elenco) o él mismo digitaliza la fotografía.vlcsnap-13660944A pesar de que en la cinta sólo actúan cuatro personajes, la ambientación de muchas escenas deja entrever sutilmente situaciones cotidianas de su país, como las contradicciones entre un estado laico y el mundo islamista, la persecución del pueblo kurdo o la presencia casi constante de los militares en la vida cotidiana en una especie de estado de excepción ya habiual, que se corresponde a modo de metáfora con el comportamiento de los personajes, el pulso lento pero intenso de la película, la fotografía sombría, el escaso estetismo visual y el desenlace  tormentoso de la vida familiar presente en casi toda su filmografía. Recomendable, a pesar de que figura fuera de los círculos comerciales en España y, como no, sin fecha de estreno prevista.