Siniestras Amadas, de Jack Mircala

2009 es el año conmemorativo del bicentenario del nacimiento de Edgar Allan Poe. Con motivo del acontecimiento, es más que previsible que a lo largo de los próximos meses podamos asistir a una amplia batería de exposiciones, coloquios u otros actos evocadores de su obra, al tiempo que las editoriales aprovecharán para poner a nuestro alcance una variada colección de re-ediciones, estudios o ensayos sobre el autor. Dentro de todo el dispendio de medios proyectado, me ha parecido muy interesante la obra gráfica de Jack Mircala, “Siniestras Amadas, 22 delirios necro-románticos de Edgar Allan Poe», un libro ilustrado que reúne poemas y textos invitando a descubrir un Poe más allá de sus conocidos relatos de terror o misterio (conocimiento que se debe, en alguna medida, a la contribución del mundo del cine), y que plasma con gran belleza su universo más poético, en ocasiones melancólico o triste, otras veces eufórico y emocionado.

Jack Mircala nos brinda su particular visión de los retratos de Annabel Lee, Frances Sargent Osgood, Letitia Elizabeth Landon o Sarah Helen Whitman, junto con el de las mujeres arquetípicas más sorprendentes del universo narrativo de Poe, como Morella, Ligeia o Berenice. Esta versión-recopilación, ilustrada con un estilo expresionista bastante cercano a la estética de Tim Burton, está realizada utilizando una particular técnica de dioramas tridimensionales a base de cartulinas cuidadosamente coloreadas con lápices de colores y otros materiales convencionales, a partir de las cuales se compone un pequeño mundo de maquetas a modo de teatrillo que posteriormente  Mircala fotografía para obtener sus efectos tan característicos. El resultado es un trabajo que da una visión muy personal de esas musas femeninas, ciertamente original y apartado del paradigma estético de terror que habitualmente acompaña la obra de Poe; un trabajo hermoso, lírico y sensible, de un romanticismo idealizado siempre elegante y de asombrosa factura plástica.

A Mircala le ha llevado 6 años preparar esta obra ilustrada en la que los textos originales en inglés han sido traducidos por el propio autor, que no sólo se dedica a la ilustración sino que se prodiga como autor de cuentos y poemas dirigidos casi siempre al público joven, entre ellos “El acertijo de Valpul” (Premio Lazarillo de Ilustración 2000, editado por Ediciones Sins Entido), o “Ciudad Monstrualia” y “Gamusoides Mircalianos” (editados ambos por Hiperión). También ha colaborado con diversas editoriales españolas y realizado numerosas exposiciones, entre las que destacan sus trabajos en 2001 y 2006 para la Semana de Cine Fantástico de San Sebastián, el Festival de Cine de Terror de Cáceres en  2007 y la que actualmente le ocupa, ya que desde el 22 de enero, organizada por la editorial Sins Entido, se exponen en Madrid los retratos de las musas de Poe creados por Mircala, con las maquetas originales de cartulina utilizadas para las ilustraciones, todo ello junto a una serie limitada de las reproducciones digitales que han dado origen a este estupendo libro.

El paseo repentino

Cuando por la noche uno parece haberse
decidido terminantemente a quedarse en casa;
se ha puesto una bata; después de la cena se ha
sentado a la mesa iluminada, dispuesto a hacer
aquel trabajo o a jugar aquel juego luego de
terminado el cual habitualmente uno se va a dormir;

cuando afuera el tiempo es tan malo que lo más
natural es quedarse en casa; cuando uno ya ha
pasado tan largo rato sentado tranquilo a la
mesa que irse provocaría el asombro de todos;
cuando ya la escalera está oscura y la puerta de
calle trancada;

y cuando entonces uno, a pesar de todo esto,
presa de una repentina desazón, se cambia la
bata; aparece en seguida vestido de calle;
explica que tiene que salir, y además lo hace
después de despedirse rápidamente;

cuando uno cree haber dado a entender mayor
o menor disgusto de acuerdo con la celeridad
con que ha cerrado la casa dando un portazo;
cuando en la calle uno se reencuentra, dueño de
miembros que responden con una especial
movilidad a esta libertad ya inesperada que uno
les ha conseguido;

cuando mediante esta sola decisión uno siente
concentrada en sí toda la capacidad
determinativa; cuando uno, otorgando al hecho
una mayor importancia que la habitual, se da
cuenta de que tiene más fuerza para provocar y
soportar el más rápido cambio que necesidad de
hacerlo, y cuando uno va así corriendo por las
largas calles, entonces uno, por esa noche, se
ha separado completamente de su familia, que
se va escurriendo hacia la insustancialidad,
mientras uno, completamente denso, negro de
tan preciso, golpeándose los muslos por detrás,
se yergue en su verdadera estatura.

Todo esto se intensifica aún más si a estas altas
horas de la noche uno se dirige a casa de un
amigo para saber cómo le va.

Franz Kafka, 1913