La estrella ausente (Gianni Amelio, 2006)

La última propuesta del director italiano Gianni Amelio, que compitió por el León de Oro en 2006 en el Festival de Cine de Venecia, es una nueva muestra de la versatilidad de este cineasta para retratar temas tan diversos como la emigración del sur al norte en Italia (Niños robados, 1992), la Italia de la posguerra desde el más absoluto neorrealismo (L´América, 1994) o las relaciones humanas con conmovedora sencillez pero que a la vez lleven implícita la reflexión no exenta de sacudida emocional (Las llaves de casa, 2004).

«La stella che non c´è» narra, a modo de cuaderno de viajes, la historia de la división de culturas y puntos de vista entre Oriente y Occidente a través de su personaje, Vincenzo, un ingeniero italiano que se ve involucrado en un viaje que le cambia la vida. Lo mejor de esta película es, sin duda alguna, la utilización de los paisajes que retrata, de la vida de sus gentes y de esos matices culturales tan desconocidos para nosotros. El retrato de la China urbana comienza en Shanghai, ciudad a la que llega Vincenzo en busca de una pieza para una máquina, que sirve como excusa al director para sumergirnos en un recorrido por la China industrial profunda y menos amable: las ciudades toscas, la pobreza, los polígonos industriales, los paisajes urbanos y los desniveles sociales, así como los modos de vida absolutamente distintos al de urbes más pobladas y mucho más industrializadas, véase Pekín o Shanghai; esas ciudades que emergieron con la Revolución Cultural, que todavía no han sufrido los procesos de transformación e industrialización de la costa este de China ni figuran aún entre los planes de su Gobierno, pero conforman el tejido de la industria base de todo el país. El retrato le sirve a Gianni Amelio para mostrar también sus costumbres, sus relaciones sociales y sus presupuestos, tanto éticos como morales, tratados todos ellos siempre desde un exquisito respeto a la cultura y modos de pensar de sus gentes. Una precisa y luminosa fotografía acompaña el exótico y fascinante viaje de los protagonistas, como si de un compañero de tour más se tratara, haciendo que nos deleitemos como turistas de su paisaje y de sus gentes.

La película, sin embargo, decae en cuanto a guión se refiere. Comienza en alguna ciudad italiana, en una siderurgia casi desmantelada a la que acude un grupo de empresarios chinos para comprar sus piezas. Vincenzo es consciente de que no todas están en buen estado, incluso algunas podrían causar más de un accidente. Tratando de advertir a los compradores, conoce a una joven traductora china, única persona a través de la cual puede comunicarse con éstos. Al no lograr su objetivo, decide viajar a China en busca de la pieza defectuosa. Pero cuando llega a Shanghai, la pieza ya ha sido vendida a otra fábrica. A partir de aquí se desencadena el viaje de Vincenzo en busca de la fábrica que utiliza la pieza por toda la China industrial. Pero el guión tiene numerosos agujeros y demasiadas casualidades resueltas superficialmente. ¿Cuáles son en realidad las motivaciones del protagonista para abandonarlo todo y recorrer un país extraño sin billete de vuelta? ¿Cómo y quién financia su costoso viaje? o simplemente ¿De dónde sale la ropa que lleva puesta, dado que sólo le vemos una pequeña bolsa para todo su recorrido?… Otro error garrafal en el guión es el casual encuentro con la traductora, meses después de coincidir en Italia, que le acompañará durante la película: Vincenzo llega a Shanghai (18.450.000 habitantes y una densidad de población de 6.340 habitantes por km cuadrado) y tropieza, por el más absoluto de los azares, sin buscarla siquiera, con la muchacha en una biblioteca a la que acude en busca de información sobre industrias siderúrgicas en China (además, ¿existirá información en italiano en las citadas bibliotecas?…).

Con todo, las interpretaciones resultan bastante buenas, no ya sólo la del multifacético Sergio Castellito, también sorprende y conmueve la jóven actriz china Ling Tai, que logra momentos realmente intensos en la película. Un film para ver, viajar y disfrutar sin demasiadas exigencias en cuanto a la historia se refiere, pero que consigue atrapar al espectador abriendo su mente al conocimiento de otras culturas, hecho que al fin y al cabo resulta meritorio y acrecienta el interés de esta película.