La trilogía de Apu, de Satyajit Ray

«No haber visto el cine de Ray es como existir en este mundo sin haber visto el Sol o la luna« (Akira Kurosawa).

Hace no mucho se publicó en España, en DVD, la trilogía completa de Apu, unánimemente aclamada como una de las obras maestras del cine mundial y que permanecía inédita en España por más que desde su estreno en 1955 no haya dejado de aparecer entre las mejores películas de la historia del cine. En realidad, las cintas cayeron tristemente en el olvido durante una serie de años ya que, tras un incendio en la década de los 70 en el que desaparecieron los negativos originales, sólo se conservaban algunas copias en mal estado, hasta que fue recuperada a final de los 90, razón probable por la que muchas personas desconocen  este trabajo de Satyajit Ray. Las tres películas fueron realizadas en la India entre 1950 y 1959, ganaron el Premio Documento Humano en Cannes (1956), el León de Oro en el festival de Venecia (1957), el Trofeo Sutheland en Londres (1960), y abrieron sin duda un nuevo camino para el cine indio, que hasta entonces había permanecido en los confines del musical romántico de héroes valientes. Tal vez la razón de su importancia reside en que, a pesar de que las películas hablan sobre un tiempo, un lugar y una cultura muy lejos de la nuestra, Ray es capaz de conectar y transmitir con una naturalidad asombrosa sentimientos y calor humano en cada una de ellas. Dicho de otro modo, hacer del cine un medio universal, más allá de las fronteras, una forma de arte y comunicación entre las personas.

El guión, también de Satyajit Ray, está basado en dos novelas casi autobiográficas del escritor bengalí Bibhutibhushan Bandyopadhyay que relatan la vida de Apu, comenzando por su pobre infancia en Benarés a principios del siglo XX hasta su resurgimiento desde la desesperación en la que se verá inmerso, gracias al amor de su hijo y a su reconocimiento como escritor.

La trilogía comienza con Pather Pachali (La canción del camino), filmada entre 1950 y 1954. Apu es un chaval que vive con sus padres, su hermana mayor y una vieja tía en un ancestral pueblo al que su padre, sacerdote seglar, curandero, soñador y poeta, ha vuelto a pesar de los recelos de la madre, mujer pragmática. Ella trabaja para alimentar a la familia, que recibe con alegría y esperanza la llegada del un nuevo hijo varón.

La segunda película, Aparajito (El invencible) data de 1956 y sigue a la familia en su traslado a la ciudad de Benarés, donde el padre se gana la vida con los peregrinos que vienen a bañarse al rio santo, el Ganges. La juventud de Apu, su deseo de independizarse y estudiar en Calcuta para poder llevar una vida diferente a la que han conocido sus padres, son el eje central de esta segunda entrega, quizás la única que necesitaría una previa puesta en situación para su visionado.

La tercera, Apu Sansar (El mundo de Apu), de 1959, nos muestra a la madre y a Apu viviendo en el campo con un tío. El chico ha sacado buenas notas y obtiene una beca para ir a Calcuta. Allí contrae matrimonio, finaliza sus estudios y lucha por ser reconocido como escritor. Años después, preso de su terrible mala suerte, abandona sus sueños y pasa algún tiempo como vagabundo, aunque termina asumiendo las responsabilidades que tiene para con su hijo y retomando su trabajo.

Podría extenderme en el argumento de estas tres películas, pero de ningún modo esto lograría reflejar la belleza y el misterio que encierra la trilogía; para eso, hay que verla. Los personajes emanan una autenticidad sorprendente; no hay excesos en cuanto a sus caracteres, ninguno es demasiado duro, o cínico, o ingenuo, ni destaca de los otros, pero todos son sinceros, acogedores y, a pesar de sus circunstancias, desprenden un gran optimismo. El padre es un personaje siempre ilusionado, a la espera de que sus planes obtengan los debidos frutos. La madre, constantemente preocupada por los medios materiales con los que sobrevivir, imprime el aspecto realista y la soledad de la mujer que ve como su marido y su hijo marchan a la gran ciudad y la dejan esperando y sin demasiadas respuestas. Aparna (Sharmila Tagore), la novia de Apu, interpreta su papel con sólo catorce años, pero proyecta una ternura y una timidez exquisitas. Casi ninguno de los intérpretes son actores profesionales. En los años 50 está de moda el neorrealismo italiano y Ray es un fiel seguidor en todos sus aspectos, defendiendo a ultranza que todos pueden interpretar mejor que nadie un único papel: a ellos mismos. Un ejemplo extraordinario de ello es el papel de la anciana tía de Apu, mujer encorvada y arrugadísima que interpreta Chunibala Devi. Ella había sido actriz décadas antes, pero Ray la localizó y grabó para la película en un burdel, donde la mujer pensó que había ido a buscar a una chica. En la película interpreta una mujer vencida, que acepta con resignación total cualquier circunstancia de la vida, papel que tal vez otra actriz más experimentada no hubiese logrado con la magnífica naturalidad de esta señora.

Las tres películas fueron fotografiadas por Subrata Mitra con una cámara de 16 mm, un fotógrafo de estudio que había trabajado muy poco con imágenes en movimiento, al que Ray convenció para que trabajara con él. Los efectos logrados son de una belleza extraordinaria: los senderos de los bosques, nubes monzónicas que danzan y se juntan, ríos que bajan con grandes corrientes, escarabajos de agua nadando en la superficie de un estanque… Y una escena que da auténtico miedo, en la que la madre observa a su hija enferma con una fiebre altísima al tiempo que la lluvia y el viento golpea la casa, transmitiendo a golpe de cámara como único medio su temor, mientras el fotógrafo se mueve entre el reducido espacio de las paredes de la casa amenazada. Cuando la niña muere, la escena se interrumpe mostrando el vuelo repentino de los pájaros, sin más explicación, pero perfectamente comprensible en su significado.

En realidad, la sensación con el visionado de esta trilogía es la trasladarnos a un tipo muy diferente de vida a la que estamos habituados; una vida hace 100 años en una zona rural pobre y tradicional y, por descontado, tremendamente dura. La descripción de las relaciones vecinales  es impresionante a la vez que extraordinariamente natural, las imágenes del paso del tren representan la promesa del futuro en la ciudad, cómo el tren conecta y separa al mismo tiempo a las personas, físicamente, pero también en cuanto a sus proyectos o deseos. La relación entre Apu y su madre no es tan distinta a la que se da en todas las culturas: los padres se sacrifican durante años, hasta que el hijo es adulto; el hijo que vuelve a visitarles en las vacaciones escolares y responde únicamente con monosílabos a sus preguntas, dando la sensación de tener siempre prisa por irse, aunque es impagable esa secuencia en la que, estando ya en la estación de tren, se lo piensa y regresa para quedarse por un día más. Lo más interesante es que casi toda la escena carece de diálogo que la explique, al menos en lo que a esta relación se refiere, pero el modo en el que está grabada su estancia, su partida, y su regreso, reflejan cómo no es tan diferente a la que se da en la actualidad y en nuestra cultura, a miles de kilómetros y cien años después. Es esa clase de películas cuyas imágenes se repiten en la mente como lo hace una canción favorita, de la que recuerdas las sensaciones de esa primera vez y cómo te hizo sentir. Pocas películas son tan profundamente poéticas y conmovedoras como este trabajo, que incomprensiblemente jamás se estrenó en España. Viendo la primera de las tres, se siente la necesidad de continuar con la trilogía, es como querer conocer más de alguien muy cercano. Como un remanso cinematográfico tranquilo y sin más efectos que el de los personajes en estado puro que nos acerca más a lo esencial de la vida, sin trampas, sin artificios. Como un manifiesto que afirma rotundamente qué puede llegar a ser el cine, sin importar lo lejos (en el espacio o el tiempo) que podamos estar los unos de los otros.

Y con este post, un año de blog…

12 comentarios en “La trilogía de Apu, de Satyajit Ray

  1. Enhorabuena por el año, que dure la cosa y yo que lo lea. Por cierto, este artículo con el que celebras, de los mejores!! A seguir generando contenidos tan interesantes como hasta ahora, es un verdadero placer pasar por aquí casi a diario. A ver para cuando esas birrasssss prometidas!! Ja ja!!! Besosssss!!!

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  2. Felicidades por ese aniversario!!
    Al que no haya visto la trilogía de Apu: corriendo a por ella!
    Descubrirán algo realmente importante. Hay belleza y optimismo en un país donde respirar es complicadísimo.

    Un beso!

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  3. Gracias, a todos. La verdad es que a veces ni yo misma me creo que lleve un año seguido ya con esto, con lo poco constante que soy para algunas cosas…

    Saludos!

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  4. Hubo un tiempo, allá por los primeros ochenta, en donde TVE mimaba exquisitamente el cine, con ciclos tanto de directores como de actores en donde emitía con generosidad estupendas películas, y muchas de ellas en v.o.s para más amor cinéfilo. Como digo, eran otros tiempos («…Pablo» diría aquel personaje al gran Lautaro Murúa de la sensacional «Fin de fiesta» de Torre Nilsson). Bien, pues en aquellos primeros ochenta, insisto, sí que se estrenó la trilogía de Apu: de hecho, yo he conservado estas maravillas, primero en «beta» y luego en «Vhs», hasta adquirir los dvds, desde luego.
    Y en efecto este cine está tocado por los dioses, todo él es una epifanía de la belleza, de las sensaciones, de las emociones…Y con qué música.
    En fin, que he «aterrizado» un mucho al albur por estos pagos cinéfilos y me he llevado una gratísima sorpresa: buen gusto, ágil y pedagógica narrativa y, lo más importante, mucho amor al cine: enhorabuena.
    Por cierto, «Babel», ¿has visto del mismo Ray la excelsa: «Una trompeta lejana» o la divertida y musicalmente tecleando espléndida: «Las aventuras de Gupi y Bagha»?. Yo lo hice en ese mentado ciclo y te las recomiendo con toda la complicidad.
    Saludos cordiales y ya te iré visitando y comentando.

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  5. Gracias por la «cortesía» demostrada no respondiendo a unos comentarios que se pretendían amables y cómplices en la cinefilia.

    Saludos ya no cordiales, sino decepcionados. Adiós.

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  6. Pues o mi copia es diferente (y mira que lo dudo), o la madre muere en Apajarito, por lo tanto es imposible que aparezca en Apu Sansar. Pero igual son cosas mias.
    Saludos

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