Plano secuencia (IV): Juan J. Campanella, El secreto de sus ojos (2009)

Imposible no comentar uno de los mejores planos secuencia que se han hecho recientemente, la escena del estadio Huracán durante el recreo del partido de futbol del Racing de Avellaneda, incluida en la película «El secreto de sus ojos«, con la que Campanella opta al Oscar en la categoría de mejor película en lengua no inglesa para la presente edición. La película, emotiva, apasionante; una historia de amor convertida en thriller, llena de intriga, ambientada en la Argentina de los 70 de la que destacaría, además de un sólido guión con vueltas muy bien trabajadas, una dirección ejemplar, una cuidada fotografía y un elenco de factura formidable, en el cabe resaltar a Ricardo Darín que se come la pantalla, y a la coprotagonista, Soledad Villamil. Y todo ello con un presupuesto que no llega a los 2 millones de euros. Merece pues la pena echar un vistazo a este plano secuencia, realizado mediante grúa para las tomas aéreas, con alguna transición en 3D, además de la ambientación del estadio lleno (parece más claro el uso de técnicas de animación en el minuto 0:48) y el resto todo cámara en mano. Hay un momento especialmente bueno, a partir del minuto 4:30, en el que la cámara sigue al protagonista cuando salta por la escalera y parece suspendida en el aire para caer con él y seguirle hasta que entra en el estadio. La música y la radiofonía acompañan esta excelente escena, que sin duda es uno de los momentos más fascinantes de la película. No es demasiado probable que salga premiada en Hollywood, pero desde aquí deseamos mucha suerte a Campanella y a todo su equipo.

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Tres recomendaciones para cerrar 2009

Se acercan fechas navideñas y este blog se toma unas mini vacaciones hasta el año nuevo, no sin antes dejar algunas recomendaciones que, por razones de tiempo, no han cabido en una reseña completa pero que en mi opinión merecen al menos esta pequeña mención.

La fiesta salvaje se distribuye como un cómic aunque no es exactamente eso. Se trata de una adaptación gráfica hecha por Art Spiegelman de un poema erótico firmado por el neoyorkino Joseph Moncure Marche en 1928. El autor también fue ensayista y columnista para New York Times y New Yorker, y es más conocido por otra de sus obras, The Set-up, un poema largo sobre boxeo que fue adaptado por Robert Wise para el cine. Tras su éxito, Moncure se trasladó a Hollywood, donde escribió y adaptó numerosos guiones, entre otros para Howard Hudges.

La fiesta salvaje es un poema largo a base de pareados, un clásico perdido que fue censurado tras su publicación en Estados Unidos por pornográfico, hecho que le llevó a convertirse en una obra de culto. No se recupera hasta 1968, año en que se publica junto a una pequeña biografía, pero en una versión censurada que elimina cualquier referencia antisemita. Esta es  su primera edición en España, a cargo de Mondadori,  y salió a la venta el pasado noviembre. Ambientado en los locales de jazz de los años 20, supone una avanzadilla del cine negro venidero de tono ciertamente pulp. Una reina del vodevil, un payaso homosexual y un escritor, Black, se entremezclan para tejer el retrato del ambiente lumpen de los tugurios musicales de la época; una época que hoy se nos presenta como baluarte del romanticismo y que ha ocupado numerosas páginas del cine y la literatura. Sexo, alcohol, violencia conyugal y prejuicios  sexuales y raciales son hilvanados por el autor en este poema en casi 100 páginas de ritmo vertiginoso, donde asoman influencias del expresionismo alemán y del incipiente cine negro norteamericano.  Las poderosas ilustraciones de Art Spiegelman a base de ángulos y curvas desgarradas pero a la vez elegantes, todas en blanco y negro, combinan a la perfección con el tono underground del trabajo.

La segunda recomendación es también un libro. Ya sé que no tengo perdón, porque todavía a estas alturas no he visto la película, cosa que haré en cuanto tenga algo de tiempo y me sea posible. De cualquier  modo creo que no se ha dado suficiente importancia a la novela de Francisco Pérez Gandul, ensombrecida quizás por el éxito, seguramente justificado, de su adaptación a la pantalla. Porque además de ser un buen libro de género, Celda 211 es un relato fantásticamente narrado y con un sorprendente manejo de la voz narrativa que merece su lectura independientemente de haber visto la película. Su estructura está compuesta a base de monólogos que se alternan en sucesivos capítulos con el relato de las situaciones, todos escritos en primera persona que  a su vez corresponden  a los personajes del relato. Cada uno está  hecho con estilo literario y registro lingüístico distinto, acorde con el personaje que en cada momento vive las diversas situaciones, hecho que difícilmente puede recoger un guión de cine que, por lo que he podido leer, se ciñe al desarrollo de los hechos de manera más o menos fiel, pero que no nos traslada a la piel de cada uno de sus personajes como tan bien logra hacer el libro. Y si la película es un oasis dentro del cine patrio de género, la novela merece ser destacada en el actual panorama de la narrativa española contemporánea.

Y la última recomendación, para no perdérsela y muy acorde con las fechas es la última producción de Spike Jonze estrenada recientemente en los cines: Donde viven los monstruos. Una adaptación del clásico infantil obra de Maurice Sendak, publicado por primera vez en 1963 y que ha reeditado Alfaguara. Cuenta la historia de un niño rebelde y muy poco paciente que se escapa tras una discusión con su atareada madre y se interna en el bosque en busca de la Tierra de las Cosas Salvajes, donde poder dar rienda suelta a su imaginación y a sus travesuras. La película mezcla técnicas de animación informática con muñecos reales y se puede disfrutar en familia, aunque con reservas para el público demasiado pequeño. Tiene un toque muy poco convencional, grandes dosis de imaginería y sólo se le escapa algún tono excesivamente moralizante que desmerece el conjunto; conjunto que a pesar de todo hace merecer la entrada pagada en la sala. Una fábula sobre la infancia y el crecimiento que, además de resultar visualmente fantástica, explora sentimientos humanos con grandes dosis de realismo (de ahí que tal vez no sea demasiado recomendable para llevar a niños muy pequeños). Los personajes y sus conversaciones no solo están muy bien trabajados, sino que son de una profundidad psicológica notable. Me gustó especialmente el diálogo sobre la muerte del Sol, pero hay muchos elementos del guión que no tienen desperdicio y que van bastante más allá del simple relato del libro, pues consigue llevarnos muy de cerca a la mente de un niño hiperactivo como es el protagonista. Es un trabajo en el que guión, dirección, puesta en escena y banda sonora confluyen casi a la perfección escena tras escena, aunque quizás el excesivo perfeccionismo le resta naturalidad y credibilidad suficiente para llegar a conmover.

Felices fiestas a todos y hasta  el año venidero 😉

La Ventana (Carlos Sorín, 2008)

Confieso que tenía mis reservas a la hora de  pagar una entrada para ver el nuevo film de Carlos Sorín, porque si bien «Historias mínimas» me pareció una película pequeña -como su título- pero magnífica y de la que disfruté cada minuto, el segundo trabajo que tuve oportunidad de ver, «Bombón, el perro» me decepcionó sobradamente. Pero parece que con «La ventana» ha querido dar un notable giro estilístico optando por una puesta en escena de lejos mucho más trabajada, en la que no se limita al recreo aletargado de paisajes pampeños que en Bombón daba como resultado largos y soporíferos planos fijos a base de cámara puesta sobre el trípode, hay que suponer que a fin de lograr el retrato realista de las situaciones, pero a fuerza de dimisión en el trabajo de guión e incluso actoral (Sorín trabaja con elenco no profesional) en favor de evidenciar el máximo naturalismo -o de haberse ido a echar la siesta, vaya usted a saber-. Pues bien, todo esto no tiene nada que ver con «La ventana», película que sin abandonar el tono minimalista y personalísimo que constituye ya una seña de identidad de su cine, nos ofrece escenas mucho más elaboradas en las que la cámara se mueve cadenciosamente acercándose y alejándose de los personajes, que a su vez están trabajados con gran sensibilidad y atendiendo a los pequeños detalles que hacen atractivo un film de estas características: el piano que esconde tantos recuerdos de la infancia, la mujer buscando constantemente cobertura para su móvil a pesar de las circunstancias vividas, el afinador de pianos ayudando al anciano a ponerse las zapatillas, el plano de las manos del protagonista, la escena orinando en el campo o la conversación con el médico, por citar algunas -no todas- pequeñas joyas mediante las que va componiendo lenta y armoniosamente la película. El resultado es un film bellísimo que relata las últimas horas de un anciano cuyo único nexo con el exterior es precisamente la ventana de su habitación desde la que ve el campo, vínculo que separa la continuidad de la vida de la enfermedad que le conduce a la muerte. Mientras espera la llegada de su hijo, al que hace décadas no ve, rememora la infancia, el frágil recuerdo de sus afectos y las irremediables reflexiones sobre su soledad final. Sorín desmitifica la muerte presentándola como una parte del ciclo de la vida, nos muestra la vejez como un retorno a los buenos momentos disfrutados tantas veces fugazmente, el reencuentro con recuerdos escondidos en los pliegues  de la memoria y la necesidad de hallar en la naturaleza el impulso vital al final de una vida que se apaga.

Sin adjetivos para calificar la impresionante actuación de Antonio Larreta,  quien aporta innumerables matices al personaje. Escritor, guionista y actor uruguayo, al que debemos su colaboración en guiones de películas como «Los santos inocentes» o «Las cosas del querer», sin participar directamente en la idea de «La ventana» -que firma solo Sorín-, se entusiasmó con el guión y aportó muchos de los pequeños detalles que fueron conformando la película. Vale la pena sentarse y dejarse llevar por el delicado conjunto que ambos nos ofrecen, en realidad parece que en los 80 minutos nada sucede y sin embargo, imagen a imagen, alternando silencios y sutiles sonidos, están continuamente contando cosas. Una película hermosa, sencilla, que se disfruta a pesar de la primera pereza que pueda dar ponerse delante de un tema tan adusto como este. Ese logro solo puede estar al alcance de cineastas con mucho talento.



Edén al Oeste (Costa-Gavras, 2009)

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De entre los miles de inmigrantes que constituyen la Francia actual, hay uno que se llama Costa-Gavras. Es cierto que a él no le ha ido del todo mal en su patria de adopción, pero también lo es que el tiempo y la tendencia es que cada vez sean más aquellos que tratan de abrirse camino en la vieja Europa a la par que  los sentimientos de sus gentes se tornan menos generosos por el miedo (alimentado por ciertos sectores políticos); miedo al desempleo, a la cultura desconocida, a otras religiones, a otros colores de piel… Sin embargo no deja de ser un fortuna (para el sistema) el engrosamiento de la cadena productiva a base de los sin nombre y sin derechos, esos que se asan 12 horas diarias en invernaderos a cambio de casi nada, hacen los trabajos más ingratos en nuestras ciudades mientras aumentan las arcas públicas (y algunas privadas), nos limpian el culo y aseguramos nuestras prestaciones sociales o nuestras pensiones para un futuro no tan lejano.

Edén al Oeste es el viaje de Elías, que al igual que La Odisea comienza en algún lugar del mar Egeo, desde su Grecia natal, esta vez hasta Paris. Salvando las distancias con el protagonista, pues Costa-Gavras no es sino un inmigrante de lujo que probablemente comparta muy poco con el periplo que supone la aventura para Elías, quizás sea esta una sus películas más personales, que contiene mucha de la experiencia vivida en sus propias carnes o en la de sus compatriotas conocidos. Sin duda un exponente de la madurez actual del cineasta, cuya carrera derivó de un cine cien por cien político (“Z”, “Estado de sitio” o “Desaparecidos”) al realismo social y, sin dejar de lado esos contenidos de modo más o menos explícito, ha sabido ir puliendo el trazo grueso y la angustia de las situaciones recreadas e ir confiriéndoles ese finísimo sentido del humor que rebosa esta película, de tono eminentemente cálido, cercano a la parodia social cuando vemos a la misma persona en un primer momento excluida y abandonada medio desnuda a su suerte en medio de la nieve, cautivando a más de un mentecato (que giraba la vista ante los nuevos esclavos que el sistema económico pone a su disposición) una vez vestido con la chaqueta que le cede en herencia la viuda de algún burgués.

La interpretación de Riccardo Scamarciao se me antojó un Buster Keaton moderno capaz de mantener el papel casi sin diálogo pero con dominio absoluto de cada uno de los registros y gran expresividad corporal. Sin grandilocuencias, sin maniqueísmo, sin tragedia, podría ser el viaje de cualquiera de los que integran el colectivo de cerca de 25 millones de personas que hoy tratan de encontrar en Europa un lugar para una vida mejor. No será la mejor película de Costa-Gavras, pero se disfruta el viaje.

A Contraluz (Eduardo Chapero-Jackson, 2009)

A_contraluz-CartelUno de los valores que posee el cortometraje es la libertad con la que a priori cuenta el director para elegir el tema, la estética y el modo de narrar una historia casi siempre original. La mayoría de las veces ajeno a los intereses del mercado o perfiles acomodados a líneas narrativas repetidas hasta la saciedad en el largometraje, del que se espera, en contraposición al corto, agrade a un sector más o menos amplio de público en festivales y salas comerciales, para su posterior rentabilización en DVD, medios televisivos, etc… Como consecuencia de esta independencia de Don Dinero, debida en parte al menor coste, la película corta logra captar a menudo la parte más creativa del lenguaje narrativo expresado a golpe de cámara, lo que le convierte en un producto de incuestionable valor cinematográfico que contiene la esencia de la capacidad artística y comunicativa de su autor.

A Contraluz, estrenada en salas comerciales españolas el pasado 26 de junio, es una recopilación de tres cortometrajes del director Eduardo Chapero-Jackson; quien, de momento, sólo se ha aventurado en el lenguaje del corto pero que, a pesar de ser casi desconocido por estos lares, cuenta ya con numerosos premios nacionales e internacionales. Que tres cortometrajes se estrenen en el cine de modo independiente al pase de una película o al margen de un festival es una idea a aplaudir de antemano, teniendo en cuenta la poca fe en el género de las distribuidoras y de un sector importante de nuestros académicos, y la consecuente falta de apoyo institucional y financiero con el que cuentan quienes se aventuran a empezar en esto del cine como cualquier cineasta ha comenzado siempre. Los tres trabajos que componen la película son diferentes en su temática: no se trata pues de una trilogía propiamente dicha, aunque todos están recorridos por el nexo común de la exploración del límite de la capacidad humana en una situación determinada.

Contracuerpo1CONTRACUERPO es el trabajo más experimental de los tres, con una carga importante en la utilización de potentes imágenes que narran, a modo de metáfora, una intencionada fábula sobre la anorexia. Está protagonizado por Macarena Gómez y es el primer trabajo del director. La obsesión de una chica en lograr un cuerpo idéntico al de un maniquí le lleva a una extraña relación con el objeto, que va a ser expuesto en un prestigioso escaparate de la ciudad. Premiado como Mejor Cortometraje en el Festival Latino de Los Angeles, Mejor Corto Europeo en el Festival de Brest y Mejor Ópera Prima Europea en el Festival d’Angers. También estuvo nominado a los Goya y se estrenó en Competición Oficial en el Festival de Venecia.

alumbra1ALUMBRAMIENTO es quizás el más intimista, y en contraposición a lo que el título anuncia, narra como los diferentes miembros de una familia se enfrentan al final de la vida de uno de sus miembros. De soslayo, trata el tema de la eutanasia y el dilema moral de dejar morir en paz o luchar por los últimos vestigios de la vida pese a quien pese. Está protagonizado por Mariví Bilbao, quien ya ha trabajado en cortos con otros directores como Borja Cobeaga, y que aquí hace un papel excelente por el realismo que imprime a las situaciones. Además de su actuación, cabe destacar los giros inesperados del guión y el buen ritmo con el que se conduce, sobre todo en su segunda parte. Alumbramiento ha recabado más de medio centenar de galardones, algunos de la talla del Premio al Mejor Cortometraje Europeo en el Festival de Venecia, Mejor Cortometraje por la Academia Europea de Cine, Mejor Cortometraje en el Festival de Málaga, Mejor cortometraje en el concurso Version Española-SGAE y ha sido premiado en festivales internacionales como Krakovia, Puerto Rico o Dinamarca, entre otros.

THEEND1THE END es el trabajo que cierra la película y en realidad no es un corto, sino un mediometraje de 30 minutos de duración. Se creó para ser exhibido en la reciente Expo del Agua de Zaragoza. Posteriormente fue presentado por la Fundación Biodiversidad en el Congreso Nacional de Medio Ambiente y en Abril participó en el 5º Foro Mundial del Agua en Estambul. Acaba de ganar el Premio Especial del Jurado en el Festival de Medina del Campo. Narra la lucha por la supervivencia de una familia cuando el país se ve envuelto en una batalla entre comunidades fruto de una terrible sequía que obliga a recurrir a sus habitantes a lo más instintivo de sí mismos. Rodado en Almería, íntegramente en inglés, los decorados huelen a western futurista y cuenta con un extenso reparto internacional encabezado por los actores británicos Samuel Roukin (Happy-Go-Lucky de Mike Leigh) y Natalie Press (Chromophobia de Marta Fiennes), la colaboración especial de Miguel Ángel Silvestre y el apoyo de la productora de Antonio Banderas.foto2

Os dejo el enlace a la página oficial de la película, en el que además de extensa información podéis ver los tres trabajos completos. La productora, Prosopopeya Producciones, habitual en la promoción de cortometrajes, ha decidido hace unos días distribuirlos también en internet, habida cuenta del interés social de sus contenidos, además del propiamente cinematográfico, para que todo el mundo tenga acceso a ellos. La verdad es que el conjunto aborda tres temas de máximo interés pedagógico, como son la anorexia, la muerte (y la eutanasia) y el aprovechamiento y respeto a los recursos naturales. En pantalla grande sólo pueden verse en las ciudades donde hay salas comerciales UGC Cinecité (Madrid, Valencia, Valladolid y Cádiz), con quien se ha contratado la difusión.  Dos semanas después de su estreno, este interesante experimento continua en cartel (al menos en Valencia) en 8 sesiones diarias al precio reducido de 3 euros.

V.O.S. (Cesc Gay, 2009)

vos-cartelNo es la primera vez que Cesc Gay adapta para el cine una obra de teatro (Krámpack, 2000), lo que sí es una primicia es el hecho de que se aventure en el terreno de la comedia pura y dura. V.O.S. es el remake cinematográfico de la obra de teatro homónima que en 2005 estrenaba en el Teatre Lliure de Barcelona  Carol López. Propone un juego entre cuatro personajes, dos hombres, dos mujeres, y sus miradas distintas a una misma realidad. La diferente forma en que cada uno vive sus relaciones personales, el amor y la amistad son la trama de esta historia. Una historia contada mil veces en el teatro y también en el cine, quizás por eso Cesc Gay le da la vuelta completamente a cualquier cosa que el espectador espere ver y juega, de modo más que arriesgado, a que su relato tenga la menor credibilidad posible. Como oyen: se trata precisamente de que nada parezca real, de mentirnos constantemente, de que aquello que nos parezca verosímil quede sutilmente desmontado en la escena siguiente. Asistimos como espectadores al rodaje de la creación de un novelista que escribe la obra que estamos viendo. Los personajes son ellos mismos, cuatro amigos que rompen sus parejas, una traición por amor, el miedo al compromiso. Cesc Gay manipula al espectador. Su ficción en directo logra descolocarnos de tal modo que no sabemos cuando estamos asistiendo a lo que escribe el protagonista o a la realidad de sus relaciones personales. Nada es lo que parece, cada uno podemos inventar aquello que queramos entender, porque lo que se busca es ser lo menos verosímil posible, y porque en definitiva quiso contarnos la mentira misma que implica contar una historia, borrando la frontera que separa lo que vemos de lo que en verdad sucede en la trama. Puesta en escena con carpintería a la vista, como si del plató del rodaje de una película se tratase, donde los personajes se mueven entre bambalinas a sabiendas que todo es mentira mientras nos hacen creer su historia simulando con la realidad. Los cuatro actores, Vicenta Ngondo, Ágata Roca, Paul Berrondo y Andrés Herrera son los mismos que protagonizaron la obra de teatro, y aunque partían de un guión que la adptaba al cine, han participado en la transformación del resultado con su aportación, basada en el conocimiento de la obra, y con sus improvisaciones. El resultado es un film tremendamente original, repleto de excelentes diálogos llenos de inteligente ironía, juegos elípticos sobre lo cotidiano y humor, mucho humor, por momentos cruel, otras veces ácidamente romántico, que hacen que su encanto resida en cómo se cuenta más que en lo que propiamente pretende narrarnos. vos_des

Mereció la pena verla, cuesta levantarse de la butaca cuando la escena del principio vuelve a aparecer en la pantalla presagiando el final inmediato. Sólo 86 minutos, que además pasaron volando. Queda la grata sensación de que la comedia española actual no está limitada a los  esperpentos estrenados ultimamente en las salas. Que tenemos directores capaces de contar una historia entretenida e inteligente sin tener que recurrir a los consabidos diálogos tan tórridos como toscos  tan de moda en estos tiempos para con las comedias patrias, que parece no se conciben sin sexo adolescente en primer plano o fluidos varios derivándose por la pantalla. Tal vez V.O.S. no es un film perfecto, siquiera de los mejores de Cesc Gay; lo que no se puede negar es que, además de arriesgado, por su puesta en escena y por su intencionada falta de credibilidad, estamos ante uno de los cineastas más interesantes e imaginativos con los que cuenta en la actualidad nuestra cantera cinematográfica y hace pensar, y mucho, sobre el apoyo institucional y el destino del presupuesto público para la proyección mediática de supuestos éxitos taquilleros carentes de interés artístico,  por los que se apuesta incondicionalmente a riesgo de socavar las perspectivas de futuro de nuestro cine, al menos a corto plazo.

Tetro (Francis Ford Coppola, 2009)

tetro-poster-5Coppola estrena la que quizás sea, a sus 70 años, la película más personal que ha logrado escribir, producir y rodar: una epopeya en blanco y negro sobre conflictos familiares ambientada en La Boca de Buenos Aires. Los conocedores del cine de Coppola reconocerán en ella algunos de los temas que ya vimos en The Rain People, La Conversación o El Padrino, aunque los asesinatos y venganzas hayan sido convenientemente sustituidos por la violencia psicológica y una mayor interiorización de los personajes. Coppola dice que no es autobiográfica, pero hay mucho terreno personal expuesto en la película, deliberadamente simbólica, no sólo por el tipo de familia que refiere (el padre de Coppola también era músico y director de orquesta), sino por la arriesgada aventura de un guión original después de muchos años de carrera adaptando textos escritos por otros. Tetro es un film enormemente teatral, del mismo modo que en el teatro fueron los comienzos del cineasta, quien nos zambulle en una extraña combinación de tragedia shakesperiana y drama freudiano: el eterno y contradictorio diálogo sobre el amor y la rivalidad entre dos hermanos subyugados a la figura de un opresivo y tiránico padre. Los vínculos que les unen son, en cambio, los del talento artístico inherente a la familia.

Vincent Gallo es Tetro, un escritor frustrado que representa los valores del artista solitario y romántico: la esencial necesidad de crear, el permanente sentimiento de exclusión de la sociedad, una personalidad caótica y desordenada o la imposibilidad de separar con claridad su vida personal de su obra artística. En cierto modo, Tetro sería algo así como un alter ego del propio autor, un autorretrato barroco al que incorpora los aspectos estéticos y temáticos que le interesan y que emergen aquí cargados de alegorías, referencias y homenajes al cine y a su propio cine, a la música y a la literatura. Y del mismo modo que en Juventud sin Juventud, film que también escribió, la película cuenta con la rendida sensibilidad e inocencia del un joven actor, Alden Ehrenreich en el papel de Bennie, al encuentro del hermano desaparecido. Y con una entregada amante, Miranda, interpretada por la soberbia y muy bien dirigida Maribel Verdú, a la que exprime y de la que obtiene una de las mejores interpretaciones que hasta la fecha he podido ver. Hasta Carmen Maura, en un papel acribillado por la crítica para mí injustamente, porque siendo cierto que el personaje de Alone no se presta a demasiados agradecimientos, la Maura y sus poderes bordan lo que no es sino un tirón de orejas a la pamplina del mundo festivalero, aunque en la película la referencia explícita sea al teatro.

tetro07Planos fijos de una plasticidad asombrosa y estudiada iluminación envuelven cada encuentro entre los tres personajes principales; teatro, música, danza, incluso ópera intercalan la acción a modo de flashbacks y sueños saturados de color (en clara contraposición al blanco y negro base del film) simbolizando los deseos, los miedos, las frustraciones, lo onírico, los viejos recuerdos no reconciliados. Trazos que mezclan géneros cinematográficos y artísticos, diálogos que nos conducen a evocar sus primeras películas, recortes que recuerdan a Fellini, Chinatown, Malle, Rosellini e incluso Almodovar magnifican los momentos más trágicos del relato, los celos, venganzas, traiciones y desengaños mil veces contados en el cine, pero que nadie se engañe: la trama tiene un interés narrativo, pero ese interés es limitado, porque lo que cuenta no agota la sustancia del film, que reside en cómo está narrado, puro cine, cuya complejidad requiere, probablemente, de más de un visionado. Por eso, ante una obra de tamaña envergadura, calificarla de manida o previsible es una solemne tontería, porque a Coppola no le importa demasiado, ya lo sabe de antemano. El cine y sus posibilidades narrativas, las imágenes que nos llevan por sí solas (a quienes se dejen llevar) al alma misma de los personajes, la música, envolvente, sincronizada, la fotografía, la iluminación y cierto esteticismo, son las armas con las que cuenta Coppola para convertir en una obra de arte lo que en manos de otros no habría pasado de un culebrón de sobremesa. Pero Coppola es Coppola,  por algo le avalan 5 Premios Oscar, 4 Globos de Oro, 2 Palmas en Cannes… Mirada en perspectiva hacia los puertos a los que ha ido llegando su carrera. También se puede leer cierto juicio crítico sobre qué es y como es hoy el mundo del cine, del arte en general, de sus intereses, de hacia dónde se dirige. Quizás sea la película que siempre quiso hacer y nunca hasta ahora encontró la ocasión (o el dinero) para rodar. Lo que es seguro es que todo Coppola, creador y maestro, está aquí, haciendo lo que le da la gana, sin que nadie le haya dicho qué resultado y que números en la taquilla espera obtener. Y claro, unos lo tomamos y otros  lo dejan, sin más vueltas.

La Caja de Pandora (Yesim Ustaoglu, 2008)

La caja de PandoraLa caja de Pandora, quinto film de la cineasta turca Yesim Ustaoglu, galardonado con la Concha de Oro en el pasado Festival de San Sebastián, destapa la caja de los truenos cuando la vida de tres hermanos que ya no cumplen los cuarenta se ve momentáneamente alterada por la desaparición de su anciana madre, enferma de alzhéimer, y tienen que partir en su búsqueda hacia su pueblo natal, en la costa montañosa del Mar Negro. Un viaje físico donde se destaparán viejas rencillas, diferencias en cuanto a modos de abordar el presente o el futuro, incluso el pasado; una prueba de la vida en la que deseos, miedos y frustraciones saldrán necesariamente a la luz cuando, por fuerza, la nueva situación hace necesario aunar esfuerzos y relajar diferencias para lograr salir airosos adelante. Pero también es un viaje hacia el interior de las relaciones humanas, hacia como se afronta la incómoda realidad de la vejez, la enfermedad, los prejuicios acompañantes y, en definitiva, la soledad que acarrea casi siempre la cara b de la vida, esa parte menos grata que de vez en cuando a casi todos, de un modo u otro, nos toca afrontar.

Relato contundente, radiografía dura y demoledora que no incurre en el melodrama lacrimógeno, hecha con ritmo pausado pero con suficiente sensibilidad, logra adentrarse en cada uno de los personajes y transmitir de forma más que correcta sus contradicciones y sus sentimientos. Y al tiempo que lo hace, nos ofrece un buen retrato de algún que otro asunto latente en la sociedad contemporánea, de la hipocresía, insolidaridad e individualismo frente a los débiles o enfermos cuando ya no cumplen un papel social activo, de los grandes contrastes todavía existentes entre el medio urbano industrializado y el rural y, como no, de la relaciones generacionales siempre conflictivas que, en este caso, se resuelven mediante un extraña pero positiva sintonía entre la abuela, excelentemente interpretada por la francesa Tsila Chelton, papel que le valió la Concha de Plata a la Mejor Actriz, y el nieto, un adolescente que todavía no ha encontrado su rumbo, a cargo del joven actor Onur Unsal , con una interpretación menos brillante, aunque aceptable.

Hasta aquí los aspectos más interesantes y destacables, porque la película  fracasa a la hora de abordar los temas con pulso y  ritmo narrativo suficientes. No se trata de que sea excesivamente dilatada, que lo es, ni de que abunden o no los largos silencios; el cine está lleno de ejemplos con construcciones en la que solo intervienen determinadas miradas o gestos cargados de contenido y significado, y se pueden construir magníficas secuencias basadas únicamente en  imágenes,  precisamente el mejor arma del lenguaje del cine. Lo que sucede es que la película insiste machaconamente durante casi dos horas en la misma idea, a base de hacer pasar a la abuela por la casa de los tres hermanos y posteriormente regresándola al pueblo con el nieto, para decir una y otra vez lo mismo, sin avanzar hacia ninguna parte. Y lo que durante la primera media hora resulta interesante, decae en la segunda; hacia mitad del film miradas al reloj y cambios de postura en la butaca porque no se nos ha contado absolutamente nada desde hace demasiado tiempo y no se ha ofrecido otra cosa que reiterarse en los aspectos más grises de la realidad humana. Y la sensación que queda es la de haber asistido a una buena radiografía de personajes, tal vez demasiado apagados, intrincados, ásperos, y a un retrato de la vejez que no por su obstinada sensibilidad deja de caer en el exceso enfático sobre un mundo observado desde cierta óptica exageradamente triste  y  amarga.

Vacaciones de Ferragosto (Gianni di Gregorio, 2008)

cartelVacaciones de Ferragosto es una película escrita, interpretada y dirigida por Gianni di Gregorio, guionista de «Gomorra», cuya producción corre a cargo de Mateo Garrone y que ha gozado de gran acogida por la crítica en diversos festivales. El Ferragosto, fiesta que se celebra a mediados de agosto y que supone el éxodo de la mayoría de habitantes de la ciudad de Roma, es el contexto donde se nos presenta a Gianni, hombre maduro y sin trabajo, quien entiende la vida entre cuidar de su anciana madre, compartir alegrías con buenos bebedores de vino y acumular facturas impagadas que ponen en jaque el techo del quinto piso de un antiguo y ruinoso edificio del barrio romano de Trastévere, bajo el que vive. Esta festividad va a ofrecerle la posible solución a sus problemas pecuniarios cuando su casero, uno de sus amigos e incluso su médico le persuaden para aparcar en la casa a sus respectivas ancianas durante el período vacacional. A pesar de que en principio no está dispuesto a asumir la función de improvisado canguro, la tentación frente al alivio de sus dificultades financieras le vence, y un surtido de señoras de avanzada (alguna, avanzadísima) edad desciende sobre el pequeño apartamento.

No sé si recomendar esta película. A lo largo de los escasos 70 minutos de duración, me ha envuelto la extraña sensación de estar asistiendo a dos relatos bien distintos que poco tienen que ver el uno con el otro, como si no corriesen a cargo del mismo autor. Hay un conjunto, que se corresponde con la primera media parte, junto a algunas secuencias intermitentes de la segunda, en el que se asiste a un trabajo bien hecho, hermoso, irónico y por momentos brillante. Sin embargo, hacia la mitad, la película gira a un tono triste y gris que me ha dejado un sabor amargo e incluso ha llegado a incomodarme. Con un punto de partida banal, el comienzo e imbricación de la historia recuerda mucho a las geniales comedias a la italiana de los años sesenta, perfecto equilibrio entre ironía costumbrista y tragedia en la que la escuela de cine italiano se mostró siempre insuperable. La trama, con un enfoque divertido y su tradicional acompañamiento musical, presenta una familia cuya cabeza es la anciana madre, en su día adinerada, venida a menos, obligada ahora a mantener la dignidad ferrogostiana en el centro de Roma, de la que nos retrata calles adoquinadas, ruinosas construcciones, la venta y consumo nocturno de pescado o los bares en los que se bebe en la calle sobre un viejo barril amancillado mientras se entrecruza oratoria de discreta sintaxis y compleja semántica. Los personajes transmiten generosidad y sus defectos están dibujados con humor, sarcasmo y carga de crítica social a base de elementos tragicómicos, representando con exageración premeditada la sociedad actual en su no poco cierto desapego para con los ancianos.

Pero una vez aterrizan las viejecitas en el inhóspito apartamento, la película da un vuelco importante. Sé que probablemente sea una simple cuestión de gustos cinematográficos, y que quizás muchos encuentren precisamente en esto su originalidad, pero a poco menos de media hora del final la farsa deriva hacia el letargo y he de confesar que estaba deseando que acabase cuanto antes. Varias personas se levantaron y marcharon de la sala; otros comenzaban a revolverse en la butaca, cuchichear o buscar entre bolsos o bolsillos;  señal inequívoca de cierto abandono por un sector del público en el interés por el film. Lo que sucede es que llega  un punto en el que el director confía el guión a la improvisación de los actores. El cambio de rumbo es deliberado, y la huella garroniana se hace poco menos que evidente. Ninguna de las cuatro ancianas son actrices profesionales, alguna jamás interpretó ningún papel, están sacadas de la vida real. Hacen y dicen literalmente lo que quieren, cabe suponer que dentro de unas pautas para las escenas en curso. El tono se transforma en pseudo documental, incluso la cámara se mueve más de lo debido, y asistimos a una suerte de cruces entre nonagenarias muy realista, con algunos destellos bien logrados (interesantes las recetas culinarias de la abuela), pero que carecen de los elementos artísticos con los que comenzó. La calidad del diálogo se elude a un segundo plano, se torna parco, y el retrato de la senectud se eleva a un tono que abandona amabilidades y se me antoja roza el mal gusto, suavizado a fuerza de un final positivo pero desentonado, donde la amistad y buena avenencia se jusifican al dinero que las ancianitas parece que, pese a sus tristezas, poseen y disfrutan. Comenzamos riéndo de la comedia de la vida y acabamos haciéndolo de las propias protagonistas, aunque no importa, es sólo una película, pero la realidad de los mayores es a menudo más bien contraria: enfermedad, invalidez, escasos recursos y, sobre todo, mucha soledad; tal vez demasiada como para, bajo la pretensión de naturalismo cinematográfico, se alcance a frivolizar sobre las personas que la soportan, que no son pocas y, dadas las perspectivas y hacia dónde se dirige nuesra sociedad, probablemente sean cada vez más.

Génova, de Michael Winterbottom

genovaUna de las cosas que estoy decidida a hacer es conseguir la filmografía completa de Winterbottom. Sólo he visto de este director «In this World» (gracias, Jorge, por la recomendación) y «Génova», que acabo de verla. Llego tarde pues, al que parece es un cineasta consagrado; «In this world» es una pelicula extraordinaria, con una temática compleja que se prestaría complaciente al drama social fácil y maniqueo, pero de la que Winterbottom saca, casi de la nada, sentimientos delicados y hermosos transformándola en una obra reflexiva y de estética radical como pocas. Confieso que he asistido con cierto recelo a «Génova», porque conocía su temática de antemano y probablemente porque esperaba bastante de ella, y tengo que decir que no me ha decepcionado en absoluto, aunque sea muy distinta a la anterior, mucho más intimista, menos radical en cuanto a temas sociales, pero en la que también se recurre a esas metáforas visuales de la desesperación en la que viven sus personajes  e igualmente hace gala de un manejo ejemplar de la cámara y del sonido que tan buenos resultados le dio en el anterior trabajo. “Génova” es el viaje a la ciudad italiana de lo que queda de una familia que accidentalmente ha perdido una pieza angular: la madre. Es la búsqueda de la reconciliación con el mundo de un hombre, también con él mismo, el remontar de tres personas que, de distinto modo, viven el drama de la pérdida. Toda ella es una concienzuda descripción psicológica de esos personajes que carece del esperado guión con trama y desenlace, porque “Génova” es como asomarnos a través de una pequeña ventana a la vida cotidiana de las personas, tal cual, sin demasiados artificios, enfatizada no tanto por los diálogos o construcciones del guión ausente como por los pequeños detalles que hay en sus gestos, en las miradas y en los silencios que intercambian de manera constante. “Genova” es algo así como un desgarrador grito de socorro, en el que la ciudad se convierte en terapia ante el hundimiento anímico de ese hombre para el que el mundo tal y como lo concebía hasta entonces desaparece: una mujer a la que ama, dos hijas que se pelean constantemente pero se quieren, un trabajo que le gusta, las vacaciones… la burbuja de la felicidad que le  proporcionaba bienestar y seguridad se desmorona de repente, estalla en mil pedazos, y el espectador es el invitado de piedra que asiste  a la tragedia, al cambio de rumbo en sus vidas cuando deciden reconstruir su futuro en otra ciudad, asomarse al nuevo entorno que les permita comenzar desde cero. Y cada uno lo hace a su manera: él, mediante su nuevo trabajo, su vieja amiga y sus recientes pupilos; la joven, con el despertar a la adolescencia y la niña llevando a cuestas el espectro recurrente de su madre desaparecida. Es la manera de capturar y retratar los sentimientos y  las actitudes, la culpa y el dolor tras la ausencia, sin necesidad de ser explícitos ni de recurrir al drama lacrimógeno de mal gusto, con una naturalidad y veracidad fuera de cualquier duda aunque la mayoría de veces se haga mediante los gestos o unas contadas miradas. El bellísimo paisaje de Génova, su casco antiguo, sus playas, su historia o su arte se funden con las vivencias en un muestrario alejado de cualquier prejuicio, abierto, para que observemos y extraigamos nuestras propias reflexiones, nunca exentas de tristeza y de, en alguna medida, frustraciones siempre llenas de esperanzas. Valientes o temerosos, íntegros o cobardes, conformistas o rebeldes, los personajes no son sino un puñado de seres humanos haciendo frente a lo que les toca vivir. Y sorprende, mucho, el acercamiento a esa humanidad exento de hilo argumental que nos conduzca a ninguna parte, sólo con su cámara en mano, su intuitiva estética y un soberbio montaje a modo de collage de esos pequeños retazos de vida aquí retratados. Para mí, una película enorme, pocas veces me he podido identificar con un contenido sin sentirme en alguna medida invadida o atropellada. A lo mejor, si la vuelvo a ver le encuentro hasta defectos, pero recién vista y en caliente, la palabra más acertada que me sale para calificarla es… impresionante.

Departures (Okuribito), de Yôjirô Takita (2008)

departures-poster-01Habida cuenta de los últimos Premios de la Academia de Hollywood, en los que obtuvo el Oscar a la Mejor Película Extranjera, venciendo a las a priori favoritas Walz con Bashir y a la ganadora de la Palma de Oro, La Clase, en la actualidad casi todo el mundo ha oído hablar de esta película japonesa, Okuribito (título original), que no ha sido todavía estrenada en España aunque ya se puede conseguir en DVD con subtítulos en inglés. Después de haberla visto creo que, en conjunto, el premio es suficientemente merecido y, aunque he de confesar que no sabía demasiado bien de qué iba antes de sentarme a verla, me sentía muy atraída por la idea de una película asiática llena de muertos, cadáveres y ataúdes que no tuviese nada que ver con una cinta de terror.

Departures desmitifica la muerte y una de las profesiones relacionadas con ésta, que en occidente equivaldría a algo así como un embalsamador, y que en el contexto japonés es el «noukan» (el que envía), la persona que tiene la responsabilidad de ayudar a las familias de los fallecidos a aliviar el dolor de la pérdida preparando meticulosamente el cadáver (vestimenta, maquillaje, etc..) antes de iniciar el viaje al crematorio o cementerio. Sin duda una profesión rechazada y malinterpretada (aquí y allí también) por las connotaciones negativas estereotipadas culturalmente y también por nuestro innato miedo a la muerte, que hace que evitemos, siempre que sea posible, todo lo relacionado con ella. Ahora bien, la película es japonesa, y como todo lo japonés, el oficio de preparar cadáveres antes de encerrarlos en el ataúd, separado funcionalmente del negocio de las funerarias, viene mostrado con un elaborado ritual de preparación y limpieza en todas sus fases, todo hecho con gran precisión, habilidad y máximo respeto por los difuntos y los miembros de las familias.vlcsnap-2393124El protagonista absoluto es Diago Koayashi (Masahiro Motoki), presente en todas las escenas del film, un chelista que sueña con viajar por todo el mundo con su esposa Mika (muy bien interpretada por Ryoko Hirosue) en la maleta, como buena esposa japonesa. Por desgracia, su orquesta se disuelve viéndose obligado a vender el costoso chelo acuciado por las deudas contraídas en su pasión por hacer de la música su oficio. Desanimado, convence a su esposa para trasladarse a su pequeña ciudad de origen, a la casa en la que dejó a su madre, con el fin de comenzar una nueva vida. A través de los anuncios de la prensa va a parar a la Agencia NK, encargada en la preparación de los difuntos para su último viaje.okuribito-photo-11La primera media parte es simplemente fantástica, cuenta con interpretaciones excelentes y la historia, aunque se presta a ello, no sólo carece de tintes melodramáticos sino que muestra un tono permanentemente irónico sobre la muerte y la vida que dinamiza el relato, a pesar de su pulso lento, ganando efectividad tanto por lo curioso de las escenas mostradas como por el negro sentido del humor de la que está impregnada. Lo que sucede es que hacia el final el film da un giro argumental y adquiere un tono cada vez más dramático (las contradicciones con su esposa que rechaza su profesión y la búsqueda de su padre que les abandonó cuando era niño, reflejado en su jefe y mentor) y termina convirtiéndose en un film dramático cargado de poesía visual. El trabajo de dirección es efectivo y cuidado en todos los detalles, técnicamente bien planteada y con algunas escenas muy logradas, que rebosan una carga emotiva importante, a las que se añade la música del chelo, melancólica y envolvente, conjunto que a mi modo de ver quiebra con un final lento y demasiado abrupto que no hace justicia a la dinámica que tan meticulosamente había construido. Eso sí, solo por las escenas del nokanshi se hace merecedora de los elogios recibidos y a pesar de no cumplir con las expectativas por ser demasiado irregular y quizás excesivamente dilatada en su segunda parte, es una película sin duda hermosa y sensible que merece la pena recomendar.

25 Kilates, de Patxi Amezcua (2009)

25-kilatesCine negro, radical, riguroso y moderno; acción, tensión y mucha violencia (la necesaria) para un producto hecho en España que esta vez no se abastece de burdas imitaciones al lenguaje de Tarantino, o de tetas y culos que sirvan de reclamo, que no quiere parecerse a éxito televisivo alguno y que no recurre al consabido retrato social, tan al uso. No le hace falta: los puntos fuertes residen en un ingenioso trabajo narrativo, perfectamente construido, en las cualidades de su fotografía y en la sorprendente dirección de actores que ejerce este novel cineasta, Patxi Amézcua, quien es autor también del guión de la película. Policías corruptos, sicarios kosovares, matones mexicanos, recaudadores de deudas con métodos no demasiado ortodoxos y una jovencita dada al choriceo menudo, constituyen el escaparate de personajes cuyo telón de fondo es el asfalto de una Barcelona nada convencional, escenario donde un plan y su suculento botín sirven de detonante para desatar esta trepidante trama que termina centrándose en dos personajes: él, Abel (Francesc Garrido), y ella (Aida Folch), pareja que por avatares de oficio y destino son condenados a vivir peligrosamente y que encontrarán en el atraco perfecto intereses comunes más allá del dinero como único objetivo.

Es nuestro particular Bonny and Clyde: ella pone la espontaneidad y el encanto, él la templanza y el oficio; aunque ambos tienen en común ser víctimas de la vida que les ha tocado vivir, de su mundo familiar y de sus pasiones. Tal vez se podría haber aprovechado mucho más el final, en el que determinados hilos de algunos personajes quedan sin resolver, a la suerte de la imaginación del espectador. O quizá también podría haberse sacado mucho más partido de la ciudad como personaje, ya que se van esbozando determinados elementos visuales muy acordes al tono del film a lo mejor no suficientemente rentabilizados… Pero dado el panorama cinéfilo patrio actual, no corren demasiados buenos tiempos para que una producción independiente , hecha con bajo presupuesto, sin las suculentas subvenciones con las que otras/os cineastas cuentan en el momento de presentar su proyecto, resulte ser de lo más interesante y entretenido estrenado en el último año. Dadas las circunstancias, no sólo no es fácil sino que se trata, como en contados casos, de una rara avis que viene a dejar claro que se puede hacer cine de calidad en este país cuando hay buenas ideas, ganas y sobrado talento. Lo triste es que no parecen perfilarse desde las altas esferas cambios en cuanto a la orientación sobre qué tipo de películas deben apoyarse, al menos por el momento. Las razones, tan lamentables como obvias. No tardéis en verla porque no durará demasiado en cartelera… ojalá me equivoque.

Aruitemo Aruitemo (Still Walking), de Hirokazu Koreeda (2008)

aruitemostillwalkingHirokazu Koreeda regresa (tras su último film «Nadie sabe», que le colocó como indiscutible promesa del nuevo cine nipón) a los orígenes del cine clásico japonés para mostrar todo lo que divide y al tiempo une a una familia, para obligar a mirarse al espejo a esa sociedad que convive con tradición y modernidad al unísono tratando de hacerlas compatibles. En un marco de 24 horas, un cálido día de verano, la familia se reúne, la tradición, los paisajes campestres, el paso del tiempo, con sus inevitables cambios sobrevenidos, provocan esa sensación de paraíso tradicional perdido por las nuevas condiciones de vida que logra causar una extraña y contradictoria mezcla entre planes de futuro, dudas del presente y evocación nostálgica del pasado. En Aruitemo Aruitemo cobra especial importancia la casa, que asume un papel protagonista: es el lugar de reencuentro, ámbito donde se mantienen las raíces y la identidad de la familia, necesaria y determinante para consolidar su propia personalidad, pero también las divergencias de intereses que exige un mundo dominado por las prisas y la competencia, narrado con un aire de cotidianeidad que recuerda a algunas producciones del cine europeo, a Bergman en la complejidad de sus personajes y el uso de la cámara, o a los aspectos más contemplativos de la narrativa de Téchiné. Todo subrayado por esa particular elegancia, serenidad y estilización de la que hace casi siempre gala el cine asiático, y que Koreeda maneja con batuta de maestro, mostrándonos escenas cargadas de ternura, de desdicha, de silencios o de diálogos viperinos en los que aparentemente sólo se habla de comida. vlcsnap-16036362Con todos estos ingredientes construye una obra sencilla, amena y llena de ritmo, sin dramatismos excedidos, pero preñada de matices, que pretende una reflexión sobre la incomprensión e incomunicación de esas personas que, a pesar de estar unidas por los vínculos familiares comparten vidas distantes, no sólo en cuanto al lugar, sino por intereses que cada uno persigue.

La película también posee un guión equilibrado (se encarga de él el mismo director, también del montaje), que no por sencillo deja de estar sorprendentemente estructurado, para narrar el proceso de dispersión de la familia observado a través de tres generaciones: los abuelos que viven en un medio rural, en la casa familiar donde confluyen todos una vez al año a fin de celebrar el aniversario de la muerte del primogénito, los dos hermanos, preocupados uno de ellos por ser aceptado por el padre, el otro por su situación económica y la conservación de la casa (donde pretende trasladarse con toda su familia), y los nietos, dedicados a vivir vitalistamente el presente pero en los que todavía se deposita la confianza para el mantenimiento de las tradiciones ancestrales. Un drama familiar, sin violencia, en el que hay pocas escenas donde los personajes muestren claramente sus emociones, porque algunas de las más importantes se sobreentienden o se comprenden en el trasfondo de una conversación banal en la cocina. vlcsnap-16042730Sin embargo, esas emociones que fluyen son fuertes y profundas, y tratan de las cosas que en definitiva siempre nos importan a todos: los padres y los hijos, la vida vivida y la soledad, la enfermedad y la muerte, la lucha por ser aceptado y la capacidad de cambio del ser humano. Lo hace, además, sin moralina alguna, dramatismos excedidos o alardes de sabiduría humanista, pero con esa sutil inteligencia característica del cine oriental (rececuerda aquí al gran maestro Ozu) que logra reflejar sin hacer uso de lo evidente el ritmo natural de la vida cotidiana. Este mismo material podría ser explicado de maneras muy distintas; podría ser un melodrama televisivo, un drama trascendental al uso con figuras de primera línea, o incluso una tragedia. Kore-eda muestra su mirada sobre los hechos cotidianos, y obtenemos, por encima de todo, una visión perfecta de la existencia de cada uno de los personajes aunque en realidad sólo nos hable de las 24 horas de un día de verano, en el que el calor y la tranquilidad de un pueblecito cercano al mar crea una especie de distraída suspensión de lo corriente en cualquier día de sus vidas. Y me gusta cada vez más esa narrativa que rehúye de la trascendencia, que parece sencilla aunque precisamente si algo no le falta es estar suficientemente elaborada y que, recreando lo cotidiano, mira siempre a las cosas más cercanas. No esperen espectáculo de vodevil, ni tramas enrevesadas con trasfondo moralizante u otras pantomimas. Aruitemo Aruitemo sobrecoge tan sólo con su poesía y su delicada y fascinante lírica de lo cotidiano. Puro cine.

Déjame entrar, de Tomas Alfredson (2008)

tomas-alfredson-cartelTomas Alfredson es un conocido director de series de televisión en Suecia que se adentra, en este su tercer largometraje, en el mundo del drama de terror vampírico. La base es una adaptación del best-seller homónimo de su compatriota John Ajvide Lindqvist, quien es responsable, además, del guión de la cinta. No he leído el libro, pero la película es seguramente de lo mejor y más fiel que he visto al género, salvando determinadas obras maestras clásicas, claro está. Ocurre que corre el riesgo de ser malinterpretada a priori, por una pura cuestión de la edad y situación de los protagonistas: él (Kåre Hedebrant), un inocente, algo sádico e introvertido adolescente de 12 años que sufre del acoso o bullying escolar; ella (enorme, Lina Leandersson), la niña-vampiro que hace mucho cumplió los 12 años, quien envuelta en su halo de cruel ternura hará de agente redentor de su decadencia. Olvídense de Crepúsculo, desenfreno gore y demás lugares comunes del cine de terror más o menos acertado que nada tienen que ver con este trabajo. Porque, para empezar, se trata de una simple y magistral lección de cine, donde nada es gratuito y nada sobra, en el que cada movimiento de cámara, cada imagen, cada encuadre son extremadamente precisos, están al servicio de la narración y son, muchos de ellos, auténtico arte. El pulso de la película es lento cuando debe serlo y violento en las escenas que requieren esa necesidad. No es fácil sorprender hoy con una película de vampiros, y Tomas Alfredson viene a demostrar que, en este género, no sólo no está todo dicho sino que él tiene mucho para enseñar.

El guión sitúa a los personajes en Suecia, en la década de los 80 (hay algunas alusiones políticas, obligadas y suficientemente acertadas, que se intercalan en la trama), en el extrarradio de una ciudad cualquiera, y rescata disciplinadamente todos los ingredientes dramáticos y románticos del género, quizá demasiado dejados de lado por el cine de terror al uso en las últimas décadas: colmillos en el cuello, rigurosos modales (permiso para entrar por la puerta), vuelo o fatalidad de la luz solar (sólo se le escapa el reflejo en el espejo). Y como toda historia de vampiros (lean sino Drácula, de Bram Stoker) es también un historia de amor imposible: un romance entre humanos, uno de ellos con esa extraña enfermedad que le hace esclavo de la sangre, y el otro víctima de la sociedad, más la necesidad de amar, ser amado y aceptado común a todos, aunque en este caso se inviertan los roles y adopte ella el papel sanguinario quedando para él la transgresión de lo establecido.

La excelencia de la película reside en que, a pesar de tratarse de un drama fantástico y, por tanto, no ha de exigírsele credibilidad alguna, el autor articula la intriga sobre unos espacios y registros formales que se manipulan de tal modo que preñan la narración de un trasfondo eminentemente realista. La carga dramática, romántica (como mandan los cánones), y el tratamiento de cada plano nos hacen sentir, en cada frame, la angustia nauseabunda de ambos protagonistas, a través de sus miradas, de sus gestos, de su dificultad para expresar sus sentimientos, del placer por el sufrimiento (para ella una necesidad; para él, simple deseo de venganza) o la ternura de los primeros encuentros sexuales. Los personajes se comunican casi sin diálogos, los justos para el desarrollo y comprensión de la película. Soberbia y elegante dirección, donde el recurso principal es siempre la imagen y también el sonido, tratados con la determinación de quien sabe perfectamente qué quiere expresar y cómo hacerlo. A ello se suma la fotografía, estilosa, aterradora, poética, envolvente, con sus embriagadores paisajes nevados salpicados, ocasionalmente, de sangre. Algunas escenas se acercan, por necesidad, al gore, pero están lo suficientemente espaciadas y dosificadas en los momentos clave para mantener al espectador pegado a la butaca y que a la vez queden en la memoria de la película como exige el rigor en el género. Y las interpretaciones: qué decir de ellas, simplemente memorables, de esas que saben transmitir tanta fuerza como emoción contenida, sin necesidad de recurrir a los exagerados, reiterativos y a veces ñoños efectos de los que hace habitualmente uso el cine de Hollywood para este tipo de films.

Próxima a estrenarse en España, la película se presentó el año pasado con éxito en Sundance y obtuvo el premio al mejor largometraje en el Festival de Tribeca, Mélies de oro en Sitges y premio del público en la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donostia. Hablando de Hollywood, asoman malos augurios, porque parece que ya le han echado el ojo y andan en la preparación del remake made in USA, del que seguramente se encargue Matt Reeves. La intención es tenerla lista para comienzos de 2010, y provisionalmente parece que se llamará «Shooting Soon». Esperemos que el trabajo no sea tan «Monstruoso» como el título de su lamentable último film…

Estreno de «La buena vida», de Andrés Wood

la-buena-vida-cartelHoy se estrena en las salas españolas «La buena vida«, del cineasta chileno Andrés WoodHistorias de fútbol«, «Machuca«) galardonada con el premio Goya a la mejor película extranjera en la sección de films de habla hispana en la pasada edición.

La buena vida es una propuesta intimista, realista y bastante sincera sobre retazos de las vidas de cuatro personajes que entretejen su día a día en Santiago de Chile; personajes cuyos anhelos, deseos y esperanzas se sobrellevan de manera diferente en cada una de sus familias y el contexto que les ha tocado vivir. Aline Kupenheim, Roberto Farías, Eduardo Paxeco, Paula Sotelo, entre otros, componen algunas de las buenas interpretacines de la película, en la que hay que destacar, además, una excelente fotografía y una meritoria dirección y montaje.

Web oficial de película
Leer reseña de Eduardo Paxeco
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Sobre Andrés Wood

Retorno a Hansala, de Chus Gutiérrez

poster-hansala2Chus Gutiérrez se hace cargo de guión,  dirección y  producción de esta película, basada en un suceso real que ocurrió en el año 2003 cuando se ahogaron 12 personas a punto de llegar a una playa gaditana en patera procedentes de Marruecos. Cierto que el drama de la inmigración no es único de este lugar y que, por desgracia, se ha visto repetido en demasiadas ocasiones. Quizá por ello es importante la idea de la película; en primer lugar para insistir en que cuando hay gentes que deciden arriesgarse y pagar con todo lo que tienen para cruzar el estrecho en busca de nuevas oportunidades, seguramente no lo hacen por la alegre decisión de emprender una aventura donde se juegan la vida (y tres mil euros, una fortuna allí), sino que es de los pocos proyectos de futuro que se pueden proponer quienes carecen de casi todo y por tanto no tienen nada que perder salvo la propia existencia. Y en segundo lugar porque, a pesar de la escasa distancia que territorialmente nos separa de Marruecos, el desconocimiento de su cultura y sus diversas formas de vida es, hoy por hoy, una asignatura pendiente para la mayoría y, en no pocas ocasiones, nuestra visión se reduce a escenas más o menos pintorescas de los lugares que se pasan por televisión y a un desconocimiento absoluto de su cultura, costumbres e, incluso, su religión.retorno_hansala1Rodada en español, árabe y bereber, la película se construye como una road-movie cuyos protagonistas son un español, Martín (José Luís García), propietario de una funeraria, que ve en la repatriación de cadáveres perspectivas para un nuevo negocio y Leila (Farah Hamed), hermana de uno de los fallecidos, quien paga por el viaje  de vuelta del difunto (otros tres mil euros) a fin de poderlo enterrar en su lugar de origen. Ambos inician un viaje en furgoneta desde Los Barrios (Cádiz) a Hansala, una aldea recóndita en el Medio Atlas marroquí, de esas que no aparecen en las guías turísticas, en la que no hay agua, ni electricidad ni cobertura telefónica; un lugar donde el tiempo se para entre los manzanos, los olivos y el ganado, donde los varones acuden una vez por semana al mercado para el trueque y del que cualquier joven sueña con marcharse. Martín conocerá así la causa de muchas de las personas que se embarcan en la aventura española, a sus familias y sus sueños, haciéndonos entender un drama humano que, siendo cercano, conocemos  resumido en las cifras de los noticiarios.  vlcsnap-16234535

A excepción de los dos protagonistas citados, a los que hay que añadir  a Antonio de la Torre, Antonio Dechent y Cuca Escribano, ninguno de los demás son actores profesionales y casi todos son habitantes de Hansala; personas que no han ido nunca al cine ni han visto jamás una película. Chus Gutiérrez trata con sensibilidad exquisita el choque cultural y retrata con agradecido realismo y gran respeto la vida a ambos lados del estrecho. Lo hace construyendo una trama sencilla que sirve de excusa para mostrar la realidad tal cual, en la que pesa tanto la evidencia de los motivos personales como el retrato de sociedades distintas. Lo mejor de la película es, sin duda, el trabajo de rodaje desde Tanger hasta Hansala que acompaña a la pareja protagonista en su viaje, así como todas las escenas rodadas en la pequeña aldea, rebosantes de un naturalismo extraordinario, muy buen trabajo de cámara y especial detalle en la documentación. Se le pueda atribuir, sin embargo, cierta complacencia y alguna que otra dosis de ingenuidad respecto a la exagerada bonanza de los habitantes de las zonas rurales marroquís. Por otro lado, cojea a la hora de profundizar en los personajes y sus historias concretas, que sólo se esbozan a modo de pinceladas sin sacar partido real de ellas y sin demasiada convicción dramática. El dramatismo encuentra su momento álgido en una escena, a mi modo de ver, desafortunada: esa en la que Martín dice entre lágrimas aquello de “Toma, no quiero tu dinero” y ambos rompen a llorar fundidos en un abrazo y que, personalmente, me sobra del todo por resultar forzada y un pegote innecesario. Son defectos que hacen que el film adquiera más interés en lo que a la parte documental se refiere que a la trama en sí misma, aunque es más que probable no ande lejos de las intenciones de la directora que así sea. Con todo, unos personajes más trabajados y una trama mejor resuelta hubiesen hecho de este film un trabajo redondo.vlcsnap-16226556

Aún así, resulta una película necesaria, a pesar de sus carencias, y seguramente habrá tenido que vencer más de un obstáculo a la hora del rodaje, sobre todo la parte que se ha realizado en las montañas de Marruecos, un terreno difícil donde no habrá sido sencillo trabajar adaptándose a otras costumbres, creencias o maneras de entender la vida. Sólo por la autenticidad del documento que se nos ofrece, privado de discurso alguno o fácil maniqueísmo, en el que además están muy bien atendidos los detalles, merece la pena el visionado. Otros habrán sido los obstáculos para una directora que además es guionista y productora de sus películas en España, donde no corren demasiados buenos tiempos para el cine personal, realista, independiente y de bajo presupuesto, a pesar de lo cual logra obtener bastante buen nivel en conjunto.

Los abrazos rotos, de Pedro Almodóvar

los-abrazos-rotos-posterNo es objeto de este comentario hablar sobre la trayectoria del cineasta español más reconocido a nivel internacional (86 premios y 52 nominaciones), a pesar de que Los abrazos rotos se preste sobradamente a ello por ser un homenaje al Cine y a su propia primera filmografía; entre otras cosas porque ese análisis requeriría varios capítulos, dada la complejidad (y también variación) tanto narrativa como constructiva con la que aborda cada film el director.

Centrándome en esta, su última película, Almodóvar teje el argumento en dos planos narrativos diferenciados: Uno, el que desarrolla la trama propiamente dicha, construido a modo de thriller, manteniendo la carga dramática de sus últimos trabajos pero con abundantes tintes de film noir; otro, al que relega la comedia, la película en la que trabajan los protagonistas dentro de la película, «Chicas y maletas«, que a la vez es un homenaje a su primer cine (sobre todo a «Mujeres al borde de un ataque de nervios»), y que Almodóvar intercala en la trama principal con una maestría asombrosa, haciéndonos ir constantemente de un género a otro casi sin que nos demos cuenta, en un frondoso juego de planos y formas que recorren desde el cine clásico norteamericano de la década de los 50, hasta el género negro en su estado más puro, con los momentos surrealistas y exageradamente intensos de la comedia propia que ya se puede calificar de made in Almodóvar.abrazo_mateo

La película, en su conjunto, se presenta al público como si se tratase de un puzle de falsos flashbacks (no son recuerdos del personaje principal, sino un recurso mediante el que cuenta su historia) sobre el que construye una ficción de arquitectura ciertamente compleja. Esa complejidad no reside en el relato perturbador y apasionado propio de la película (que no es sino una declaración a la vez que homenaje al mundo del Cine) sino que son los diversos recursos que utiliza Almodóvar para construir su historia los que otorgan intensidad a la narración. Recursos que, unidos a una excepcional dirección de actores, encuadres magníficos fuera de toda duda y el esfuerzo en el detalle donde nada parece escapar a la mirada de Pedro Almodóvar, los que hacen de este film uno de los mejores que ha dado la carrera del director y con el que no cabe duda de que se trata de un salto importante (que ya se intuía en «La mala educación” o en “Todo sobre mi madre”) en la madurez como cineasta del director.

periodicoY es que el elenco actoral parece dotado de un especial estado de gracia en esta película. Lluis Homar, hombre que proviene del teatro, realiza una sólida interpretación del personaje principal sin ensombrecer al resto de protagonistas. El guionista ciego que narra a su propio hijo el rodaje de «Chicas y maletas», y la apasionante y muy almodovariana historia de amor con Lena (Penélope Cruz), protagonizan uno de los papeles más intensos vistos en la filmografía del director, a la vez que son el centro de escenas auténticamente surrealistas y magistrales, como la de tratar de ver por la mirilla quien hay detrás de la puerta o acariciar una fotografía con sus manos queriendo sentirla sin poder, de hecho, verla con sus ojos.

los-abrazos-rotos_elmuertoPenélope Cruz está simplemente maravillosa y se agradece mucho que, sin necesidad recurrir a grito alguno, resuelva su papel con mucha elegancia y de forma creíble tan solo con su trabajo actoral, sin demasiados efectos añadidos. La escena en la que enciende un cigarrillo, creyendo a su marido muerto en la cama por el exceso sexual, además de auténtica representación de femme fatale, es para mí su mejor interpretación en la película.

teaserabrazosdest_11José Luís Gómez, en un papel que podría resultar en otro film poco agradecido, bajo la dirección de Almodóvar lo borda; un actor también de teatro casi siempre relegado a papeles secundarios, del que se extrae aquí lo mejor. Pero tal vez lo que más me haya sorprendido sea el trabajo de Blanca Portillo, actriz poco reconocida (su físico no la ayuda, seguramente) pero con un talento no demasiado común. Mientras otros, como Alejo Saura, no logran desprenderse de ese halo de serie televisiva, Blanca Portillo resuelve su papel con una naturalidad y profesionalidad realmente inusual; una actriz muy a tener en cuenta, que se ve crecer con cada personaje, injustamente infravalorada en nuestro panorama cinéfilo.

madrePero son los actores secundarios los que, además de estar todos ellos muy bien trabajados desde el punto de vista narrativo y de dirección, quienes interpretan algunas de las escenas más brillantes de la película: Lola Dueñas, como lectora de labios, es de las más logradas; Ángela Molina, envejecida y perfectamente caracterizada, está simplemente genial como madre de Pe; o Carmen Machi, exagerada, surrealista, un homenaje delirante a la chica Almodovar; hasta Rubén Ochandino resulta, con su caracterización extraña y retro, del todo imperdible.

abrazo_martelMención aparte merecen muchos de los fotogramas que quedan grabados en la retina, maravillosos encuadres de belleza exagerada que, solo por disfrutarlos, merecen volver a ver la película. Una lágrima cayendo, triste, sobre un tomate. Las manos que palpan una fotografía a plena pantalla. El beso que quedó grabado en la cámara de video, el coche de noche en la carretera rodeado de terreno volcánico y, por supuesto, lo que intuimos y vemos de «Chicas y maletas», una lujuria cómica y estética que sólo Almodóvar podía parir.

Película compleja, que requiere un segundo visionado para el disfrute completo de todos sus detalles, con la que Almodóvar añade un eslabón más a su cadena de genialidades, homenajeando al cine, sacando de los actores lo que pocos logran hacer, de apartado técnico elaborado y cuidado hasta el límite y con una labor interpretativa sobresaliente. Aunque ya se sabe, nadie es profeta en su tierra, pero ahí está Pedro, uno de los escasos directores capaces de crear esas mezclas extrañas de humor, pasión, thriller y drama con grandes dosis de personalidad, afrontando y mostrando con este trabajo la madurez cinéfila de quien se consolida como uno de los mejores directores de nuestro tiempo. Si puedo, me voy el domingo otra vez a verla. Sencillamente estupenda.

«A ciegas» (Blindness) vs. «Ensayo sobre la ceguera»

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“Concluyendo de manera plebeya, como no se cansa de enseñarnos el proverbio antiguo, el ciego, creyendo que se santiguaba, se rompió la nariz. Con la marcha de los tiempos, más las actividades derivadas de la convivencia y los intercambios genéticos, acabamos metiendo la consciencia en el color de la sangre y en la sal de las lágrimas y, como si tanto fuera aún poco, hicimos de los ojos una especie de espejos vueltos hacia dentro con el resultado, muchas veces, de que acaban mostrando sin reserva lo que estábamos tratando de negar con la boca”.

El texto pertenece a la novela «Ensayo sobre la ceguera«, publicada en 1995 por José Saramago, premio Nobel de Literatura, una de las figuras más importantes de la literatura portuguesa actual, y recoge bastante bien el sentido general de la obra. En base a este libro y con supervisión del propio Saramago, el canadiense Don McKellar se encargó del guión de la película «Blindness» («A ciegas«, título en España); la dirección al brasileño Fernando Meirelles (Ciudad de Dios, El jardinero fiel) y el trabajo de fotografía corre a cargo de su ya inseparable Cesar Charlone. Un producto cinematográfico de indudable buena calidad, tanto por lo que a la dirección se refiere como al trabajo del elenco, destacando la interpretación de la protagonista femenina, Julianne Moore, quien cumple bien con su papel de única persona capaz de ver en un mundo donde la enfermedad de la ceguera blanca va asolando a todos los que encuentra en su camino. Mención especial merece, como decía, el trabajo fotográfico, en el que resalta ese color blanco sobre-impresionado que transmite al espectador casi las mismas sensaciones que experimentan los protagonistas, víctimas de una particular ceguera que en lugar de sumergirlos en la negrura y la oscuridad les atrapa en un frio y desolado universo lechoso y blanco. La película da qué pensar, ya que muestra un mundo lleno de hipocresía que aísla sin dar respuesta a todos aquellos que van sucumbiendo a la enfermedad, mientras los aislados se tornan cada vez más individualistas, caldo de cultivo de tiranos, violadores y asesinos presos del salvaje instinto de supervivencia, buen retrato de la delgada línea que separa al ser humano de las bestias cuando se le pone en una situación de resistencia al límite.ceguera-saramago

Película cruda y bien lograda, que directamente engrosa la extensa lista de otras anteriores caracterizadas por hacer que el espectador se revuelva en la butaca; historias para las que el cine (sobre todo en la actualidad) posee innumerable medios con los que trasladarlas a la pantalla, a la espera de que algunos (no demasiados) buenos cineastas, como es el caso de Meirelles, hagan uso de su buen saber hacer detrás de la cámara y nos presenten trabajos capaces de removernos las entrañas. Digo esto porque la esencia de la película no es otra que contar una historia de supervivencia que traslada milimétricamente casi todos los planos de la novela de Saramago de manera severa y directa, apoyado (eso sí) por un buen trabajo de dirección, fotografía y montaje que ha contado con un presupuesto de 20 millones de dólares.

Sin embargo, no es eso. La buena literatura, como es este libro, cuya lectura me atrevo a recomendar a quienes todavía lo hayan hecho, es capaz de, además de contar una buena historia, saber generar estados imaginarios a medida que avanzamos en sus páginas. La genialidad de Ensayo sobre la ceguera reside en lograr que el lector vea como propias las descripciones que nos narra, haciendo que nos preguntemos casi sin darnos cuenta qué haríamos nosotros en esa situación, porque consigue ponernos en el límite que nos describe. Es mucho más que un thriller de violencia asfixiante cuyo trasfondo moral nos revuelve el estómago. Meirelles no logra traspasar esa frontera, quedando la cinta en una buena historia (con algunas lagunas narrativas que pasaré aquí por alto) que navega entre el drama, el thriller y el género de terror, pero en la que no está en ningún momento inmerso el espectador. Lo cierto es que la tarea era difícil, porque se pueden modelar (y muy bien) en la pantalla las escenas del libro, pero plasmar los planteamientos éticos  (y también políticos) que logra Saramago en su magnífico libro (para mí, uno de os mejores del autor), no exentos ironía y cierta mala leche, tal vez sólo esté al alcance de grandes maestros en el cine, y la verdad es que no se me ocurre ninguno (vivo y en activo) que hoy por hoy se encuentre en condiciones de lograrlo. Por eso, quien busque en la película la esencia del texto original, que siquiera es pesimista, sino una metáfora de esa parte de nosotros hipócrita y miserable si el capricho de la vida lo requiere, saldrá seguramente decepcionado. Quien vaya a ver otra historia más sobre terroríficas pandemias que diezman a la humanidad, trasfondo moral incluido, probablemente salga más que satisfecho ya que, desde esa óptica, consigue sobradamente sus objetivos y muy poco se puede criticar a la película.

Julia, de Erick Zonka (2008)

juliaA los diez años de debutar con su extraordinaria «La vida secreta de los ángeles«, el director francés Erick Zonca filma esta interesante película a medio camino entre road-movie y el thriller más puro, rodada en inglés y español en Los Angeles y Tijuana. Un cambio de rumbo en el que se adivina un homenaje a Cassavetes en «Gloria«, tanto por lo que se refiere al peso interpretativo de la actriz protagonista como a la estructura de thriller, pues en ambas una mujer sola se enfrenta a toda clase de peligros en un contexto lleno de sorpresas donde nada es lo que parece, eje en el que se sustenta una trama de más de dos horas sin decaer en ningún momento.

La absoluta protagonista de esta película es la actriz británica Tilda Swinton, en una magnífica interpretación de una mujer entrada en la cuarentena, alcohólica, solitaria y exageradamente mentirosa, que sobrevive con escasas perspectivas en su vida entre trabajos esporádicos y amantes que no le satisfacen. Hasta que en una reunión de Alcohólicos Anónimos se cruza con Elena (Kate del Castillo), inmigrante mexicana de carácter débil y vulnerable, empeñada en recuperar a su hijo a toda costa, cuya custodia está en manos de su adinerado suegro. Julia tiene un doble plan: hacer creer a Elena que la ayudará a recuperar al niño al tiempo que, sin que ésta se percate, planeará secuestrarlo para exigir al abuelo un millonario rescate. A partir de aquí, nada sucederá como se había planeado y los acontecimientos se irán complicando cada vez más, como si de una maldita bola de nieve se tratase, donde el alcohol, la mala suerte, el carácter de los personajes y también el azar entrarán en juego haciendo que un plan que parecía simple se convierta en una suerte de pesadilla donde se entremezclan sentimientos, deudas del pasado y la mismísima mafia mejicana. 4694_0001_popup11

Una película intensa, radical, que no da tregua al espectador y cuyos dos pilares principales son la energía narrativa que demuestra Zonca, tanto en el dibujo de la protagonista como en su relación con el niño, y la turbadora personalidad que logra imprimirle a su papel Tilda Swinton, que traspasa y se come la pantalla para hacer que el espectador sienta casi las mismas sensaciones que interpreta. Estos aspectos, referidos al lado más intimista de la película, logran ser lo más destacable ya que, en el lado opuesto, hay cierta inverisimilitud en algunas secuencias y personajes por lo que al thriller propiamente dicho se refiere. Aquí podrían incluirse casi todas las escenas que rodean la preparación del rapto o la visión un tanto simplona y populista de la mafia de la ciudad de Tijuana. A pesar de ello, Zonca logra con el film un producto bastante interesante, entretenido y que contiene una de las mejores actuaciones femeninas vistas en los últimos años.

La buena vida, de Andrés Wood (2008)

la-buena-vida-cartelAunque proyectado para mediados de marzo, el estreno en España de la última propuesta del director chileno Andrés Wood todavía no tiene fecha  definitiva en este país, a pesar haber obtenido el premio Goya a la mejor película extranjera en la sección de films de habla hispana en la pasada edición. Una película realmente interesante, que se mueve con cinco protagonistas, cada uno en busca de aquello que anhela, aunque ninguno de ellos finalmente lo logra. A Teresa (Aline Kupenheim), madre de Paula (excelente papel interpretado por la jovencísima Manuela Martelli), psicóloga que trabaja intentando salvar vidas entre las prostitutas de la ciudad, le sobrevienen los problemas cuando es incapaz de salvar los que tiene en su propia casa (ya se sabe; en casa del herrero, cuchara de palo). Edmundo (Roberto Farías), peluquero, soltero, vive con su madre Leonor (Bélgica Castro), hombre sencillo, cuyas únicas aspiraciones son sobrevivir y poder comprar un coche. Mario (Eduardo Paxeco) es músico y estudió en Berlín, ahora quiere entrar en la filarmónica, pero sus deseos se verán truncados en el laberinto de la burocracia. Y Patricia (Paula Sotelo) que sobrevive con su hijo pequeño en un apartamento desde el que se ve la ciudad, va cruzándose en su día a día con el resto de personajes, para los que su miseria resulta invisible.

Hablaba de cinco protagonistas, porque aunque la película nos refiere cuatro, recorren sus historias otro protagonista, quizás el principal. Ese quinto es la ciudad de Santiago de Chile, en cuya vorágine urbana se mueven sus vidas que se entrecruzan a diario entre bocinazos, frenadas de coches y las prisas por sobrevivir sin llegar nunca a encontrarse. Andrés Wood toma el pulso de la ciudad adentrándose en las relaciones y afectos de cuatro seres anónimos, todos distintos, que circulan por sus calles, teatros, instalaciones culturales o avenidas. El amor, la soledad, el trabajo, la muerte y los sueños son los temas pilares de un film que logra brindar una mirada humana y no exenta de profundidad del Chile actual y sus gentes.

Una mirada desde mi punto de vista imparcial, realista y bastante sincera sobre cuatro personajes que nos dibujan distintos niveles sociales en el Santiago actual, cuyos anhelos se sobrellevan de manera diferente en cada una de sus familias y el contexto que les ha tocado vivir. Los puntos fuertes de la película son el guión, las interpretaciones (me quedo con Edmundo y la niña Paula), la excelente fotografía y retrato de la ciudad de Santiago, y un meritorio montaje que entrecruza el día a día de los cuatro protagonistas con gran naturalidad y sin altibajos. Sobre si este retrato corresponde o no a la realidad de Chile, deberán opinar ellos mismos, pero a mí me dejó un buen sabor de boca y la sensación de que no dista demasiado de lo que ocurre en cualquier otro lugar, a pesar de los tópicos mediáticos o las distancias kilométricas. Recomendable.

Vals con Bashir, de Ari Folman (2008)

Resulta bastante complicado comentar esta película; un documental animado realizado por el director israelí Ari Folman basado en las masacres de Sabra y Shatila ocurridas en 1982, en las que murieron miles de civiles (todos libaneses) y cuyas responsabilidades a día de hoy todavía no han sido depuradas. La dificultad reside en que la cinta, como animación arriesgadísima en su apartado técnico, me ha parecido lo mejor que he visto en muchos años y, sin embargo, tras verla, queda un cierto sabor amargo sobre los posicionamientos y alguna que otra justificación repartida a lo largo del metraje. He leído más de una crítica que aclama el valor de la película centrándose en su contenido humano o testimonial. En mi opinión, es precisamente este contenido el que no se puede sino observar desde un punto de vista muy, pero que muy crítico, dados (además) los últimos acontecimientos y el cariz que están tomando los asuntos en la región.

Aún a riesgo de extenderme demasiado, conviene repasar un poco de historia previa para abordar los sucesos que trata la película. Al margen del conflicto general entre Líbano e Israel, cabe recordar que Bashir Gemayel era el líder de la fracción de los autodenominados falangistas cristianos libaneses (F.L.F., leales y dispuestos para con el gobierno de Israel) que disfrutaban del poder en el gobierno tripartito; gobierno que trataba de mantenerse, desde hacía muchos años, en el frágil equilibrio entre cristianos, la OLP y los radicales islámicos (actualmente en mayoría). El asesinato de Bashir en 1982 provocó la réplica de los falangistas quienes, tras acusar del atentado a la OLP (que siempre negó tales hechos), perpetraron su venganza en lo que fue una de las mayores masacres contra civiles de la conocida Guerra del Líbano. La carnicería comenzó la noche del 16 de septiembre del 82 con la suelta de una manada de perros salvajes en un campo de refugiados de Sabra, y se prolongó durante los dos días siguientes con el ataque constante por parte las fuerzas gubernamentales. Hoy se sabe que horas antes hubo una reunión en los cuarteles de las F.L.F. en Karantina y que, entre otros, participaron Ariel Sharon, Amir Druri y Eli Hubaiqa (jefe del aparato de seguridad de las F.L.F.) donde se acordó facilitar la entrada de grupos armados de la seguridad en el campamento de Shatila. Poco después, se vio como se agrupaban estas fuerzas en el aeropuerto de Beirut preparándose para la hora del ataque y, en cuanto la noche cubrió el campamento y sus alrededores, el ejercito sionista israelí comenzó a iluminar con bengalas el escenario de operaciones, donde los falangistas libaneses iban atacando a la población mientras dormía. Los carros de combate israelíes cerraron todas las salidas de socorro de los campamentos, impidiendo la huida  de sus habitantes y , bajo amenaza de abrir fuego, les obligaban a retroceder. Observadores y fotógrafos extranjeros, trabajadores de la Media Luna Roja e instituciones internacionales, coincidieron con el periodista sionista Amnon Kapilock en sus declaraciones: «La matanza comenzó rápidamente y continuó sin interrupción durante cuarenta horas. Miles de personas, inocentes y desarmadas, fueron asesinadas. Durante las primeras horas, las milicias falangistas masacraron a centenares de personas, disparaban contra todo lo que se movía en los callejones bajo la consigna de «eliminar terroristas», matando casa por casa a familias enteras mientras estaban simplemente cenando”.  Debido al eco internacional que tuvo la matanza, el estado hebreo, cuyo ejercito invasor ocupaba ya Beirut, tuvo que constituir una comisión para investigar los hechos, bajo la presidencia de Isaac Kahana, presidente del Tribunal Supremo. La investigación se limitó a culpar a las F.L.F. haciéndolas responsables de la masacre, eludiendo la participación sionista en los hechos, así como la de de las fuerzas armadas leales a Israel procedentes del sur del Libáno de Saád Haddad, limitando la responsabilidad de Israel tan solo a la negligencia y su mala estimación de la situación en aquellos momentos. Por supuesto, la supuesta responsabilidad de Ariel Sharon y Amir Druri (jefe del área norte de operaciones del ejército israelí), se acotó sólo a su participación en reuniones, donde se discutía la entrada de elementos de la falange a los dos campamentos, dentro del marco de una operación de participación falangista para dominar Beirut oeste.

Pues bien, el director Ari Folman realiza sobre estos acontecimientos un documental animado a partir de su experiencia personal como soldado israelí destinado en los alrededores de estos campamentos. 20 años después de los hechos, el soldado sufre una especie de amnesia provocada por el horror de lo vivido. Además, es preso de una pesadilla recurrente en la que una jauría de perros le persigue o corre amenazante al ataque de gentes que desconoce, en otras ocasiones aparecen soldados israelís tiroteados por francotiradores o se ve a sí mismo como un zombie vagando en el aeropuerto de Beirut ahora desierto de gente. Ya no puede más y decide buscar a antiguos compañeros que estuvieron con él en la batalla para que testimonien y den sentido a su pesadilla, pretendiendo con esto esclarecer cuáles fueron esas vivencias que no recuerda y arrancar de su mente la tormenta.
La animación es muy arriesgada, con figuras estilizadas a la vez que realistas, casi siempre monocromáticas rotas por tonos tenues, amarillos y rojizos, acordes a la noche iluminada por bengalas y a los sentimientos de horror e impotencia. A pesar de ser bastante explícita en los detalles de los episodios de violencia (mostrados siempre ajenos al ejército israelí, hay que decirlo), las escenas se centran principalmente en el recuerdo del trauma individual del soldado. Las entrevistas fueron grabadas en vídeo y los animadores se basaron en ellas para confeccionar los dibujos. Destilan cierta megalomanía en planos como la del tanque israelí aplastando vehículos en su avance, u otra en la que el soldado recuerda escapar de un ataque gracias a una mujer gigante que surge desnuda de la playa y le permite flotar postrado sobre su cuerpo. O cómo sobrevive a una emboscada acurrucado en cuclillas tras una roca durante horas, al amparo de la oscuridad y es felizmente encontrado por el regimiento que él mismo abandonó.
Es una película dirigida sin duda al público israelí, que no pretende justificar las masacres de Sabra y Shatila (es más, las denuncia claramente) aunque sí dejar constancia de la escasa o nula vinculación de Israel en ellas, a pesar de que tácitamente lo permitiera, del mismo modo que lo hace el sueño de Folman, que se presenta como una sucesión de realidades que él cree que ha reprimido concluyendo al final en que en verdad nunca las ha experimentado. Folman, en su recorrido en formato de entrevistas, fusiona convenientemente el Líbano de 1982 con la realidad actual, pero también con los recuerdos de la Segunda Guerra Mundial de su anterior generación, vinculando los sueños referidos a la masacre de los palestinos con la experiencia narrada por los padres del propio Folman en Auschwitz, cuando su amigo le dice aquello de «la masacre ha estado contigo desde que tenías seis años; en realidad tú no participaste en ella, pero te persigue y te hace sentir culpable». La frasecilla tiene su qué… Alguna explicación, auto-justificativa si cabe, habrían de darle, y la película, además de técnicamente buena, sí muestra el drama real de uno de los hechos más vergonzosos de la historia reciente, a pesar de situar a sus soldados como meros espectadores cuya responsabilidad fue únicamente «dejar que ocurriera» sin hacer absolutamente nada para impedirlo… Existiera alianza o fuera un sólo «dejar hacer», no viene mal recordar que sí ocurrió, por aquello de la memoria histórica; aunque la historia, como la memoria, sufran demasiadas veces del enroque al servicio de la interesada propaganda.

Algunos Números sobre Sabra y Shatila:

Fuerzas: Israel – Falange:  Falange Libanesa con apoyo logístico del Ejército Israelí /Refugiados Palestinos: Inexistentes

Muertos: Israel – Falange: 2/Refugiados Palestinos: Entre 700 (cifra israelí) y 6000 (incluyendo desaparecidos)

Combatientes: Israel – Falange: 150 dentro de los campos/Refugiados Palestinos: Población civil desarmada

Comandantes a cargo: Israel – Falange: Ariel Sharon y Elia Hobeika/Refugiados Palestinos: Sin dirección militar

Slumdog Millionaire, de Danny Boyle (2008)

posterSlumdog Millionaire es una adaptación guionizada por Simon Beautoy del libro del escritor y diplomático indio Vikas Swarup titulado «Q & A», que pasa por ser una lúcida y dramática visión de la vida y valores en la India, un recorrido por momentos realista, por otros romántico, de gentes que no disponen de casi nada para construir su vida pero que el autor, lejos de someterlo al drama lacrimógeno pesimista al uso, lo ofrece al espectador con extrema naturalidad y sin atisbo alguno de maniqueísmo.

Tomando como hilo conductor el desarrollo de un concurso televisivo, en el que el éxito del concursante excede mucho de las expectativas normales tanto de sus organizadores como del público hasta generar las sospechas de su presentador y de la policía, la película recorre la vida de un joven chico de las barriadas más pobres de Mumbai que irá justificando, mediante la presentación al espectador de los avatares de su existencia, el hecho de cómo es capaz de conocer todas las respuestas que se le proponen en el citado concurso. Danny Boyle, como ya lo hiciera en «Trainsporting» o «“28 days later”», vuelve a dejar constancia de su profesionalidad y elegancia en la puesta en escena a la hora de retratar la pobreza, la violencia, la explotación infantil o la arbitrariedad policial imperante en la India; pero también de su dependencia de algunas fórmulas prestadas que termina limando algo el fino cuchillo con el que disecciona la realidad  del país y de sus gentes.slumdogEn el recorrido por la vida del protagonista encontramos una primera parte brillante y espectacular, a la vez que trágicamente realista en la que describe con asombrosa naturalidad la India más brutal a través de los dos niños magníficamente interpretados en su lucha diaria por conseguir algo que comer o simplemente llegar con vida a la noche. Esta primera parte, que logra ser lo mejor de la película, con una narración muy dinámica y cargada de crítica alejada de cualquier sensiblería, se ve un tanto limitada cuando introduce a los personajes en la adolescencia, momento en el que la cinta adquiere unos tintes un tanto condescendientes con ese cine pseudo-documental ciertamente trágico que, si bien nos muestra la realidad del mundo más marginal y doloroso, carece de la frescura y dinamismo que nos mostró en un principio, desembocando en la edad adulta de esos protagonistas en un cambio de tornas casi radical, en el que la película gira hacia una narrativa que busca la complicidad con el cine de Bollywood en estado más puro, presentando una historia entre bandas mafiosas con buenos y malos, junto al actor principal concienzudamente enamorado y salvador de la chica que conoció en su miseria infantil, ahora en manos de los criminales, objetivo que naturalmente consigue con su extremada bondad, inocencia y valentía.slum_dance2Pequeñas sombras que no impiden que nos hallemos frente a una estimable película que cuenta con un guión, interpretaciones y puesta en escena muy bien atendidos, proporcionándonos una agridulce visión de otro formato de vida y valores que, visto el preámbulo, se cierra con un final más que previsible, típico de musical rosa, en un claro homenaje al cine de Bollywood donde la dura realidad queda enmascarada por el bonito espectáculo. Eso sí, lo hace con una factura técnica muy cuidada y con una sabia utilización de todos y cada uno de los recursos narrativos (fotografía, planificación, montaje o música) que ha conseguido el beneplácito del público más sensible, abducido por la dulce superación de la miseria y la colorida estética de Bollywood.

Tres Monos, de Nuri Bilge Ceylan (2008)

three-monkeys-cartelPocos son los cineastas capaces de expresar tantas cosas sólo con su cámara, con las mínimas palabras. En «Tres Monos» casi no hay diálogo, sólo un puñado de frases, sobrias, las necesarias para conformar el guión. Todo lo demás lo hace Nuri Bilge Ceylan con su objetivo y una dirección de actores excepcional, con sus largos y estudiados planos fijos,  asombrosos encuadres, expresivos silencios y esos gestos y miradas siempre sugerentes. Escenas en las que se dice lo justo y evitan lo superfluo pero que logran adentrarse poderosamente en la mente de cada uno de los personajes para explorar la complejidad del alma humana.

«Tres monos» es la historia de una familia turca de tres miembros, en la que el padre, chofer y hombre de confianza de un reconocido político, acepta una suma importante de dinero a cambio de declararse culpable por la muerte de un hombre atropellado por su jefe en un accidente automovilístico. 2519940462_f30c05d16eSu familia seguirá cobrando el salario mientras cumple su condena, pero la nueva situación sacará a la luz viejas contradicciones y mentiras que harán resquebrajar las relaciones entre ellos,  viendo como sus planes comienzan a derrumbarse. Pero ante la perspectiva del fracaso económico y personal, prefieren ignorar la verdad actuando como los conocidos tres simios que se cubren los oídos, los ojos y la boca: no ver, no oír y no decir nada para protegerse cada cual del propio sufrimiento.2519131797_b31b73edb2Una película dura, intensa y profundamente emotiva, en la que no hay cabida para episodios descriptivos y sólo se centra en los personajes, dibujando perfectamente la tormentosa relación y su evolución. Sus puntos fuertes son la buena interpretación de los actores, la profundidad y energía de la fotografía y, sobre todo, una dirección ejemplar.vlcsnap-13650194El director otomano se ocupa, además, del guión de la película, del montaje, la realización y la fotografía, esta última, profesión de la que procede. El tema de las relaciones familiares como espejo de la vida social ya había sido tratado con anterioridad por Ceylan en la película «Los climas»; película que fue presentada en el festival de Cannes en 2006, aunque en este caso se basaba en las relaciones entre una pareja.2519124793_3a0f581318Es autor, además, de «Kasaba» (1997) y «Nubes de mayo» (1999), ambas seleccionadas en el festival de Berlín, y de «Uzak», galardonada en Cannes en 2003 con el Gran Premio del Jurado y el premio a la mejor interpretación masculina. «Tres monos» obtuvo el premio al Mejor Director en el pasado Festival de Cannes y es la película seleccionada por Turquía como candidata al Oscar como mejor película extranjera, aunque no ha logrado colarse entre la lista de nominadas para este premio.2519948914_84d699c4a4Con Tres monos, Nuri Bilge Ceylan muestra una gran madurez como director y una armonía casi perfecta en la utilización de los medios técnicos, sobre todo en lo que a imágenes se refiere, y también en la realización, a pesar de que su equipo habitual es casi artesanal y se limita a un estudio creado en el ámbito familiar en el que su mujer, la escritora Ebru Ceylan, participa en la confección de los guiones (aunque, al igual que el propio director,  a veces ha participado en el elenco) o él mismo digitaliza la fotografía.vlcsnap-13660944A pesar de que en la cinta sólo actúan cuatro personajes, la ambientación de muchas escenas deja entrever sutilmente situaciones cotidianas de su país, como las contradicciones entre un estado laico y el mundo islamista, la persecución del pueblo kurdo o la presencia casi constante de los militares en la vida cotidiana en una especie de estado de excepción ya habiual, que se corresponde a modo de metáfora con el comportamiento de los personajes, el pulso lento pero intenso de la película, la fotografía sombría, el escaso estetismo visual y el desenlace  tormentoso de la vida familiar presente en casi toda su filmografía. Recomendable, a pesar de que figura fuera de los círculos comerciales en España y, como no, sin fecha de estreno prevista.

El truco del manco, de Santiago A. Zannou

cartel-el-truco-del-manco«El truco del manco» es la ópera prima del director Santiago A. Zannou, una historia marginal de supervivencia en las calles más duras de Barcelona, con un protagonista minusválido que lo tiene todo mucho más complicado que el resto pero que, a pesar de ello, continua adelante con sus sueños con una determinación realmente sorprendente. Un debut bastante digno, porque a pesar de que se le puedan reprochar al film  diversos defectos, Zannou es capaz de lograr con su trabajo algo de lo que han carecido muchas producciones patrias con bastante más presupuesto e incondicional apoyo académico, que es conmover, sorprender y entretener al espectador.

El retrato de la vida en los barrios desamparados de las grandes urbes ha sido un tema recurrente por parte de muchos cineastas y, en ese sentido, la ambientación de la película y la estampa de la marginalidad no es el descubrimiento del año, pues se trata de una historia que, de un modo u otro, ya hemos visto muchas veces en el cine. Donde la película logra realmente destacar no es en el esquema, sino en el uso de la narrativa cinematográfica para su desarrollo y en la descripción de personajes subrayada por ese ambiente suburbial, ambiente particularmente bien recreado y trasladado a la pantalla. Todos, sin excepción, desde los dos protagonistas hasta los personajes más secundarios, respiran autenticidad, humanidad y naturalidad por todos los poros. Sus diálogos (algunas veces incomprensibles), sus reacciones, sus movimientos, van dibujando como piezas de un puzle cada una de esas personalidades distintas y alejadas de la mayoría de nosotros pero que el director nos va mostrando con  sorprendente sensibilidad hasta lograr nuestra indulgencia. La escena de «El Cuajo» (apócope de «renacuajo», el protagonista parapléjico) bajando con tremenda dificultad la escalera, pero negándose a ser ayudado, hasta llegar a la parada del autobús, la conversación mientras espera con la camarera, la secuencia en la que se ve a los dos colegas sentados en un banco con los abrigos de visón que pretendían vender puestos, las relaciones entre la cuadrilla de paletas inmigrantes que construyen el estudio, desprenden una humanidad sorprendente que hace que, aunque la mayoría no compartamos nada con ninguno de estos personajes, no se pueda sino comprenderlos y observarlos con simpatía (incluso para los que no somos demasiado amantes del hip hop). zn_el_truco_del_manco1La película se desarrolla envuelta en un halo entre dramático y pesimista, con pocos momentos para la comedia, pero cuenta con un guión bien trabajado (aunque algunas veces previsible) y una puesta en escena minuciosa en todos los detalles, seguramente porque el cineasta es conocedor de primera mano de muchos de los ambientes que envuelven la película, en el que conviven la extrema pobreza con el mestizaje de etnias y culturas, la droga, la delincuencia y los núcleos familiares desintegrados, panorama en el que cobra importancia vital la lealtad y las relaciones de confianza entre colegas, y que el director logra trasladarnos fielmente a la pantalla con su cámara y con el trabajo actoral de unos protagonistas absolutamente desconocidos a excepción del cameo que realiza Mala Rodríguez en el papel de «la Tsunami».

Se le podrían hacer, sin embargo, algunos reproches, sobre todo en lo que concierne a su precipitado final, en el que da la sensación de querer concluir  con excesiva rapidez en la escena delatora que desemboca en el incendio, secuencia desde mi punto de vista bastante desaprovechada, tal vez por inexperiencia del director, tal vez por falta de presupuesto y que, además, incluye un mensaje de autosuperación que peca de trascendental y aleccionador en exceso. También hay algunas partes demasiado ambiguas que adquieren sentido por conclusión del espectador al hilo de posteriores secuencias, como son la detención de los dos amigos explicada sólo con el protagonista colocándose los cordones de la zapatilla en el metro, o la venta del coche para obtener el dinero que deben, que se conoce porque directamente lo dice el protagonista, eso sí, algunos minutos más tarde. Otras son francamente inverosímiles, como vender una buena cantidad de videocónsolas en la puerta de un instituto a 200 euros (además de ser caro, ya quisieran los chavales llevar esa cantidad encima), o que el chino del todo a cien compre visones por 2000 euros… Con todo, y dado el panorama cinéfilo de la próxima edición de los Goya, «El truco del manco» es, con diferencia, de lo mejor que seguramente se presente y un más que digno debut de Zannou, director a tener muy en cuenta que, hasta ahora, sólo se había aventurado en el campo del cortometraje.

Import/Export, de Ulrich Seidl

importexport-3El Este y el Oeste, Ucrania y Austria, dos destinos, dos direcciones opuestas. La película comienza con imágenes del frio y gris invierno ucraniano. Algunas escenas más tarde, también nieva y la gente se congela en Austria, como en Ucrania. Dos mundos diferentes que cada vez tienden a parecerse más. El Este se parece más y más al mundo occidental; el Oeste, a la Europa Oriental. Guste o no, es la actual transformación de Europa: Olga (Ekateryna Rak) viaja desde Ucrania a Austria para encontrar trabajo y una vida quizás mejor; Paul (Paul Hofman) traslada su negocio desde Austria hasta Estonia o Ucrania huyendo del paro y las deudas. Inquebrantable retrato de la nueva Europa, radiografía vil y deprimente de nuestra sociedad que, al tiempo que disuelve sus fronteras económicas uniformiza su realidad social aumentando sus injustas desigualdades en vez de encaminarse a resolverlas; una película pegada al terreno como pocas, descorazonadora, pesimista a pesar de los momentos de humor, escasos. El austriaco Ulrich Seidl mueve su desarrollo entre la ficción, la comedia de humor negro, por momentos una road movie y por otros el puro estilo documental, para seguir el viaje de dos personas que cruzan sus fronteras con el único objetivo de la búsqueda de medios para vivir. vlcsnap-4787192Media película se refiere a Olga, ucraniana, enfermera y madre soltera cuya supervivencia navega entre las frías baldosas del hospital y la cola para percibir, con suerte, una parte de su salario. Para mantener a su madre y a su hijo, Olga compagina su profesión con un estudio porno por internet, hasta que decide emigrar a Austria, donde encuentra trabajo en el servicio doméstico con una familia de clase media. En esta parte hay una de las escenas más reveladoras y terribles de la película, en la que el hijo de esta familia grita histérico cuando no encuentra su teléfono móvil, acusando a Olga de haberlo robado, brutalmente elocuente de la actitud de la clase media europea frente a los trabajadores inmigrantes.vlcsnap-4863720Al tiempo, Paul es un joven austriaco que encuentra su primer trabajo como guardia de seguridad. La industria del sexo y la de la seguridad, de las pocas en auge en la vieja Europa, perfectamente retratadas por el director, no están tan lejos una de la otra cuando observamos la ridícula humillación a la que se somete a estos hombres para su formación fruto de la competencia de las diferentes empresas por poseer los hombres mas duros. Las condiciones para Paul son tan tristes y sus perspectivas de futuro tan escasas que, a pesar de que el muchacho no da demasiado de sí en cuanto a capacidad intelectual se refiere, no se puede hacer más que simpatizar con él.  Acosado por las deudas, pierde su trabajo y decide acompañar a su padrastro en el negocio de instalación de máquinas de juego en los países de Este. vlcsnap-4843265La verdad es que, si bien Import /Export cuenta dos historias que se mueven en direcciones diametralmente opuestas y que nunca llegan a encontrarse, la conclusión es que en realidad no son tan distintas, y que tanto en los países donde se vive mejor como en los que no, las condiciones son para todos cada vez más duras y, lo que es peor, las consecuencias de la crisis del capitalismo no son sólo la precariedad económica, sino la tendencia a una vorágine colectiva capaz de anular la autoestima hasta quedar machacado el auténtico sentido de la vida. Porque, si bien Olga y Paul son dos personajes ficticios, los hospitales, las salas de geriatría, los porno-talleres, las fincas grises y arruinadas… están sacados de la realidad misma. El elenco incluye actores no profesionales en sus escenarios reales, como son los pacientes de un geriátrico devastados por la decrepitud o la demencia avanzada; personajes que el director simplemente se limita a retratar.vlcsnap-4842183Tal vez estas son las partes más duras de la película, las partes en las que no hay actores profesionales, en las que el film adquiere el carácter de documental y los personajes tan sólo se mueven dentro de esa realidad. La escena de los ancianos cubiertos de maquillaje y gorritos de fiesta es de las más difíciles de ver. Otra muy complicada es en la que el padrastro de Paul (Michael) se divierte humillando a una prostituta que no entiende su idioma en una habitación de un hotel ucraniano. La chica no es una actriz, sino una verdadera prostituta. Pero no, no es una película sensacionalista o maniquea: de hecho, cabría preguntarse quién es el realmente humillado aquí; si la prostituta que obedece con tolerancia irónica las indicaciones por señas de su cliente mientras recibe billetes de 5 euros, o el cliente encarnando sin rubor alguno el extremo más grotesco de la imbecilidad humana.import_export-6Así hasta los casi 1500 extras que participaron en el rodaje y que el director seleccionó en varias ciudades, en sus calles, en las cárceles, en las oficinas de empleo o entre los colectivos de inmigrantes, rodando en una auténtica clínica geriátrica, en un verdadero hospital infantil, en una agencia de sexo por internet real, en barrios marginales de Roma y Estonia, en una escuela para la formación de limpiadoras, etc, y, sin embargo, la acción es ficción pura. La película no tiene como fin gratificar al espectador, sino mostrar sin artificios y de modo bastante honesto una realidad sin cosmética sentimental, sin moraleja de ninguna clase. Y la verdad es que, hasta ahora, nadie había mostrado en el cine tan claramente las diferencias/semejanzas entre el Este y el Oeste de Europa a pie de calle, la alineación, la indefensión y la precariedad en el trabajo, que tiende a ser la misma tanto en Viena como en Kiev. Un film que interroga la vida política, las fronteras sociales y las fuerzas económicas que moldean hoy la vida en Europa, pero cuyo objetivo es sólo mostrar esa realidad, sin entrar a juzgarla. Import/Export puede parecer una película excesivamente dramática y sombría sobre nuestro presente, pero no es así. La razón por la que tiene tanta fuerza es porque describe esa realidad sin obviar su lado humano, pero también sin adornos que la entretengan o distorsionen, limitándose sólo a contar lo que es verdad. Necesariamente, el tono ha de ser documental, porque a ningún guionista se le ocurriría escribir una historia así, un drama, a la vez que una tragedia y un melodrama con historias humanas descorazonadoras, pero también un relato magnífico de la vida en Europa muy revelador de hacia dónde nos dirigimos… por si se diera el caso de no haber caído en la cuenta de que estamos asistiendo al inicio del fin de aquello que llamaron sociedad del bienestar. Sin duda, completamente recomendable.