La noche del cazador (Charles Laughton, 1955)

«La noche del cazador» es una de las películas más insólitas del cine norteamericano, una rareza, tensa y macabra, cercana al expresionismo, muy arriesgada, la única película que dirigió Laughton (actor que a sus 55 años se aventuró detrás de las cámaras) y un rotundo fracaso comercial en su época. Sin embargo, ha sobrevivido al paso de los años, siendo valorada en la actualidad por la crítica como una de las obras maestras de la historia del cine. Porque lo que hace que una película se convierta en algo perdurable al paso de los años no es si la narración gira en torno a un tema u otro (en este caso, la lucha entre el bien y el mal, tema más que recurrente en el cine) sino la forma en que se adecua para plasmar esa historia en la pantalla. En esta película, desde la primera a la última secuencia, la estética que adopta la narración es excelente. El tratamiento formal de las imágenes (a ello contribuye decisivamente la labor del fotógrafo Stanley Cortez), la fuerza visual de la película y el protagonismo absoluto de Robert Mitchum que construye un personaje tan malvado como memorable y absorvente, hacen que esta joya del cine siga seduciendo al espectador con el paso de los años, porque lo que importa no es tanto el qué sino el cómo se cuenta; algo parecido a lo que nos sucedía cuando de niños escuchábamos el mismo cuento una y otra vez pero pedíamos que nos lo contaran de nuevo y lo volvíamos a oír entregados y atónitos seguramente por aquella mágica y fascinante forma en que nos era narrado.

La historia, basada en la novela homónima de Davis Grubb, es más o menos la siguiente: En la celda de una prisión, Harry Powell, soberbio Robert Mitchum, el siniestro «Reverendo» que lleva tatuados en los nudillos de ambas manos las palabras H-A-T-E (odio) y L-O-V-E (amor), descubre el secreto de un sentenciado a muerte (Peter Graves) porque éste le hace la confidencia de haber escondido 10.000 dólares en algún lugar de su casa. Cuando Powell sale de la prisión, busca a la viuda (Shelley Winters) y a sus dos hijos, John (Billy Chaplin) y Pearl (Sally June Bruce). Ambos niños saben dónde está el dinero, pero desconfían del «predicador». Sin embargo, la madre (mujer frágil, se ve incapaz de afrontar por sí sola la educación de sus hijos) cree sus engaños y se casa con él, en una horrorosa noche de bodas dentro de un dormitorio que, más que romántico se asemeja a una mezcla entre capilla y cripta.

Pronto, la madre muere en «extrañas circunstancias». La cámara la muestra en un sensacional plano en el fondo del río, hundida y sentada al volante de un coche con sus cabellos ondulados nadando como si se tratase de algas marinas. Los niños huyen en un pequeño bote a través de un río lleno de sorpresas, mientras el predicador les persigue implacable por la ribera, siempre a punto de alcanzarles por más que intenten huir. Imágenes estilizadas contribuyen al efecto de auténtica pesadilla, a las que se añaden primeros planos enormes de la naturaleza (ranas, nenúfares o telas de araña) que otorgan a la narración cierto aire de cuento infantil al combinar sosegados paisajes naturales con ese ambiente de aterradora angustia de los críos perseguidos sin tregua. Finalmente, los niños son acogidos por una anciana (Lillian Gish, papel que probablemente Laughton le ofrece como homenaje a David W. Griffith, de quien antes de comenzar el rodaje, el director visionó todas sus películas encerrado en el Museo de Arte de Nueva York), mujer tan inquebrantable como su fe, aunque no demasiado capaz de salvarlos de la obsesión de un asesino.

Además de la escena de la madre asesinada en el fondo del río, o la de la noche de bodas, la película contiene innumerables secuencias para destacar, porque casi todas muestran un gusto exquisito a la hora de combinar caracteres propios de una cinta de terror con las del género fantástico, aderezadas muchas veces con un fino y ciertamente negro sentido del humor, combinación que logra Laughton con excelentes resultados, como cuando la cámara muestra un farol que proyecta la terrorífica sombra de Mitchum en la pared del dormitorio de los niños, o cuando el predicador trata de darles alcance y huyen del sótano escaleras arriba, o la explicación del reverendo al niño «¿Quieres que te explique la historia de la mano derecha y la mano izquierda?», o cuando riñe a los niños a pie de escalera, o la arrolladora voz de Robert Mitchum gritando desde el sótano «¿Niiiiñosss?», o sus alaridos cuando la señora Cooper le acierta un tiro…

La interpretación de todos y cada uno de los actores es más que meritoria. Mitchum, con su cara alargada y su voz grave, es por momentos el paradigma de hombre soñado por la abnegada mujer americana de la época, por otros dantesco y terrorífico. La madre, toda ella histeria sexual y temblores, resulta más que convincente cayendo rendida en brazos del siniestro reverendo. Los niños, especialmente la niña, no son demasiado convencionales y aparecen un tanto extravagantes en sus formas, incluso en su vestimenta, aunque todo ello redunda en dar a la cinta cierto aire entre pesadilla y realidad pero que, a la vez, observa de modo muy crítico la rancia sociedad rural americana. Hasta los personajes secundarios parecen una galería de prototipos de la decadencia: la señora que reparte barras de pan a los huérfanos, el tío Birdie dándole siempre a la bebida o la señora Cooper y su inquebrantable necesidad de comunicación con los demás.

El trabajo de iluminación, jugando constantemente con luces y sombras, merecería un apartado entero, porque es realmente espectacular. Los planos de la casa y de su interior logran la sensación de estancias pequeñas y angulosas que quitan espacio a los personajes y contribuyen decisivamente a la tensión de la película. Pero los tomados de la lejanía desde la casa son realmente fantásticos. Como la silueta recortada de Mitchum montado a caballo cantando su siniestra letanía mientras los niños duermen en el granero… Planos de belleza formal innegable y por sí solos autosuficientes para generar ese ambiente de desasosiego y tensión que envuelve toda la película.

Mucho se ha debatido sobre el fracaso comercial de esta cinta. En mi opinión, su temática sobre el bien y el mal no está demasiado alejada de esos cuentos infantiles siempre moralizantes. Mientras la veia, me vino a la cabeza en algunas ocasiones el cuento de Hansel y Gretel. Sin embargo, molestó bastante a cierto sector puritano del público norteamericano. Y es que Laughton juega muy bien sus cartas, porque debajo de los mensajes religiosos que se lanzan durante toda la película, en realidad el protagonista resulta ser ni más ni menos que un predicador que mata en nombre de su Dios, autoafirmándose como «ángel vengador»; un psicópata misógino que larga frases como «Señor, no puedo asesinar al mundo…» cuando se justifica de matar a mujeres que, según él, son el origen de todo mal o tentación. O la secuencia de Lillian Gish evocando de forma onírica su Biblia para dirigir el destino de todos como si se tratase del arcangel de la venganza. Aquí es donde Laughton invierte el mensaje y donde es eminentemente claro representando al fanatismo religioso de modo muy distante a los gustos del público de la época: un fanatismo más próximo al mal que al bien que, seguramente, molestó demasiado a los sectores más estrictos y retrógados de la sociedad americana.

14 comentarios en “La noche del cazador (Charles Laughton, 1955)

  1. Si señora: suscribo la totalidad del texto… Siempre he pensado que esta película es como un sello único cuyo valor aumenta con el tiempo: por el estilo, por el tema, por ser el único filme como director….

    Un gran clásico.

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  2. Un peliculón!!! Mitchum lo borda y no es de los papeles que acostumbraba a hacer. Está absoluto, todos quedan en la sombra con esa personalidad tan grande. Si es verdad que recuerda algo a los cuentos para niños de miedo. Así da gusto, que ppongas cine si que he visto!! jajaja……….Besssooossss!!!

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  3. Sesión, buena comparación la que haces con la filatelia, como película es realmente única. Nos leemos!

    Carles, Mitchum no es un personaje que me atrae, aunque reconozco que es un excelente actor. Seguramente este es uno de sus mejores trabajos. Según he leído, también colaboró en la dirección, sobre todo con los niños, que no gustaban mucho al director. Besos!

    Sorel, estaría bien, sin duda. Por supuesto en V.O., la voz de Mitchum es una parte importante de su interpretación… esclofriante, y doblada pierde bastante. Saludos 😉

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  4. Magnífico artículo para una película que sin duda lo merece. Siempre que se habla del “fracaso” en su momento de esta película me da por pensar lo mismo, la de posibles obras maestras de Laughton que nos perdimos por culpa de ese, para mí, incomprensible fracaso.
    Me sumo a la opción de la versión original.

    Un beso y enhorabuena por el artículo.

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  5. Qué gran película!! El personaje de Mitchum es el lobo de los cuentos, el ser más malvado. Y la película tiene mucho de cuento, con aquella huida por un río onírico, salvador. Y la abuelita le pega el tiro al lobo. En fin, no me extraña que un país tan seguidor de reverendos le diera la espalda a esta película: no queda muy bien retratada la profesión.
    Saludos.

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  6. Un clasicazo!! El personaje de Mitchum fácilmente podría ser nombrado como uno de los villanos más aterrorizadores de la historia del cine. Llama mucho la atención la estética impresionista que presenta esta película.

    Gran reseña,
    Saludos.

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  7. Vivian, muchas gracias. Casi todas las películas ganan en VO, pero en este caso es casi imprescindible.

    Licantropunk, de acuerdo con lo que dices. Tiene mucho de cuento infantil, casi de fábula… Los gritos del predicador cuando le pega el tiro que comentas son espantosos; y sí, parecidos a los de un animal que bien podría ser el lobo feroz del cuento…

    Fantomas, decir que había oído mucho de esta película, que conocía el argumento y detalles como los del tatuaje de las manos, había visto algunas escenas, incluso conocía que apareció una copia del guión original en los 90 completo y firmado por Agee (lo que despeja dudas de su autoría)… pero que fue, en parte, al post en tu blog hace algún tiempo, lo que me animó a buscar esta joya que aún no había visto completa. Así que, agradecida y que quede constancia. Un saludo!

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  8. Una obra maestra absoluta, lástima del fracaso comercial ¿qué habría pasado si hubiera resultado un éxito?¿De cuántas pelis buenas dirigidas por Laughton estaríamos hablando?
    Saludos!

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  9. Excelente comentario que no desentona con la magnífica película de Laughton. Una de mis preferidas de siempre.
    Espero daros un poco de envidia diciendo que la descubrí hace muchos años en un cine de Valencia en V.O. Fue casi un shock.
    Saludos.

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  10. Ethan, pues vaya usted a saber cuántas películas podría haber hecho este señor… O no, porque para hacer está estuvo mucho tiempo y, según he leído, su intención era un homenaje a Griffith. Supongo que, de haber sido un proyecto firme lo de dedicarse a dirigir, lo hubiese vuelto a intentar…

    Castedo, más que envidia me tienes intrigadísima. ¿En qué cine fue?. Aunque ya no exista… Ahora sólo hay dos salas que proyectan en Valencia en VO..

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  11. Me ha encantado leer la reseña y saber que la película está ahí, esperándome. De alguna forma siempre acudo a la idea de que el buen cine está ahí a la espera de recuperarlo. La vi hace mucho tiempo. La voy a recuperar ahora. Gracias a usted y a las ganas que he ganado al leer su (estupenda) reseña.

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  12. De verdad por mucho que veo esta película no entiendo como se le da la categoría de obra maestra en la actualidad. Los críticos que la pusieron a parir en los 50´s lo hicieron con un gran criterio, ya que la película tiene fallos de principiante. De verdad que no lo comprendo. Por poco que se analice se pueden ver dichos fallos. El problema es que hoy en día se endiosa todo lo que sea cine clásico por el mero hecho de ser clásico. Yo adoro el cine clásico, mejor dicho, el buen cine clásico y he visto mucho. Como ahora, en la actualidad, que no todas las películas que se hacen son buenas, lo mismo pasaba entonces, había directores malos y películas malas y este es un buen ejemplo. Es muy significativo que nadie quisiera volver a trabajar con este director. Si su filmografía iba a ser igual que esta película, tomó una buena decisión al retirarse.

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