Génova, de Michael Winterbottom

genovaUna de las cosas que estoy decidida a hacer es conseguir la filmografía completa de Winterbottom. Sólo he visto de este director «In this World» (gracias, Jorge, por la recomendación) y «Génova», que acabo de verla. Llego tarde pues, al que parece es un cineasta consagrado; «In this world» es una pelicula extraordinaria, con una temática compleja que se prestaría complaciente al drama social fácil y maniqueo, pero de la que Winterbottom saca, casi de la nada, sentimientos delicados y hermosos transformándola en una obra reflexiva y de estética radical como pocas. Confieso que he asistido con cierto recelo a «Génova», porque conocía su temática de antemano y probablemente porque esperaba bastante de ella, y tengo que decir que no me ha decepcionado en absoluto, aunque sea muy distinta a la anterior, mucho más intimista, menos radical en cuanto a temas sociales, pero en la que también se recurre a esas metáforas visuales de la desesperación en la que viven sus personajes  e igualmente hace gala de un manejo ejemplar de la cámara y del sonido que tan buenos resultados le dio en el anterior trabajo. “Génova” es el viaje a la ciudad italiana de lo que queda de una familia que accidentalmente ha perdido una pieza angular: la madre. Es la búsqueda de la reconciliación con el mundo de un hombre, también con él mismo, el remontar de tres personas que, de distinto modo, viven el drama de la pérdida. Toda ella es una concienzuda descripción psicológica de esos personajes que carece del esperado guión con trama y desenlace, porque “Génova” es como asomarnos a través de una pequeña ventana a la vida cotidiana de las personas, tal cual, sin demasiados artificios, enfatizada no tanto por los diálogos o construcciones del guión ausente como por los pequeños detalles que hay en sus gestos, en las miradas y en los silencios que intercambian de manera constante. “Genova” es algo así como un desgarrador grito de socorro, en el que la ciudad se convierte en terapia ante el hundimiento anímico de ese hombre para el que el mundo tal y como lo concebía hasta entonces desaparece: una mujer a la que ama, dos hijas que se pelean constantemente pero se quieren, un trabajo que le gusta, las vacaciones… la burbuja de la felicidad que le  proporcionaba bienestar y seguridad se desmorona de repente, estalla en mil pedazos, y el espectador es el invitado de piedra que asiste  a la tragedia, al cambio de rumbo en sus vidas cuando deciden reconstruir su futuro en otra ciudad, asomarse al nuevo entorno que les permita comenzar desde cero. Y cada uno lo hace a su manera: él, mediante su nuevo trabajo, su vieja amiga y sus recientes pupilos; la joven, con el despertar a la adolescencia y la niña llevando a cuestas el espectro recurrente de su madre desaparecida. Es la manera de capturar y retratar los sentimientos y  las actitudes, la culpa y el dolor tras la ausencia, sin necesidad de ser explícitos ni de recurrir al drama lacrimógeno de mal gusto, con una naturalidad y veracidad fuera de cualquier duda aunque la mayoría de veces se haga mediante los gestos o unas contadas miradas. El bellísimo paisaje de Génova, su casco antiguo, sus playas, su historia o su arte se funden con las vivencias en un muestrario alejado de cualquier prejuicio, abierto, para que observemos y extraigamos nuestras propias reflexiones, nunca exentas de tristeza y de, en alguna medida, frustraciones siempre llenas de esperanzas. Valientes o temerosos, íntegros o cobardes, conformistas o rebeldes, los personajes no son sino un puñado de seres humanos haciendo frente a lo que les toca vivir. Y sorprende, mucho, el acercamiento a esa humanidad exento de hilo argumental que nos conduzca a ninguna parte, sólo con su cámara en mano, su intuitiva estética y un soberbio montaje a modo de collage de esos pequeños retazos de vida aquí retratados. Para mí, una película enorme, pocas veces me he podido identificar con un contenido sin sentirme en alguna medida invadida o atropellada. A lo mejor, si la vuelvo a ver le encuentro hasta defectos, pero recién vista y en caliente, la palabra más acertada que me sale para calificarla es… impresionante.