Submarino, de Thomas Vinterberg

Submarino, película dirigida en 2010 por el danés Thomas Vinterbereg, se presentó en la sección oficial de la última edición del Festival de Berlín y se estrenará -siempre presumiblemente- en otoño en las salas comerciales españolas. En Valencia hemos podido verla porque se han programado dos proyecciones esta semana dentro de la 25 edición del Festival Internacional Cinema Jove y, obviamente, casi ningún lector de este blog puede acceder a fecha de hoy a la película, porque no está todavía disponible en DVD y el trailer está en danés, a menos que viva por aquí y además haya asistido a las sesiones matutinas del festival, subtituladas y entre semana, en la Sala Berlanga del antiguo teatro Rialto. Tampoco quiero hacer demasiados spoiler, así que en este caso me lanzo al comentario arriesgándome al escaso debate que pueda generar cuanto puedan leer aquí. Motivo: se trata de una extraordinaria película que ofrece una historia impresionante, intensa y emocionante, con algunas brillantes actuaciones y las marcas de -me arriesgo a decir- otra obra maestra en la carrera del danés, que se puede sentar al lado de Festen sin que ninguna le haga sombra a la otra. Y me refiero a una cuestión exclusivamente comparativa de calidad cinematográfica, pues si Festen introdujo el concepto del Dogma en la industria del Cine, nada que ver con ello tiene su última propuesta, que para empezar está rodada en 16 mm y para continuar no cumple con casi ninguna de las premisas establecidas en el mencionado dogma.

Con Submarino quedan atrás casi todos los elementos por los que se decantó el director tras el éxito con Festen. También quedan atrás ciertos aires de genio que llevan a Vinterberg  a cruzar el Atlántico para probar suerte en la industria de Hollywood, en la que produce un puñado de películas poco afortunadas y totalmente obviables. Submarino no tiene nada que ver con las historias intrincadas de pesado simbolismo y cinematografía  de corte experimental -no me refiero a Festen, sino a su carrera posterior-, ni con temas pretendidamente complejos resueltos con presura a ritmo de exigencias de productora y presupuesto. Tampoco es una película Dogma, pero sí es algo así como el regreso a un estilo narrativo más sencillo y  limpio, que evita manierismos en los virajes sentimentales y que trata como asunto principal la paternidad y las relaciones entre hermanos desde una perspectiva exclusivamente masculina, lo que le añade ese punto de originalidad que la hace a priori muy atractiva.

Los protagonistas son Nick y su hermano menor (de quien creo que no se cita el nombre en ningún momento). Ambos sufren en su infancia una experiencia traumática que marcará el resto de sus vidas. Tras un breve prólogo en el que nos  muestra a ambos siendo niños (no desvelaré cuál es el suceso traumático), la película nos traslada 30 años después. Nick (Jacob Cedergren) es un hombre frustrado y agresivo que acaba de salir de la cárcel, una especie de alma pedida cuyos consuelos son su vecina Sofie y la bebida. El hermano menor sobrevive solo con su hijo Martin. Vinterberg nos muestra la desoladora historia de ambos deambulando por su lado hasta que vuelven a encontrarse cuando, al fallecer la madre, heredan una suma de dinero. Película dura de ver -advierto- sobre los traumas de personas que, con estos u otros pesados pasados, bien podríamos encontrar cada día en la calle. El título hace referencia a un método de tortura que consiste en sumergir la cabeza del torturado bajo el agua hasta rozar la asfixia, para dejarle tomar entonces un poco de aire y otra vez al agua hasta que hable, se retracte o vaya a saber qué. La vida de los dos protagonistas consiste en algo semejante: siempre buscando una oportunidad para reconstruir su vida, pero el trauma de la infancia y la culpa pesan tanto en su alma que irremediablemente vuelven a sumergirse en el fango, como una lacra que marca constantemente su existencia. Son personas que han tocado fondo, de las que podemos aborrecer cuanto hacen pero que, sin embargo, nos hacen sentir cierta simpatía hacia ellas, quizás lástima, lo que es indudable es que Vinterberg logra que el público empatice con sus personajes, que no son sino un alcohólico violentísimo y un heroinómano que, para más señas, tiene a su cargo un hijo de corta edad. Podría haber sido un dramón insufrible a manos de cualquier otro director más mediocre, pero una excelente medida entre el necesario elemento dramático y el realismo más sórdido hacen que la película fluya de manera absolutamente natural y coherente, sin excesos en cuanto a sentimentalismo ni llegar al extremo de convertirse en un film de realismo social a lo Ken Loach. A ello contribuye decisivamente la excelente actuación de Jacob Cedergren, interpretando al Nick adulto. Personaje tosco, rudo y violento, que exuda en cada gesto su ira reprimida, siempre al borde del abismo, pero que también sabe transmitir magistralmente, con su mirada sincera y algún titubeo gestual, una gran vulnerabilidad: hay cierto dejavú del joven Marlon Brando en esta interpretación, ahí puede estar la clave, el secreto de que esta película resulte tan conmovedora.

En el plano visual también está muy bien construida. Las escenas del comienzo están subrayadas por una poderosa luz blanca que se contrapone con las tonalidades grises de Copenhague cuando son adultos, en la que vemos a Nick avanzando con su bolsa de deporte entre los edificios de un barrio sucio y desaliñado tan triste como su propia existencia. O tan auténtico como cuando el hermano de Nick (Peter Plaugborg) se mueve entre lúmpenes sin hogar o consumidores de heroína en la estación de tren mientras observa a una madre consolando a su hijo que llora en el cochecito, escena que de alguna forma deja patente la división de la conciencia entre su adicción a las sustancias y su responsabilidad para con su hijo de seis años. El final es una secuencia en una iglesia, donde de nuevo es omnipresente la claridad, y hay alguna similitud con la escena del principio, cuando se ve a los dos niños buscando un nombre en la guía telefónica con el que bautizar al bebé en el salón de su casa, para que todo sea como debe ser, como una vida que debería ser normal, mientras la madre yace tendida en la cocina abducida por una botella de vermú

El ritmo narrativo es más bien lento, con numerosos primeros planos de los protagonistas de longitud diversa donde parece que no sucede mucho. Sin embargo, estos factores no distraen la atención ni son fuente para el aburrimiento, más bien acompañan en simbiosis perfecta la estructura y la oscuridad en la que se mueven los hechos que narra la película. A lo que se suma siempre el sonido eminente y la envolvente banda sonora (el responsable de ello es Kristian Eidnes, quien también estuvo a cargo en la reciente «Anticristo«) que subraya constantemente esas naturalezas al borde de la vida y del abismo. Tomen buena nota de este título, escríbanlo en un posit y cuélguenlo en la nevera, pero no olviden este nombre ni dejen de verla  en cuanto esté disponible en cualquier formato. Si en Festen se narraba la desintegración de la familia, Submarino nos muestra una detallada imagen del peso social de los adultos en la vida de nuestro descendientes y la lucha por mantenerse unidos, con un hermoso y logrado equilibrio entre el amor fraternal y paternal en constante pugilato con la fría realidad que, como muchos, sin elegirla, les ha tocado vivir.

13 comentarios en “Submarino, de Thomas Vinterberg

  1. Pues tengo ganas de echarle el ojo a esta, que con Festen, del mismo director, aluciné y quedé grátamente asombrado. Me gusta ese uso del color y si la música es de la misma mente que instrumentalizó lo de Trier (que por cierto, no me gustó) pues más ganas aún, que ese oscurantismo que te envuelve es una delicia.Y me alegro que lo de Dogma se haya perdido en el tiempo, porque no me convencía para nada.
    Que conste que me he saltado el párrafo en el que hablas de qué va, porque no quiero saber nada y verla con ojos vírgenes.
    Un saludo

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  2. FESTEN es una maravilla. Si es cierto que SUBMARINO tiene la misma calidad (aunque no sea Dogma, como dices) seguro que no defrauda. Yo la tengo pendiente para cuando se estrene. Espero que lo haga, de verdad.

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  3. Hola Babel

    Fíjate que un amigo que estuvo en la Berlinale quedó maravillado con “Submarino” (a mí «Festen» me pareció muy buena) y me la súper recomendó. Ojalá algún día llegue a este país tan dejado de la mano del Dios cine.

    Un beso

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  4. Sin tener nada que ver argumentalmente, tiene un aura a la francesa «Un profeta» en cuanto a estilo. No quise poner el trailer porque, supongo que para ganar público, resalta los momentos más melodramáticos y creo que se deja los mejores, pero para hacerse una idea de cómo esta rodado sirve, además lo he encontrado subtitulado en inglés. Saludos y gracias a todos

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  5. No la conocía, pero ya está en mi lista de pendientes. Si se ha estrenado en España no me he enterado. Si acabo viéndola, te cuento. Un abrazo, BABEL.

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  6. Creía que a estas alturas de película había quedado claro que el movimiento Dogma está más que muerto y no consisitió más que en una excentricidad de directores que querían dar el salto como fuera (algo normal, por otro lado). Los cineastas que lo cultivaron lo han abandonado por completo, y el hecho de que Vinterberg se apunte es un clavo más en el ataud. Consiguió un poco de notoriedad y levantar algo de polvareda, pero poco más……

    En cuanto a la película parece que va en la línea de paradojas y vidas ocultas al estilo «Festen». Esdtá fuera de toda duda su valía conmo cineasta a juzgar por los ejemplos de escenas que aportas…..

    Nos leemos!!!!!

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  7. hola pues yo creo q tmb me apuntaré a verla. de todas formas todo el tema del Dogma, que es cierto está de capa caída, no se podía haber sostenido mucho más, salvo que se le saque realmente partido o se haga de ese modo de narrar donde de verdad «posa» la hsitoria -y no una excusa o una trava-, como ocurrió en «Mifune» que me encanta y me parece que las supera todas las demás.
    y… sigo pensando que algo de Casavettes hay en todo esto de la verité.. odigo una locura?
    ay babel,que ya no tienes tiempo para contestarnosssssss, sniff. besos!

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  8. Mifune, qué gran película, al margen de todo esto del Dogma que comentais. Y al margen de juzgar o no ese movimieto como mera curiosidad un tanto pintoresca, con lo que podría estar de acuerdo, Submarino solo tiene en común que es de Vinterberg, pero nada que ver en cuanto a estilo. Si la comparo con Festen me refiero exclusivamente a altura cinematográfica, después de la fallida intromisión del director en Hollywood. En términos futbolísticos, ya que anda medio país despistado con el mundial: que este señor juega mejor de local.

    Jordi, no se ha estrenado, seguramente para otoño… esperemos. Saludos a todos!

    Pd: Charly, te mandé un mail con «cositas». Besos, majete!

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