Tina Modotti fue, sin duda, una mujer muy adelantada a su tiempo. De origen italiano, emigra a EEUU con sólo 17 años y comienza sus trabajos en un arte todavía incipiente en 1913: la fotografía. Allí conoce a Edward Weston, con quien se traslada a México en 1922, ciudad que dará la oportunidad a Tina de codearse con la vanguardia del arte del momento y hacer amistades como Diego Rivera, Siqueiros, Blanca Brum o Frida Kalho, En 1927 ingresa en el Partido Comunista para apoyar la lucha de Sandino, y un año más tarde conoce a Julio Antonio Mella, dirigente cubano que será para ella más que una amistad, con el que colabora en la fundación del Partido Comunista cubano. En 1930, acusada de conspiración para asesinar a Pascual Ortiz Rubio, el entonces presidente Mexicano, es expulsada del país.
Alemania, la Unión Soviética y España serán sus siguientes destinos. Cuando estalla la Guerra Civil española, se alista como voluntaria en el Quinto Regimiento a través de las Brigadas Internacionales hasta el fin de la guerra, año en el que regresa a México debido a su persecución en Europa para continuar su actividad política antifascista hasta 1942, cuando fallece de un infarto.
Basado en la biografía escrita por Elena Poniatowska, el salmantino Angel de la Calle publicó en formato de novela gráfica dos entregas sobre la vida de la fotógrafa, que fueron reeditados el pasado año por Ediciones Sins Entido en un sólo volumen de tapa dura bastante cuidado. En ese tiempo, en México, se encontraban algunos de los personajes pioneros de las letras, imágenes y pasiones del mundo por venir.
En el libro descubrimos una mujer insólita, con una vida intensa, bohemia, romántica, plagada de intrigas políticas, aventura y romanticismo en esa época en la que se moría y se vivía creyendo construir un mundo mejor. Modotti es una mujer apasionada que se come la vida y a su tiempo, es la fotógrafa, la estrella del cine mudo, la modelo de pintores y fotógrafos, la amante de Weston, del muralista Xavier Guerrero, de Mella o del comandante español republicano Carlos, la agente del servicio secreto soviético, la heroína antifascista en España, la amiga de Rivera, de Machado, de Neruda… y es la artista, la fotógrafa vanguardista por excelencia, profesión y pasión que forman parte de su vida con su cámara a cuestas.

El cómic de Angel de la Calle, a caballo entre el diario personal y el documental, consiguió el Premio de la Crítica en 2005 y fue nominado como mejor obra en el Salón del Cómic de Barcelona ese mismo año. No es para menos, porque además del fantástico retrato de una mujer sobre la que merece la pena entretenerse un poco y de la que muchos desconocen su paso por esta humanidad, es un recorrido sin desperdicio sobre la época y los lugares donde la vanguardia del arte se forjaba para el futuro.
A la muerte de Modotti, Pablo Neruda le dedicó este poema:
Tina Modotti, hermana no duermas, no, no duermas:
tal vez tu corazón oye crecer la rosa
de ayer, la ultima rosa de ayer, la nueva rosa.
Descansa dulcemente, hermana.
La nueva rosa es tuya, la tierra es tuya:
te has puesto un nuevo traje de semilla profunda
y tu suave silencio se llena de raíces.
No dormirás en vano, hermana.
Puro es tu dulce nombre, pura es tu frágil vida:
De abeja, sombra, fuego, nieve, silencio, espuma:
De acero, línea, polen, se construyó tu férrea
tu delgada estructura.
El chacal a la alhaja de tu cuerpo dormido
aún asoma la pluma y el alma ensangrentadas
como si tú pudieras, hermana, levantarte,
sonriendo sobre el lodo.
A mi patria te llevo para que no te toquen,
a mi patria de nieve para que a ti pureza
no llegue al asesino, ni el chacal, ni el vendido:
Allí estarás tranquila.
¿Oyes un paso, un paso lleno de pasos, algo
grande desde la estepa, desde el don desde el frío?
¿Oyes un paso de soldado firme en la nieve?
Hermana, son tus pasos.
Ya pasarán un día por tu pequeña tumba,
antes de que las rosas de ayer se desbaraten;
Ya pasarán a ver los de un día, mañana,
donde está ardiendo tu silencio.
Un mundo marcha al sitio donde tú ibas, hermana
avanza cada día los cantos de tu boca
en la boca del pueblo glorioso que tú amabas.
Tu corazón era valiente.
En las viejas cocinas de tu patria, en las rutas
polvorientas, algo se dice y pasa,
algo vuelve a la llama de tu dorado pueblo,
algo despierta y canta.
Son los tuyos, hermana: los que hoy te dicen tu nombre,
los que de todas partes del agua, de la tierra,
con tu nombre otros nombres callamos y decimos,
porque el Fuego no muere.
* Fotografías: «Las manos del tirititero» (1929)/ «Campesinos» (1926)
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