Barry Lyndon, de Stanley Kubrick

No sé si será porque tenía ganas de verla en pantalla grande o porque es mi película favorita de Kubrick, pero ha merecido la pena el paseo hasta la filmoteca para volver sobre un film que ya he visto como tres o cuatro veces, a pesar de que dura algo más de 180 minutos. Kubrick rodó esta, su décima película, entre La naranja mecánica y El resplandor. El director tenía la intención de hacer un film sobre la vida de Napoleón, personaje al que admiraba, pero el proyecto fracasó al topar de lleno con la crisis de la Metro Goldwyng Mayer, productora hasta la fecha de casi todas las películas de Kubrick. Así que decide aprovechar el trabajo de ambientación que tenía avanzado para, una vez asociado a la Warner, buscar una novela que se adaptara al conjunto, y fue de este modo como dio con Memorias y aventuras de Barry Lyndon, publicada por William Makepeace Thackeray en 1844. El libro, que se podría encajar entre la novela picaresca y la histórica, narra la trayectoria de un personaje de ficción, un joven irlandés de origen humilde que durante la primera parte asciende rápidamente en la escala social con métodos no demasiado ortodoxos, del mismo modo que la vida de opulencia le devuelve tiempo después a sus  orígenes, acabando sus días en la miseria, tan arruinado como comenzaba su existencia.

Toda la ambientación, aspecto cuidado hasta el último detalle, está inspirada en obras pictóricas del siglo XVIII. Las tomas parecen calcadas de pinturas de Reynolds, Gainsborough, Hogarth, Stubbs, Watteau y Constable, entre otros, que el director reproduce casi exactamente en la composición de las escenas, a lo que añade el particular uso de la luz para lograr una copia casi exacta. Hay incluso un momento, en la escena de la ceremonia nupcial, en el que el fondo, incluidos algunos asistentes, son un lienzo. El detalle pasa bastante desapercibido por los efectos de cámara, y cabe suponer que la ultimaría de este modo debido a presiones presupuestarias. Para lograr un mayor realismo, Kubrick no se conforma con reproducir los lienzos, y toda la película está rodada con luz natural, utilizando velas para la iluminación nocturna y de interiores, lo que le confiere gran realismo. Barry Lyndon es la primera película de la historia rodada al completo sin luz artificial. Kubrick hizo construir una cámara especial que después sería utilizada por la NASA. La fotografía es de John Alcott, y el aspecto de lienzo que tienen las imágenes se logra a base de usar el zoom,  con el que consigue un resultado realmente espectacular.

Kubrick quería rodar la película en Irlanda,  ya que gran parte de la acción se desarrolla allí. El trabajo comenzó en septiembre de 1974, en los Estudios Ardmore, muy cerca de Dublin, pero aquellos eran años violentos en el Ulster -meses antes los británicos asesinaban a 13 supuestos terroristas en Londonderry, en solo tres años se había llagado a la cifra de 500 muertos de ambos lados-, y las amenazas del IRA, que no estaba por la labor de ver sus verdes praderas repletas de soldados ingleses con casacas rojas disparando contra sublevados irlandeses, hace desistir a Kubrick de continuar el rodaje, que decide regresar en Navidad con todo el equipo a Inglaterra para continuar la película en las cercanías del Castillo de Howard, donde están rodados muchos de los interiores, y en otras localizaciones como Hohenzollern o Ludwigsburg, Alemania. El vestuario del filme y los decorados fueron  creados y diseñados por Ulla-Britt Soderlund y Milena Canonero  –Carros de Fuego, María Antonieta– tomando como referencia los cuadros y lienzos, y recrean a la perfección la sociedad burguesa de la época napoleónica y del reinado del rey Jorge,  una exhaustiva labor de estudio histórico y de análisis de las pinturas del periodo hasta obtener una textura en el vestido lo más veraz posible.

El broche al trabajo de ambientación lo pone la banda sonora, a base de composiciones de autores clásicos como SchubertTrio para piano-, HaendelZarabanda-, BachConcierto para dos claveles y orquesta– o VivaldiConcierto para violonchelo-, adaptadas e interpretadas por el compositor Leonard RosenmanAl este del edén, Rebelde sin causa, Un hombre llamado Caballo– al frente de la National Philarmonic Orchesta. También hay piezas de música tradicional irlandesa, como el tema Women in Ireland, a cargo del conjunto irlandés The Chieftains, todas ellas seleccionadas por Sean O´Riada. Se pueden escuchar también algunas marchas militares, en la parte de la película que transcurre durante la Guerra de los Siete Años: Los granaderos británicos sigue a Barry durante sus borracheras y orgías en el ejército, la Marcha de Hohenfriedberger, o Idomeo, rey de Creta, esta última obra de Mozart.

A Barry Lyndon le da vida Ryan O´Neal, pero la elección del actor principal nunca contó con la aprobación de Kubrick, que quería a Malcom McDowell en el papel. O´Neal acababa de rodar Love Story y era el galán de moda de Hollywod, un verdadero imán para la taquilla, así que Kubrick no tuvo más remedio que aceptar, aunque a regañadientes, las imposiciones de la Warner. Años después, en alguna ocasión, el director había referido las limitaciones de O´Neal como actor, y como anécdota contaba que en ocasiones se puede apreciar en la película su dificultad para atinar a apoyar el pie derecho en el estribo cuando tenía que subir al caballo.

El resto del elenco está compuesto, en su mayoría, por actores con los que Kubrick trabajaba habitualmente. Muchos de ellos son los mismos que aparecen en La naranja mecánica, y a otros se les puede ver en películas posteriores de Kubrick, sin ir más lejos, en la siguiente, El Resplandor. Godfrey Quigley, que interpretaba al capellán de la prisión en La naranja mecánica es quien encarna al Capitán Grogan; Philipe Stone, padre de Alex DeLarge, es el criado Graham y en El Resplandor sería Delbert Grady, el vigilante anterior a Jack Nicholson del hotel Overlook. El jugador amanerado, Lord Ludd, a quien Barry vence en la escena del duelo, es Steven Berkoff, el mismo que interpretó al sargento de policía de la comisaría donde es detenido Alex, de La Naranja Mecánica, y Antony Sharp, aquel Ministro del Interior, ahora hace de Lord Harlan.

Kubrick era tremendamente minucioso, cada escena era rodada al menos 25 veces, según declaraba posteriormente O´Neal, y casi siempre trabajaba saltándose el guión pre-establecido, por lo que el rodaje avanzaba muy despacio y el presupuesto se disparaba con el paso de los meses. Su perfeccionismo era tal que incluso gustaba de encargarse personalmente de la supervisión del doblaje en otras lenguas. En España, sin ir más lejos, impuso los actores que prestaron su voz para la película, y no se conformó con los dobladores habituales: la voz del narrador es la de José Luís López Vázquez y la de Barry recayó en Juan Carlos Naya, actor bastante popular en la España de entonces. La película reventó todos los presupuestos previos, porque los algo menos de tres millones de dólares iniciales pasaron a convertirse en casi once una vez concluido el trabajo. Kubrick jamás consiguió recuperar la inversión, ya que el resultado fue un fracaso estrepitoso en taquilla, a pesar de estar nominada a siete Oscar, de los que logró ganar cuatro: dirección artística, fotografía, vestuario y banda sonora adaptada.

26 edición de Cinema Jove, Festival Internacional de Cine

El Festival Internacional de Cine Cinema Jove, que se celebra en Valencia del 17 al 24 de junio, cumple este año su vigesimosexta edición, traspasando su cuarto siglo de fructífera andadura fiel al espíritu con el que fue creado en 1986: ser punto de encuentro de cineastas jóvenes y servir de plataforma para dar visibilidad, respaldar y premiar la creación cinematográfica.

Especializado en cine emergente y articulado por sus dos secciones oficiales a competición, la de largometrajes y la de cortometrajes, Cinema Jove ofrece durante ocho días al año el cine más inquieto, trasgresor e inconformista, tanto en sus propuestas estéticas como narrativas. Un cine que trata de anticipar las tendencias de los próximos años, como en su día hicieron cineastas como Alejandro Amenábar, Juanma Bajo Ulloa, Álex de la Iglesia, Rafi Pitts, Andrew Dominio, Bryan Singer o Matteo Garrone, que presentaron también aquí sus primeros trabajos a competición cuando aún eran unos desconocidos.

Sección oficial

Para la presente edición, se ha seleccionado para la Sección Oficial a concurso 8 películas y 57 cortometrajes con enfoques y miradas cinematográficas muy distintas que configuran un mosaico heterogéneo del cine contemporáneo.

Úber uns das Al/Above Us Only Sky es el largo con el que el alemán Jan Schomburg (1976) desembarca en Cinema Jove después de haber concurrido en la sección Panorama Special de la Berlinale el pasado febrero y haberse alzado con el Europa Cinemas Label a la mejor película europea. La cinta, que será estrenada en la inauguración del Festival, narra el encuentro entre una joven viuda desorientada, encarnada por Sandra Hüller, galardonada con el Premio a la mejor interpretación en Berlín y Sitges por Réquiem (Hans-Christian Schmid, 2006), y un profesor universitario, al que da vida Geprg Friedrich, conocido por su trabajos en La pianista (Michael Haneke, 2001) o Import/Export (Ulrich Seidl, 2009), que le recuerda a su difunto marido.

Merecedora de La Luna de Valencia de Cinema Jove en 2006 por su corto A bras le corps, la joven cineasta Katell Quillévéré (1980) regresa al Festival para estrenar su primera película, Un posison violent. Un retrato generacional sobre el despertar sexual, la inexorabilidad de la existencia y la pérdida de la fe, que Quillévéré plasma en la vida de una adolescente repleta de incertidumbres tratando de aferrarse a la vida después del abandono de su padre. La directora ha dirigido también dos cortos, L’Imprudence y L’Echappé, que han sido seleccionados para un buen número de festivales.

Presenta también su primer largometraje en la sección oficial, el norteamericano Braden King (1971). Su película Here, estrenada este año en el Festival Sundance, configura un dramático film que narra el nexo amoroso surgido entre un cartógrafo de mapas por satélite y una fotógrafa que emprenden juntos un viaje por Armenia.

Desde Polonia, Marek Lechki (1975), una de las voces emergentes más originales del cine polaco, recala este junio en el festival con su ópera prima, Erratum. Un trabajo distinguido por la Association of Foreign Organizers of Polish Film Festivals y el Premio de la Prensa 2010 en el Festival de Cine Polaco, que presenta la travesía emocional de un respetado padre de familia que regresa a su pueblo natal y se topa de golpe con su pasado. La crisis actual de los valores y las no siempre fáciles relaciones entre padres e hijos envuelven esta historia de catarsis existencial.

Afincada en Alemania, la directora suiza Christine Repond (1981) aborda en su debut cinematográfico, Silberwald/Silver Forest, el fenómeno de la inmigración y los brotes xenófobos acaecidos en los últimos años en Suiza. Una cinta que nos sumerge en el mundo de los skinsheads a través de la escalofriante experiencia de un adolescente que se integra en un grupo de cabezas rapadas en la búsqueda por definir su identidad. Repond es autora de cortos como Punch Me, Toilets o Mit oder ohne.

Filmada clandestinamente en Teherán justo antes de las elecciones de 2009, Aragh Sagee/Dog Sweat es el primer largo de ficción del cineasta iraní Hossein Keshavarz (1977). Un retrato sobre la juventud persa actual y la falta de libertades, cuyos jóvenes protagonistas tratan de buscar una vía de escape para poder burlar la censura imperante. La película ha sido reconocida en diversos festivales de cine de Roma y Austin y nominada a los Independent Spirit Award. Keshavarz ha trabajado como productor en Circumstance, que se alzó con el Premio del público este año en el Festival Sundance.

Junto a las seis óperas primas, aspiran también a la Luna de Valencia dos cintas que nos trasladan a la estepa siberiana y a los paisajes de la antigua Yugoslavia con dos historias que se centran en las realidades sociales. Resultado de diez años de trabajo es Siberie Monamour (2011), el segundo largo de Slava Ross (1966), una poderosa historia de la vida y la muerte en los márgenes de la sociedad rusa que transcurre en una aldea abandonada de Siberia. El talento del cineasta se dio a conocer en Meat, corto que atesora una treintena de premios y que ha sido incluido por el Centro de relaciones de escuelas de cine y televisión de la UNESCO en el programa internacional para el estudio del cine como herramienta escolar.

Y con una experiencia de dos películas en su haber, Pedrag Velinovic (Serbia, 1966) concurre a esta vigésima sexta edición de Cinema Jove con su tercer largometraje, Motel Nana. Un viaje melancólico por la vida cotidiana de la posguerra de Bosnia y sus dramas sociales emprendido por un joven maestro de Belgrado y una joven musulmana.

La Sección Oficial de Cortos de este año acoge 57 trabajos del panorama nacional e internacional que sobresalen por la variedad de géneros en los que se inscriben: Thriller, comedia, ciencia ficción, cine experimental, animación y hasta el género musical.

De nuestra geografía destaca la figura de la actriz Natalia Mateo (1975), nominada a un Goya por El patio de mi cárcel (Belén Macías, 2008), que presenta su faceta como directora con su segundo cortometraje, Qué divertido. Sugerente resulta también el corto de Aitor Echeverría (1977), Morir cada día, presentado el año pasado en la Seminici, y el de Victor Carrey, La huida, ganador del premio del Festival Internacional de cortos de Bucarest.

De fuera de nuestras fronteras llegan cintas de gran calado internacional como Na Wewe (Bélgica), de Ivan Goldsch (1958), nominada al Oscar al mejor cortometraje y ambientada en Burundi durante las masacres de 1994 entre hutus y tutsis. Singular es la propuesta del cineasta de culto Nicolas Provost (1969), que llega a Cinema Jove con Startdust (Bélgica), una cinta experimental que, como la mayor parte de los cortos del cineasta, se ha exhibido en galerías de arte. Llamativo es también el corto eslovaco Kamene, en el que Katarina Kerekesova (1974) ha confeccionado un musical de animación de muñecos, combinación que raras veces se da, y el trabajo Fröken Märkvärdig & Karriären (Dinamarca, Irlanda, Suecia), de Joanna Rubin, corto cuyos derechos de emisión ha comprado la cadena Arte. Destacan también por sus distinciones el corto rumano Colivia/The cage, con el que Adrian Sitaru (1971) logró el Premio Vila do Conde; la cinta Apele Tac (Alemania-Rumanía), de Anca Miruna (1979), estrenada este año en la Berlinae; y Tremblay en France (Francia), de Vincent Vizioz (1975), premiada en el Festival de Cortometraje de Clermont-Ferrand.

Retrospectivas

En la sección de retrospectivas, el festival pone este año su foco de atención sobre la trayectoria filmográfica de tres grandes cineastas del panorama internacional: El alemán Jan Harlan, productor de Stanley Kubrick durante treinta años, la directora checa de cine de animación Michaela Pavlátová, y la directora española Chus Gutiérrez. En reconocimiento a la vitalidad y consolidación de sus carreras, el Festival dedicará una retrospectiva a cada uno de ellos y les hará entrega del Premio Luna de Valencia.

El productor y director de cine Jan Harlan (Alemania, 1937) ha hecho posible que lleguen a la gran pantalla algunas de las películas más arriesgadas y rupturistas del cine de nuestro tiempo. Como explica Rafael Maluenda, director de Cinema Jove, Harlan ha levantado los sueños y pesadillas de dos grandes maestros del cine como Stanley Kubrick y Steven Spielberg. La relación profesional de Harlan con el legendario Kubrick se inició en 1969, año en el que se embarcaron juntos en el proyecto de la película Napoleón, que finalmente nunca llegó a ver la luz. Éste fue el inicio de una intensa relación profesional que duraría más de treinta años y en la que Harlan trabajó como productor ejecutivo en películas tan emblemáticas e inquietantes como Barry Lyndon (1975), El resplandor (1980), La chaqueta metálica (1987) o Eyes Wide Shut (1999). Tras la muerte de Kubrick en 1999, trabajó con Steven Spielberg en la pre-producción de A. I. Inteligencia Artificial, y un año después se embarcó en la dirección de un documental que daría la vuelta al mundo: Stanley Kubrick: Una vida en imágenes. En la actualidad, prepara un filme documental sobre el Napoleon Project de Kubrick, con Erik Nelson y Alison Castle.

Maestra en dotar de vida a los dibujos y las historias que ella misma escribe, el trabajo artesano de Michaela Pavlátová (Praga, 1961) como directora de cine de animación ha sido reconocido con numerosos galardones, entre los que destaca la nominación al Oscar por mejor cortometraje que recibió por Reci, Reci, Reci (Palabras, palabras, palabras, 1991). Otros premios que atesora la artista son el Grand Prix de Montreal, así como diversos reconocimientos en los festivales de Berlín, Tampere o Stuttgart. Michaela Pavlátová es, según palabras de Rafael Maluenda, una creadora que responde plenamente a esa dualidad de cineasta y artista, porque sus dibujos, sus trazos, son de una calidad artística que transciende el campo cinematográfico. Pavlátová dota de alma a los personajes de sus dibujos para ahondar con ellos en las relaciones humanas bajo el prisma de la originalidad y la ironía. Entre su filmografía, que exhibirá Cinema Jove este junio, destacan los cortos Laila (2006), Karneval Zvirat (Carnaval de animales.2006) y Repete (Repetición, 1995), reconocido con el Gran Premio del Festival Internacional de Animación de Hiroshima y el Oso de Oro en Berlín.

La directora y guionista Chus Gutiérrez (Granada, 1962) pertenece a esa generación de cineastas que se abrieron camino en los años ochenta con una voz cinematográfica propia que no ha hecho más que crecer. Comprometida con su tiempo, la granadina es autora de una decena de películas en las que las mujeres se alzan como protagonistas. Una mirada femenina sobre nuestro mundo que se hizo visible en su primer largometraje, Sublet (1991), rodado en Nueva York y producido por Fernando Trueba, en el que una joven española, Iciar Bollaín, se buscaba la vida en la ciudad de los rascacielos. La cinta fue nominada a los Goya como mejor dirección novel y fue premiada en el Festival Cinema Jove. El universo femenino articula la mayor parte de la filmografía de Gutiérrez, cuyas películas han sido reconocidas en el ámbito internacional, como Poniente (2001), ganadora del Premio FIPRESCI en el Festival de Guadalajara (México), o en Retorno a Hansala (2008), reconocida con el Premio especial del jurado en el Festival de Cine de Valladolid y premiada en el Festival Internacional de El Cairo.

Cine-concierto

La sección cine-concierto proyectará en su XXVI edición El gabinete del doctor Caligari (1920), una joya del cine mudo, dirigida por Robert Wiene, que aunará con un concierto en directo del músico y compositor Arsenio Martins, recuperando la primera película expresionista de la historia del cine en una copia con los tintados originales restaurados. Un clásico de terror que Cinema Jove se proyectará con la interpretación en directo de una partitura de Arsenio Martins, concebida para piano, clarinete y violonchelo.

Mi estilo musical casa muy bien con todo el expresionismo alemán. Los instrumentos para esta pieza, sus timbres y recursos sonoros dan mucho juego y encajan muy bien con las imágenes amenazantes y terroríficas de la película, explica Arsenio Martins, quien ha musicado, entre otras películas, la primera adaptación al cine de El Quijote.

El gabinete del doctor Caligari, cuyo título original en alemán es Das Kabinet des Dr. Caligari, llegó a la gran pantalla en 1920 a partir del guión cinematográfico de Hans Janowitz y Carl Mayer. Con su realización se abrieron los estudios alemanes UFA, que en un principio ofrecieron la dirección del film a Fritz Lang, quien rechazó la oferta porque ya se había comprometido con la realización de otra película.

La película de Wiene narra la historia de un siniestro personaje, el doctor Caligari, que viaja por las ferias de los pueblos con un espectáculo en el que presenta al Sonámbulo Cesare, un extraño ser que tiene la facultad sobrenatural de predecir el futuro. Los contrastes de luces y sombras, los impactantes decorados, diseñados por los artistas Walter Reimann, Hermann Röhrig y Hermann Warm, y la indagación en el lado oscuro del ser humano, sitúan a esta película al frente del expresionismo alemán.

Homenaje a Berlanga

Álex de la Iglesia, Santiago Segura, Miguel Albaladejo y Óscar Aibar se darán cita en la XXVI edición del Festival Internacional de Cine Cinema Jove, que se celebrará del 17 al 24 de junio, para rendir con sus películas más mordaces un homenaje a Luis García Berlanga. De cada uno de ellos se proyectará la película más berlanguiana, seleccionada por los propios directores, seguida del correspondiente coloquio: Balada Triste de Trompeta; Torrente, el brazo tonto de la ley; Nacidas para sufrir; y El Gran Vázquez, respectivamente. La proyección de Plácido y El Verdugo, que Berlanga rodó en los años 60, pondrán el colofón cinéfilo a este homenaje.

Un particular homenaje que, en palabras del cineasta José Luis García Berlanga, le habría hecho mucha ilusión a mi padre ya que, en vida, consideraba a estos cuatro directores como sus herederos en su manera de entender el cine. Con ellos colaboró en alguna ocasión, se convirtió en «admirador» de sus trabajos, y a Segura incluso le dio clases. Creador de una extensa filmografía, Luis García Berlanga, Premio Príncipe de Asturias de las Artes y Nacional de Cinematografía, estuvo vinculado al Festival Cinema Jove desde sus inicios en 1987. Asistió como jurado a la primera edición, se mantuvo luego como miembro asesor del Festival y participó en diversas mesas redondas a lo largo de los años.

Carteles de Cine

El festival ofrece también un recorrido por el arte del cartel checo en la exposición Vratislav Hlavatý: carteles de cine. La muestra, inaugurada en el MuVIM y que podrá verse hasta el 28 de agosto, ofrece una selección de los dibujos originales que el artista, representante de la Escuela Checa de carteles, realizó entre los años 70 y 90. Vratislav Hlavatý (República Checa, 1934) presenta una selección de sus carteles pintados a mano entre 1964 y 1990. Un período temporal en el que los carteles de cine la antigua Checoslovaquia se encontraban, junto a los polacos, entre los mejores de este tipo de arte gráfico, ya que al no existir un mercado fílmico potente, los artistas tenían absoluta libertad de creación, una situación que contrastaba con el régimen autoritario que imperaba en el momento. La ausencia de títulos de crédito y la escasa presencia de texto en los carteles, que se reduce sólo al título de la película y el nombre del director, es otra de las características de estos carteles.

En los años 70 y 80, explica Hlavatý, la única distribuidora checa existente no podía utilizar los carteles originales de la película porque solían tener algún símbolo de la cultura occidental, que era sinónimo de capitalismo, por lo que nos encargaban pintar los carteles a los ilustradores. Carteles que pintaban recurriendo a la imaginación y el talento ya que la única referencia que tenían de la película para inspirarse era el título y la sinopsis, pues no disponían de fotografías ni de la oportunidad de ver la cinta. La verdad, recuerda Hlavatý, es que resultaba muy absurdo, pues a menudo nuestros carteles nada tenían que ver con la película, simplemente porque no la habíamos visto, aunque sorprendentemente, parece que nadie lo notaba.

Reflejo de aquella época son los carteles de este polifacético creador, que además de pintor, ilustrador y diseñador gráfico es también piloto de globos aerostáticos, pintó para anunciar la película japonesa Gappa (1973), las películas del cómico norteamericano Harold Lloyd o la española Urtain, el rey de la selva… o así, de Manuel Summers. Carteles gráficamente atrevidos y con mucha fuerza visual, que inauguraron, junto a los de otros artistas, lo que hoy se conoce como la Escuela Checa de carteles.

Carteles de cine muestra una manera de trabajar en la que los carteles de cine se elaboraban no sólo como pura publicidad, sino como manifestación artística. Una situación muy distinta a la actual, “en la que los productores imponen sus gustos y exigen que aparezcan las fotos de los actores y los títulos de crédito. Con el paso del tiempo, los carteles artesanales se han ido sustituyendo por los pósters impresos digitalmente. Hoy en día, lamenta Hlavatý, la película es un producto que tiene que generar dinero y nadie quiere un cartel con dibujos pintados a mano, ni una gran idea, no es necesario ser un artista, cualquier persona que sepa trabajar un poco con diseño gráfico puede hacerlo en un ordenador. Todos los carteles se ven muy similares. Sin embargo, reconoce el cartelista checo, afortunadamente todavía hay algunas excepciones, cada cierto tiempo se pueden ver algunos buenos carteles, por lo general de las películas de arte de los pequeños distribuidores.

Canino (Kynodontas), de Yorgos Lanthimos

Los hombres se encontraban encadenados en una caverna, mirando las sombras proyectadas de las cosas en la pared de la cueva, incapaces de volver la vista para ver la realidad. Del mismo modo nos encontramos en este mundo mirando las sombras de las ideas, incapaces de dirigirnos directamente a las ideas prescindiendo de todo lo percibido por los sentidos. (Platón, La República -Libro VII))

El Mito de la Caverna es una de las propuestas más memorables y obsesionantes de la filosofía. El objetivo es demostrar el peso de la educación recibida, pero también puede entenderse como el lastre de la falta de esta, según se lea, en nuestra percepción de la realidad y por tanto en nuestro sistema de pensamiento. Unos prisioneros viven en una caverna subterránea con un fuego tras ellos. Los prisioneros están encadenados de tal modo que solo pueden ver la sombra de los objetos  que se proyecta desde la realidad exterior sobre una pared blanca que hay situada delante de ellos. Si son liberados de sus cadenas y forzados a girarse hacia el fuego se sienten desconcertados y desorientados, y prefieren que se les deje en su estado original. Solo algunos llegan a darse cuenta que lo que ven son proyecciones de lo real, y estos pocos valientes comienzan su viaje de liberación que les lleva a traspasar el fuego y finalmente salir de la caverna. Lo que hace que esta historia todavía hoy día resulte sugerente es que nosotros mismos podríamos ser como esos prisioneros, que todo cuanto tomamos como realidad podría no ser más que sombras, una mera apariencia. Y si cuanto sucede en nuestra experiencia ordinaria fuera realmente una ilusión no tendríamos ni idea de que estamos siendo sistemáticamente engañados. Y si pudiéramos traspasar el velo de la apariencia y captar la verdadera naturaleza de la realidad, seguramente muchos decidirían volver a su estado anterior frente a considerar que su vida ha consistido en ser meros prisioneros confinados a un mundo de ilusión.

Para Platón, la ignorancia es una forma de esclavitud.  Solo el espíritu crítico podrá liberarnos de semejante manipulación. Todo esto tiene que ver con el proceso de crecimiento, de madurar y hacerse adulto, cuando comenzamos a cuestionar las ideas y creencias que nos han transmitido aceptando que muchas de ellas no solo no son determinantes sino cuestionables o simplemente falsas. Pero la caverna nos recuerda siempre otras formas de esclavitud que persisten a lo largo de nuestra vida, como puede controlarse y manipularse a la gente llenando sus cabezas de imágenes engañosas o falsas sobre el mundo. Para no entrar aquí en temas políticos que fomentan ciertas opiniones sobre nuestra sociedad y la política en general, consideren solo las imágenes publicitarias con las que somos bombardeados constantemente, diseñadas para hacernos creer que sus productos son indispensables para nuestro bienestar o felicidad. En cierta medida podemos llegar a ser los prisioneros de Platón, controlados por otros porque aceptamos las imágenes que se nos presentan como reales. La falta de espíritu crítico nos impide demasiadas veces captar la realidad de nuestras circunstancias.

El Cine y la Literatura se han hecho eco muchas veces de este planteamiento filosófico clásico, de este tipo de alegoría en la que se pone de manifiesto cómo los humanos podemos engañarnos a nosotros mismos, o somos forzados por poderes fácticos a la hora de representarnos la realidad. Un mundo feliz (Huxley), 1984 (Orwell), El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas (absolutamente recomendable, Murakami), La Caverna (Saramago) o hasta el mismo Calderón de la Barca en La vida es sueño toman claramente el testigo griego clásico. Y películas como La rosa púrpura del Cairo (W. Allen), El resplandor (Kubrick), Saló (Passolini), El Conformista (Bertolucci), La Naranja mecánica (Kubrick, de nuevo) u otras más modernas como Matrix o El Show de Truman, van claramente en este sentido. Canino se basa en un principio similar. La película nos habla de la manipulación de la familia y del poder de los adultos, especialmente sobre los niños, la importancia de educar en actitudes críticas, la construcción de la personalidad y el peso de la adherencia a determinadas ideas y concepciones del mundo implícitas en la educación que recibimos. Y de como la manipulación psicológica puede alterar seriamente el sistema normal de representación de la realidad que percibimos. Una alegoría de la manipulación que supone una educación rígida e intransigente que podría ser trasladable más ampliamente al terreno político, al papel social de la Religión o a la intolerancia frente a otras culturas, tema tan rabiosamente actual. La familia que representa Lanthimos vive a las afueras de la ciudad confinada en una casa rodeada por un alto muro. Los tres hijos, ya adultos, jamás han salido de la casa ni tenido contacto con el mundo exterior. Su educación, sus juegos, sus aficiones, incluso sus sentimientos, se ajustan al modelo impuesto por el padre. Son autómatas de comportamiento casi robótico cuyo lenguaje ha sido también tergiversado, algo similar a lo que sucede en 1984 de Orwell. Un avión es un juguete, una excursión un material muy resistente con el que se fabrican los suelos, el mar es una butaca de cuero o un teléfono es un salero. La única persona que entra en la casa es Christina, la guardia de seguridad de la empresa familiar de la que subsisten. Ella será quien, a través de un regalo que hace a una de las hijas, rompa la perfecta geometría en el que se mueve esta particular familia.

Viendo Canino me vino a la mente la estética de La cinta Blanca de Haneke, otra película centrada en la educación que podría ser reducida, como la anterior, a la denuncia del fascismo, cuyo mensaje moral se sustenta en una puesta en escena relativamente similar: largos planos fijos, los niños tienen además un cierto aíre físico con sus ojos azules y su mirada turbadora, además del marco experimental que comparten a la hora de investigar el origen del mal y del poder. Sin embargo, más allá de esta puesta en escena, la película es realmente turbadora. Hacía mucho tiempo que el cine no lograba hacer que me tapase la cara en determinadas escenas, obligarme a girar la vista para no ser cómplice de los momentos más escabrosos de violencia, incesto físico, psicológico, o frías autolesiones. En este sentido, Canino puede alinearse con la ambivalencia moral retratada magistralmente por Passolini en películas como Saló, donde el intercambio de información nos obliga a adoptar la perspectiva del torturador mientras la cámara observa sus víctimas sin piedad. Con una distancia extraña e inquietante. No hay música, ni puesta en escena dramática, pero el espectador asiste a muestras inclementes de crueldad desaprensiva, hierática, recorrida por toques de humor negro y corrosivo, dentro de un universo absurdo pero posible.

En una parte de la película el retrato de la violencia adquiere una dimensión meta-fílmica: gracias a Rocky y a Tiburón, obtenidas al azar del chantaje, una de las hijas abre la puerta a un mundo exterior más allá de la familia, de su propio idioma, de su vivencia del sexo o de la violencia contenida que embarga a los habitantes de la casa. La desesperación de este personaje es casi delirante, como si las películas fueran la única salida posible para su cuerpo imaginario magullado por los dientes de un escualo o los puños de Stallone. La imagen de las hijas bailando una danza en honor a su padre, casi idéntica a la que 30 años atrás filmara Kubrick en El Resplandor, con sus cuerpos robóticos, desposeídos y desplazados de la realidad es una de las más conmovedoras de la película. Un film absolutamente imperdible y recomendable, una rara avis en el escuálido panorama cinematográfico actual, poderosa y repleta de significado que demuestra, además, cómo se puede hacer una obra maravillosa con muy poco presupuesto. Lástima que Canino termina de modo tan abrupto, pues la acción se interrumpe en pleno apogeo dejando la resolución al espectador. En ese momento le dan ganas a una de pedir la devolución de los 7 euros. A pesar de que esto me produjo una enorme rabia, he de reconocer que mereció la pena. Solo se ha distribuido en algunos cines, en versión original y en pocas ciudades españolas. Muchos tendrán que esperar al DVD o pedirla prestada a algún internauta. Sea como sea, no se la pierdan.

Plano secuencia (V): Steadycam, de Kubrik a Scorsese y la herencia de Tarantino

La steadycam (cámara estable, en inglés) es un tipo de cámara especial que sirve para conseguir imágenes en movimiento pero con el máximo equilibrio. Esta cámara permite al operador moverse por terrenos irregulares y seguir a los actores sin que la imagen pierda estabilidad en ningún momento. La estabilidad se consigue gracias a un sistema electrónico que mantiene la cámara a una misma altura desde el suelo, por mucho que se mueva la persona que la sostiene. Debido a que el conjunto solía tener bastante peso, se ideó un sistema de arneses para colocar la cámara alrededor del cuerpo del operador, aunque actualmente los steadycam son bastante más ligeros. Uno de los primeros directores en utilizarlo  fue Stanley Kubrick en El resplandor (1980), lo que le permitió eliminar el costoso travelling, y una de las escenas más recordadas por todos es la del pasillo, interpretada por el genial Jack Nicholson o la del niño en bicicleta perseguido por su padre.

Claro que, en ambos casos no se trata de un plano secuencia propiamente dicho, puesto que no corresponden a una escena completa sino a una parte de ella. Quien sí realiza diez años más tarde una fenomenal secuencia completa basada en este sistema es Martin Scorsese, en la inolvidable Goodfellas (Uno de los nuestros, 1990). La cámara sigue a Ray Liotta y Lorraine Bracco a pie a través del Copacabana. De este modo acompañamos los pasos del protagonista, con el claro objetivo de que el espectador adopte su punto de vista. El movimiento de cámara a través de los estrechos espacios y largos pasillos, desde la puerta trasera del club, manteniendo el diálogo sin interrupción, hace de esta toma una maniobra de impresionante pericia técnica que contribuye a la fascinación que sentimos por el personaje  y que la convertirá en un punto de referencia para el cine posterior.

Pero si hay un cineasta claro heredero de esta referencia, ese es Quentin Tarantino, director aficionado a intercalar planos secuencia rodados con este sistema, del que podemos encontrar bastantes en su filmografía. En Pulp Fiction (1994), que contiene algunas tomas continuas a base de steadycam, la secuencia de entrada de Vincent Vega en el Jack Rabbit Slim´s es un claro  homenaje a Goodfellas.  Y uno de los planos secuencia es el que podéis ver a continuación, casi al principio de la película, cuando Vincent Vega y Jules van hablando por el pasillo (comienza cuando salen del ascensor):

De los mejores logros de Tarantino son algunos planos secuencia de Kill Bill (2003), que se encuentran tanto en el volumen 1 como en el 2. Uno de los más interesantes es la siguiente escena, con Robert Richardson al timón fotográfico,  que combina con maestría sorprendente diversas técnicas. La cámara utiliza una grúa para levantarse del suelo, mostrar tomas desde la altura y volver a descender, combinando con steadycam cuando el operador sigue a los personajes por los pasillos estrechos, y también echa mano de travelling cuando tiene que desplazarse  a mayor velocidad. Los momentos en los que el plano queda fijo son los que se aprovechan para cambiar el soporte: una auténtica obra maestra.

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